23 nov 2011

QUE FAMILIA MÁS MAJA

            El echo de vivir a escasos 20 metros de distancia de mis adorados padres, hace que la vida de una no sea muy sencilla, el sólo echo de ir a votar (Si se lo que estaréis pensando, soy una temeraria) puede convertirse en una misión sumamente peligrosa y eso que sólo tienes que entregar el DNI y meter un par de sobre en dos urnas, pero resulta que mi Lucero cumple los años el día 20, fecha bien señalada en el calendario, por motivos varios y claro teníamos comida familiar, después de votar.
            Todos teníamos preparados nuestros dos sobres, pero mi padre decide que le habíamos cambiado el voto en casa y que quería coger el las papeletas, dichoso padre el mío, que para torturarme un poco más, por que mi hermana se hace la sueca, se le habían olvidado las gafas.

      

            - Estos sobres no valen.
            - Pero si los has guardado tú, en casa.
            - Os creéis que soy tonto, me lo habéis cambiado.
            - ¿Por qué íbamos a hacer eso?.
            - Por que sois unas arpías.
            - Y tú un cascarrabias, pero no es motivo para cambiar la votación de una persona.
            - ¡Vete tú a saber!
           
         




   Veo que se acercan dos policías hacía nosotros.

-         ¡Haz lo que te de la gana guapo!

            A lo largo de los años yo he intentado saber la opción política de mi padre, pero dado el estado de confusión y de caos que reina es su pequeño cerebro. Creo que me moriré sin saberlo, por que una cosa es lo que se defiende y otra lo que se dice y no voy a entrar en detalles, que ya hemos tenido bastante con  la campaña.

            Después de mirar un buen rato, me dice:

            - Nena, cojéeme la papeleta.
            - ¡Toma! Métela en el sobre.
            - Pero está es la que te he dicho.
            - Sí, papa, léela.
            - Es que no llevo las gafas.
            - ¿De dónde la has cogido?
            - De aquí.
            - A vale.
            - ¡Me estas vacilando! ¿Verdad? Si no llevas gafas, te sabes donde colocan las papeletas de  memoria.
            - No, o sea me estás engañando.
            - ¡Que no papa! – Mientras pensaba que era una gran bocazas, me doy la vuelta y tengo  a los dos policías detrás de mí, con cara de ¡Se la estás colando al hombre!
            - ¡Vale! Creo que reconozco el simbolito, ahora el senado.
            - Hay que tachar tres casillas papi. – De reojo miraba a los policías que no se movían de mi ladito.
            - Táchalos tú que no llevo las gafas.
            - ¿Bien dime?
            - Tal, cual y pascual.
            - Toma papi mételo en el sobre.
            - Esto no son.
            - ¡Contra papá, si no llevas gafas como leches me dices que no!- Ya me veía yo entre rejas por manipulación de voto, en vez de ir a celebrar el cumple de mi Lucero.
            - Espera que lo mire.
            - ¡Que soy tú hija, como te voy a engañar! - Haber si así me libro de la cárcel.
            - ¿Dónde están las cruces?
            - ¡Dios mío!, ¿si no ve ni las cruces, como va a ver los nombres? Los policías se impacientaban y yo no encontraba a ningún otro miembro de la familia, y mira que venían hasta los niños, serán cabritos.
            - Ha, e visto una.
            - ¡Pues mira bien! Que están todas y como sigas montando el numerito me veo entre rejas.
            - Sí no quisierais engañarme.
            - ¡Nadie te está engañando, so besugo, coge la papeleta y métela en el maldito sobre o te prometo que te lo comes! -Tenía los ojos inyectados en sangre y la voz guardaba todo el rencor del que era capaz.
 
 Un policía se acerca al final.

-         Todo bien, caballero.
-         Si, ya e encontrado las cruces y creo que me a echo caso.
-         ¡Crees! Condenado.
-         Sí, ya puedo votar.
-         Yo si que te voy a botar, por que puedo terminar el chirona que si no el mamporro no te lo quita nadie – Se lo dije entre dientes, para que no me oyera el policía, pero mi padre se partía de risa, para mí que lo hizo a drede.

Casualidades de la vida en cuanto mi padre voto, la familia apareció como por arte de magia.
QUE FAMILIA MÁS MAJA LA MÍA.




            

8 nov 2011

UNA COMPRA DESASTROSA Y UNA MADRE EXHIBICIONISTA.

            Hacer la compra de la semana es un rollo, algunas veces voy con mi hermana y la verdad es que no se porque a nuestro alrededor termina reinando el caos, pero si además se apunta mi madre, la cosa promete.

            Jueves por la tarde. Suena el teléfono.

-         Odry
-         Hola bicho, ¿Qué te pasa hoy?
-         Nada, que me ha dicho mama que si te vienes a la compra.
-         ¿Quién nos lleva?
-         Pues yo, ¿Quién va a ser?
-         Mejor por que si nos lleva papa, no tenemos garantizada la vuelta.
-         Ni la llegada, si al supermercado le sigue llamando el Metadona (se llama Mercadona, para los de fuera).
-         Y tú que te puedes librar, de estos rollos, ya tienes ganas.
-         Pues si que las tengo, por que todavía no entiendo como te dejan entrar en la tienda.
-         Lo de la última vez no fue por mi culpa.
-         Eso díselo al pobre que se baño en cava cuando se cayo la botella de la cinta.
-         Y dale, ¿Qué fue el? Al quitar todos lo productos de alrededor.
-         Si no hubieras hecho una montaña, a punto de derrumbar, no se le hubiera caído todo en cima.
-         Bueno corramos un tupido velo, ¿A qué hora?
-         En cuanto me ponga el Burka, que no quiero que me reconozcan.
-         ¡Jolín como eres! Si se te saltaron hasta las lágrimas de tanto reír.
-         Es que nena, no parabas, cuando intentabas secarle con dos clinex arrugaos, que a saber para que los habías usado, al pobre se le saltaban los ojos y en el intento por evitarte tiro dos botes más de cristal, que el de atún en aceite hizo estragos, la encargada termino empotrada en el carrito de la señora de enfrente y la de la limpieza se sentó en  la fregona y….
-         ¡Para! Eso no fue culpa mía.
-         Nooo, pero desde entonces vas al supermercado del parque.
-         ¡Por que me pilla más cerca!
-         Si están a la misma distancia.
-         Que ganitas de tocar las narices, creo que me voy a saltar lo de la compra está semana.
-         Pues eso díselo a tus bestias pardas, que comen como limas, venga que hace un mucho que no me rió, quedamos a las 4:30.

En mi favor debo decir que las cosas no son como las cuenta mi hermana, todo fue un cúmulo de circunstancias que no tenían que ver conmigo.
 
La compra iba estupendamente, cuando ocurrió lo inevitable.
Mi madre intentaba llegar a las salchichas en la estantería de arriba (que ya son ganas, tal y como tiene el colesterol) llevaba en la otra mano un montón de cosas, mira que es avariciosa la mujer y eso que tenía el carro al lado, de repente y sin previo aviso, nos grita.

-         Nenas.
-         ¿Qué quieres mama? – Le responde mi hermana.
-         Sujétame la falda, que se me cae.
Y fue mirarla y no para de reír, allí estaba mi madre, sujetando la falda con los codos, a puntito de perderla, con las manos llenas de productos y exhibiendo sus bragaza blancas y su barriga.

-         ¿Pero estáis tontas? ¿qué me echéis una mano?
-         ¡Que voy, que voy! – Le dije a duras penas mientras el rimel se me corría por los lagrimones que apenas me dejaban ver.

Al correr sin soltar la cesta, el brazo de gitano relleno de chocolate, se escurrió de la cestita y aterrizo en el suelo.
Mi hermana, que venía detrás corriendo se resbalo con el brazo gitano relleno de chocolate y se sentó encima.
Mi madre nos miraba incrédula, por no hablar de la chica que despacha la carne, que entre risas llamaba por el walkie-talkie al servicio de limpieza, e intentaba levantar a mi hermana, que con la risa no era capaz.
Mi madre seguía con la falta a puntito de perderla, y yo que no sabía si sujetar la falda a mi madre o levantar a mi hermana o salir corriendo, como si nos las conociera, aunque me llamaran por mi nombre las dos.
En fin que ayude a mi madre a poner la falda en su sitio, mientras le decía.

-         Te voy a regalar unos tirantes, por que vaya la que has liado.

Luego me ocupe de mi hermana, que al verme sacar los clinex arrugaos para limpiarla, me dijo que me los metiera en salvase la parte y que no volvía a venir con nosotras a hacer la compra, por que aunque se reía de lo lindo, veía como peligraba su integridad física.

Lo peor de todo es que ya no hay más supermercados en los alrededores y tendré que volver a alguno de los dos, he pensado en cortarme el pelo o teñírmelo, por que, lo de las gafas de sol en invierno da un poco el cante y como creo que se han quedado con mi cara, no se como pasar inadvertida, así que acepto sugerencias.

 

4 nov 2011

PREMIOS Y PADRES, ESTOY QUE NO ME LO CREO

,Mi queridísima S. Me ha otorgado en su blog Pecados un premio, (¿Por qué creíais si no que es mi queridísima?) y tengo que contar algo que me haga realmente feliz.
Aunque algunas de las cosas que me hacen feliz no se deben contar, je je je. Ya sabéis, otras sí, como por ejemplo:

Pasear frente al mar de la mano del amor de mi vida, mientras las olas rompen contra mis pies(Tenía que decirlo, por que últimamente me lee mucho)

Sentirme útil, cada vez que puedo ofrecer algo a alguien, aunque sea una mínima ayuda, hace que me sienta de una manera tan especial que no puedo describir, pero es maravillosa.

Lo que no sé, es sí yo se lo tengo que conceder a otros diez, ya me contáis como va la cosa, que soy como mi padre no me entero, oye y hablando de padres, aquí os cuento la última de la joya de la casa.
Mi padre

Hace unos días, estaba mi hermana enseñándome en su habitación unos modelitos, de repente oímos el teléfono y mi padre mantiene la siguiente conversación.

-         Sí, dígame, no le oigo bien, ¿Quién es? ¿Me está haciendo burla? ¡Anda y que le den!

Cuelga el teléfono muy ofendido y mi madre, que estaba preparando la cena en la cocina le pregunta.

-         ¿Quién era?
-         Uno que estaba de broma, le e colgado.
-         ¿Has llamado al niño?
-         Estoy en ello.

No había pasado ni un minuto vuelve a sonar y mi padre a descolgar.
 
-         Sí dígame, pero ¿Quién es? Tenemos ganas de cachondeo ¿heeee? Pues te vas a cachondear de tú p………………madre.
-          
Mi madre interviene de nuevo.

-         Pero chico a quien le dices eso.
-         Si es que no le oigo bien y encima me hacen burla, no será el cabrito del niño.
-         ¿Pero le has llamado?
-         Estoy en ello.

Teléfono que vuelve a sonar, mi hermana y yo vamos al salón a cogerlo, pero llega mi padre antes, lo coge mientras le sale fuego por los ojos. Muy chungo mi padre, cuando le sale el Aliens que lleva dentro.
 
-         ¿Quién es? Estoy hasta los Co…….. de tanto cachondeo, vete a cachondear de tú p………..madre, pedazo de Cab.......

Mi madre nos dice.

-         Cogerlo vosotras cuando suene, que le va a dar algo – Dirigiéndose  a mi padre le dice. – ¿Has llamado al niño, para que venga?
-         Si eso intento pero no me lo coge.
-         Llámale tú Nena, que tú padre y la tecnología no se llevan.

Mi padre le da el teléfono a mi hermana y le dice.

-         Está hay el teléfono, si le he dado tres veces y no lo coge.
-         ¡Papa! ¿estás llamando a este teléfono?
-         Sí.
-         Papa este es nuestro número de casa, te estás llamando a ti mismo.
-         ¡No me jodas!

Pero es mi padre, al menos eso asegura mi madre y le queremos, sobre todo por que nos hace reír mucho.

Pasar un buen fin de semana, que yo mañana vuelvo al teatro, he engañado a los vecinos de esta mi comunidad para ir con bestias pardas y todo (Ahí, arriesgando duro), que ya están en edad de cultivarse un poco, ya os contaré y si no cuento es que han acabado conmigo.




1 nov 2011

GIMNASIOS Y OTROS DESASTRES.

            Viernes 18:30 de la tarde, suena el telefonillo.

-         Sí.
-         Nena que soy yo, habré que te tengo una sorpresita.
Ostras que intriga, que sorpresa me traerá mi hermana, pienso para mis adentros, mientras entra ella con sus gafitas de sol, bolsón de deporte al hombro y vestida para el gimnasio.
-         ¡Hola súper!
-         Hola, ¿Cuál es la sorpresita? ¿me has comprado algo?
-         No, si no tengo un duro, te he conseguido un pase para mi súper gimnasio, me lo han regalado para mi cumpleaños.
-         Y eso, ¿es bueno?
-         Toma claro, cuando lo veas te vas a querer apuntar, es súper chic
-         No estoy yo tan segura, a mí como que los gimnasios me dan alergia.
-         ¡Jo! Que pesimista eres, dile a tú Lucero que el también se viene, tenéis cinco minutitos.
-         ¿Para qué?
-         Para salir pitando, que nos perdemos el spinning.
-         ¿Y eso que es?
-         Pues hacer ejercicio encima de la bicicleta a todo pastilla.
-         Tesoro, los únicos gimnasios que e visitado han sido los de mis bestias pardas, el único ejercicio, el desgaste de lengua, para poner verde al profe, que además de borde,
 ni siquiera estaba bueno, además de sobra sabes que no hago más actividad física que las propias del marujeo y una noche de baile loca, dos o tres veces al año, que se me están oxidando las vecinas ¿de verdad crees que voy ha montarme en una bici, para echar el higadillo por la boca, después de haberme merendado toda la tarta de queso que me quedaba en la nevera?

-         ¡Qué asquito das! ¿Y dónde lo echas? Adieta ando yo y no pierdo un gramo.
-         He sacado la mejor genética de la familia.
-         Pécora y encima con recochineo, a mí eso me da igual, tengo dos pases y no tengo nadie que venga conmigo al gimnasio,  así que en marcha.
 
Hace años descubrí que cuando mi hermana pequeña para más INRI a la cual la saco la friolera de 17 años, decide algo, yo termino haciéndolo, aunque sepa que me voy a arrepentir.

Me puse mis mayas y la camiseta más ancha que encontré por casa.
Nada más verme mi hermana, me dijo.

-         Nena pareces una campana.
-         ¡Estoy mayor! Para lucir las chichas al aire, como tú.
-         Tú lo que estás es tonta perdía, vamos que tú Lucero ya está listo.
-         ¡Espera que me perfume!
-         No, si todavía se maquilla y todo, menos mal que la he convencido para que deje los tacones en casa.
 
La verdad es que con las prisas, no se me ocurrió otra cosa que coger mi Chanel nº 5 y echarme en las axilas a discreción, vamos lo que viene siendo medio bote.

Por el camino convencí a mi hermana, más bestia parda que mis propios hijos en cambiar el spinning, por el pilates, mucho más sosegado.
La clase empezó bien, pero una vez finalizado el calentamiento, el profe decidió que hiciéramos la garza, y hay me tenéis cual Karate kin cualquiera, brazos extendidos, pierna subida a la altura de la rodilla y apoyando todo el peso en una sola pierna, perdiendo el equilibrio segundo si y segundo también, 
¿por qué para que lo vamos a negar si no e sido equilibrada en mi vida, lo iba a ser mi cuerpo? Y para rematar la estampa un pestazo que salía de mis asilas increíble, hasta yo misma me mareando y todo, mierda de Chanel nº 5 esto no es lo que sale en los anuncios.
 
El pobre profesor se empeñaba en sujetarme y a mi se me caían los chorretones de la muerte, por el pestazo que desprendía.
Me daban unas ganitas de decirle al muchacho.

-         Mire usted es que yo trabajo en una perfumería, que este olor no es mío, que yo no atufo tanto.

En cuanto el hombre se dio la vuelta, corriendo le quite la toalla a mi hermana y me di dos buenos restregones, sobaquillo pa iba, sobaquillo pa bajo.

Cuando me vio mi hermana, casi me atiza un puntapié en el culo, menos mal que no llego, si no me como el espejo.
Chica que cualidades las de mi hermana hacer la garza y atizarme a la vez, como se la nota a esta chica el gimnasio.

A partir de aquí me empecé a sentir mucho mejor, una vez retiradas las toxinas, el sudor y el perfume, todo en uno, comencé a respirar con normalidad y hasta era capaz de aguantar un segundo el equilibrio.
El profe no se me volvió a acercar en toda la clase, no quiero imaginar el porqué.

            Para completar el pack  del gimnasio, una buena sauna y un bañito en el yakusi, que pensé, esto lo único bueno del puñetero gimnasio.

            Todavía tengo agujetas, pero claro solo han pasado 5 días y yo tenía un nivel de oxidación muy grande. Por cierto tampoco me he echado perfume, necesitaba liberar mi olfato de semejante intoxicación.

            Conclusión, El gimnasio no es para mi y mucho menos para mi perfume.



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LA SINCERIDAD ESTÁ SOBREVALORADA

Jueves por la tarde y llamo a mi madre, que hoy no tenía cole, por que la profesora de informática estaba pachuccha. —¿Qué haces, madre? —...