10 ene 2008

LA PLUMA DEL ESCORPIÓN 1ª Parte

¡Hola de nuevo!

He vuelto, siento no haber podido volver antes, pero cada vez tengo menos tiempo y mas cosas por hacer. Espero ponerme al día rapidamente, por que ya os hechaba de menos.
Pero no quería volver hasta que no pudiera contar algo que realmente os gustara y espero que con este relato, que por ser un poco estenso lo haré en partes, este a la altura de tan distingo público. Hay que ver que pelota soy.


Yo trabajo de cara al público y el primer día de trabajo una de mis compañeras, muy inteligentemente me dijo – María, sea quien sea atiendela como si fuera una millonaria, porque las apariencias engañan y no sabes de que manera, después de tantos años, puedo confirmar lo que me dijo aquel día mi compañera.

Ángela era una mujer de unos 50 años, llevaba toda su vida dedicada a su familia, pero ahora tenía todo el tiempo del mundo, sus dos hijos ya hacía tiempo se habían emancipado y su marido se dedicaba por completo a su trabajo, menos mal que le quedaba Clara.
Clara vivia una situación similar, aunque ella nunca había tenía hijos, habían vivido puerta con puerta toda la vida, y Clara había estado al lado de Ángela siempre desde el día en que sus maridos decidieron montar una empresa juntos.
Ahora su tiempo lo dedicaban a actividades como las compras, reuniones de amigas, gimnasio, peluquería, tenían que llenar sus vidas vacias y sin imprevistos.
Precisamente la historia comienza un día en que las dos amigas llegaban de compras a la casa de Ángela.
Ángela decidió que era mejor subir las escaleras en vez de coger el ascensor, y de paso hacían ejercicido, pero después de luchar con una muchedumbre enloquecida por las rebajas, durante toda la mañana, ya nos le quedaban fuerzas.
Ángela – Cada vez me cuesta más subir las escaleras.
Clara – Si no te hubieras empeñado en subir los tres pisos andando.
Ángela – Después de no caber en una talla 44, pienso ir andando a todos los sitios, esto lo arreglo yo, ¡Vamos que si lo arreglo!
Clara – Mujer los años no perdonan y después de todo me gusta más el conjunto que te has comprado.

Una vez dentro de la casa Ángela decidió que iba a volver a probarse el conjunto, ya que no estaba muy convencida.

Clara – Mientras te lo vas probando voy ha hacer un poquito de café, que estoy desfallecida.

Ángela le hizo un gesto afirmativo y se dirigió a su habitación, la puerta estaba cerrada y aunque le estraño no le dío más importancia, pero al entrar en ella, su cara se desencajó por completo. ¿Qué era aquello? ¿Qué era lo que estaba ocurriendo?.
Ni en mil años que hubiera vivido podría haber imaginado algo así, por un momento le asaltó la duda, a lo mejor lo que creía estar viendo tenía una explicación, se decidió a preguntar - ¡Roberto, estas bien!

El levanto la cabeza, pero al ver a su mujer en la puerta le comenzo a subir un color rojo oscuro que terminó por cubrirle el rostro y hasta parte de la calva, debajo de las sabanas comienzó a salir muy despacito la cabeza de otro señor con vigote, que la miró perplejo.

Ángela- ¡Pero que demonios estas haciendo! ¡En mi cama! ¡A tus años!, y lo que es peor, con un señor con bigote, ¿Es qué no te da vergüenza?
Clara - ¡Ángela! ¿Qué ocurre?
Ángela - Fijate Clara mi marido me engaña.
Clara - Mujer, eso es normal, son cosas de hombres.
Ángela - Sí, con una mujer, pero no con un señor.
Clara - ¿Roberto con un señor? Eso si que no me lo pierdo.
Ángela - ¡Clara no frivolices con esto, que es muy serio.

Clara asoma la cabeza por la puerta del dormitorio, para comprobarlo.

Roberto intenta ponerse de pie y coge la sábana para taparse, mientras el otro señor de bigote se tapa como puede con la colcha.

Roberto - ¡Esto no es lo que parece! El es el técnico y ya sabes lo que cuesta que a uno le atiendan en condiciones.
Ángela - Y no crees que te has excedido.
Roberto - Shhh Bueno ya sabes como son estas cosas una cosa lleva a la otra y al final, por no decir que no.
Clara - Pues si que te has dejado llevar, yo después de treina años conociendote no hubiera imaginado nunca que fueras tan dócil, con el carácter tan endemoniado que tienes.
Ángela - Roberto buscate otra excusa y no me tomes el pelo.
Roberto - Mujer, que quieres que te diga me deje llevar, él me sedujo y yo no pude negarme.
Ángela - ¿Qué no pudiste negarte? Que el tio lleva bigote, si todavia fuera una mujer de buen ver.

LA SINCERIDAD ESTÁ SOBREVALORADA

Jueves por la tarde y llamo a mi madre, que hoy no tenía cole, por que la profesora de informática estaba pachuccha. —¿Qué haces, madre? —...