Aquí, en esta mi Comunidad, hace una par de semanas se hizo la luz, durante un par de años todos los habitantes hemos vivido sumidos en la oscuridad, las costumbres tuvieron que cambiar en algunos puntos, aunque en otros las cosas seguían como siempre, por ejemplo:
Las cervecitas nos las tomábamos en el descansillo del señor autobusero, ya que las dos únicas farolas que quedaban estaban en su lado, claro que la de cuenca algo molestilla con los mosquitos, prefería los bancos de madera, en el lado opuesto, donde reinaba las tinieblas de la oscuridad, el taxista tenía a bien encendernos las luces de su descansillo para poder atinar, con los piscolabis.
- ¿Habéis intentado picar una aceituna con los ojos cerrados?
Nosotras ya teníamos una maña que pa que te cuento.
En las reuniones, leíamos corriendo mientras se daban los últimos rayos de luz y luego todo era discutir, eso sí sin datos, que no se veía un pimiento, pero hay que ver como aprobábamos en las juntas todos los puntos y que me memoría a la hora de hacer las actas, por que notas no se podían tomar, que todavía la Paca y la Presi, no habían aprendido Brailí.
Los niños, más parecían una bandada de murciélagos, que otra cosa, había que verlos correr sin estrellarse los unos contra los otros, que mira que mi niña, cuando la mando buscar algo aunque lo tenga delante no lo encuentra, pero al escondite no fallaba la jodia.
Aunque tenía su encanto, que sale la Barbi de malas pulgas, pues haces con que no la ves y te ahorras el sermón, no todo iban a ser inconvenientes, más de uno que quería pasar inadvertido seguro que estaba encantado.
Nadie se explica ahora como pudimos aguantar sumidos en ese agujero negro, que teníamos por patio, empezábamos a desarrollar una especie de don, con una capacidad innata para identificamos a nuestros convecinos, por sus andares y movimientos, cual topillos, incluso éramos capaces de entrar en nuestras madrigueras, metiendo la llave en la cerradura, no sin esfuerzo y tras unos veinte intentos de media para los sobrios, no quiero ni pensar como se las a apañado Manuela los días en los que las dos únicas farolas que lucían en el patio se sumían a la huelga y dejaban de lucir. Ahora empiezo a entender por que lleva tanto tiempo sin salir por las tardes a tocar su bombo, todo fuera que como en los viejos tiempos, cuando llegara la policía no acertara a encerrarse corriendo en casa.
La Paca (más revolucionaria que nunca), anda todo orgullosa de tan buena hazaña y la Presi (Todo voluntad) va aguantando el tirón y a la Paca de paso, que ya anda planeando nuevas andanzas.
Todavía hay vecinos que no acostumbrados a tanta claridad, se quejan de que se deslumbra cuando miran las farolas, que ya les he dicho yo:
- ¡Ni que fuerais mosquitos! Que van directamente a la luz, que entiendo la novedad y la falta de costumbre, pero a este paso, todos mirando hacía arriba alguno se nos descoña, en cualquier momento.
Y es que mi Lucero que ya preveía la situación, me dijo el pobre, que deberíamos comprar a cargo de la comunidad unas gafitas de sol para todos los habitantes, no fuera que ver tanta luz de repente les cegara.
En fin que ya tenemos las diez farolas nuevecitas luciendo y el patio empieza a parecer otro.