19 ago 2014

TOKYO

            Nuestra primera comida, fue al lado de la estación de Ueno, como el preludio de muchos momentos divertidos, sobre todo cuando elegimos los restaurantes por lo típicos que pueden ser, o parecer, sin tener ni idea de que íbamos a comer y a que demonios iba a saber, algo que me hacía disfrutar como a una enana, en una tienda de chuches. Si, soy una zampona y quería probarlo todo, incluidas aquellos platos que pudieran parecer repugnantes a la vista, que una nunca sabe donde puede encontrar un placer oculto.



            Ramen, sobas y Udones aparte, aquello no era serio, 
los platos andaban como la falsa moneda, que de mano en mano va y ninguno se la queda, eso por no hablar de un refresco, por lo visto riquísimo, que se hacía con sake y que había probado algún amigo viajero de mi Lucero. Pero del cual no recordaba el nombre. En algún momento, vio pasar a la camarera con un baso de liquido verdoso y decidió que era aquello. La camarera nos miraba raro. No hablaba Ingles y mi sobrino se dio cuenta de que era china, por un gesto que nos hizo, para indicarnos un número, así que la hablo en chino, pero ni aún así, terminaron por levantarse y preguntar al matrimonio japonés que había recibido el líquido verdoso. Con la amabilidad que les caracteriza, se lo dijeron y pidieron uno. Había que ver como rulaba el dichoso refresco, cual litrona en horas bajas por calentorra, aquello estaba malo de narices y todos, excepto mi Lucero llegamos a la conclusión de que era sal de frutas japonesa.




            Y de vuelta al metro, ese del que nos habían hablado, bueno mejor dicho acojonado por complicado, no lo resultó, todas las estaciones tenían letreros en japonés e ingles, con lo cual era sencillo, otra cosa era a la hora de entrar en alguna de las estaciones donde el metro, el tren o el mono rail concluyen a la vez. Esas si que son para echarse a temblar. Entre miles de personas que van de acá para allá uno se queda atontao, intenta averiguar, cual de todos los pasillos, si arriba o abajo, donde empieza el tren y donde el metro, pero incluso en estas, siempre había alguien, trabajador, viajero o curioso que nos echaba un cable, con una maravillosa sonrisa en los labios y esforzándose en hacerlo lo más fácil posible, e incluso intentando practicar español, por lo visto les atrae nuestra cultura, tanto como a nosotros la suya y hay más gente de lo que yo pudiera imaginar, que intenta aprenderla, sobre todo en Tokio.

          

  Los japoneses personas tranquilas y poco habladoras en los trasportes públicos, nos miraban atónitos, y es que 8 españoles venidos arriba por la emoción y disfrutando debía de ser todo un espectáculo para esta gente, sólo espero que no perturbáramos su paz o sus sueños, ya que parece ser este lugar el sustituto ideal a sus maravillosos futones, durmiendo esnucaitos, más que a pierna suelta, pero descansando como angelitos.



            El contraste lo podías ver en el cruce de Shibuya, es aquí donde los fines de semana, los japoneses más jóvenes, dan rienda suelta a su imaginación, y cuando cae la noche, aquellas personas tan serias y correctas, pasan a ser divertidos personajes de comics, manga, o lolitas aniñadas de rostros angelicales, sin miedo al ridículo o el que dirán, tribus de lo más variopintas se mezclan en una especie de desfile interminable, donde los fashion victime, pasean junto a las mujeres vestidas con los kimonos más clásicos, en un cruce ya famoso, y que por mucha gente que haya, no hay ni choques, ni contacto, como si todos estuvieran programados para ello, eso sí, siempre sin perder la sonrisa y sin mirar a los ojos en señal de respeto.
                                      

            Cuando el pasado es capaz de convivir con el futuro, dejando que los avances, no hagan olvidar de donde venimos, resulta una mezcla tan deliciosa, que una se plantea, por que el ser humano no es lo suficientemente inteligente, como para ir recogiendo a lo largo del camino aquello que nos hace mejores personas, por que la modernidad nos hace olvidar lo verdaderamente importante, y nos conformamos con vienes materiales, que lejos de saciarnos, nos hacen desear más.


                                                       

2 comentarios:

  1. Si a todo.
    Cuando puedas mira los programas de españoles por el mundo en Tokio.

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  2. Los vi todos antes de hacer el viaje, mucha gracias guapa

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