16 sept 2015

NARBONNE

Lo que mas me gusta de viajar en autocaravana es la incertidumbre de cada día. ¿Dónde dormiremos? ¿Qué y dónde comeremos? ¿Con quien nos encontraremos? Y por supuesto ¿Qué lugares descubriremos? Y todo ello después de pasar meses planeando nuestro viaje, pero los viajes son así, lugares encantadores, donde deseas pasar más tiempo, lugares abarrotados de los que quieres escapar y el tan temido clima, calores que pueden convertir un viaje en un infierno, como al comienzo de esta ventura o lluvia y frió que empujan a uno a cualquier otro lugar. En fin, clima, gentes, lugares, percances y demás hacen que todo lo planeado cambie en un chasquido de dedos, lo que le da al viaje una emoción difícil de superar.

  

Resultado de imagen de ruinas romanas de narbonne            Llegamos a Narbonne una calurosísima mañana de domingo, 37 grados a la sombra marcaban los postes informativos, nosotros que pensábamos que sólo con pasar los pirineos nuestra sofoquina se iba a calmar, nos encontramos con que la dichosa ola de calor, tenía a media Europa deshidratada, más que Francia, parecía Sevilla en primavera. Como somos exploradores valientes, y unos inconscientes, dicho sea de paso. Decidimos desafiar posibles golpes de calor, con tal de vivir la aventura y descubrir la pequeña ciudad.


Resultado de imagen de narbonne que ver
Oír el agua caer por los pequeños saltos del río, situado en el centro, de tan bonito lugar, hizo que sintiéramos una sensación agradable. Los franceses tan cuidadosos y delicados adornan con flores los puentes, farolas y ventanas. Las calles impolutamente limpias y las fachadas cargadas de historia, hacen de Narbonne un lugar encantador, recorrimos sus pequeñas y estrechas calles encontrando mil detalles increíbles, ventanas de más de 400 años, restos de calzada romana en la plaza de la ciudad, una maravillosa iglesia y como no podía faltar un mercado, ese mercado donde cada mañana las gentes del lugar tienen su cita  dulces, quesos, carnes, huerta y mar, todo reunido en una antigua estación de tren, que abre todos los días hasta las dos de la tarde.          Resultado de imagen de mercado de narbonne  Resultado de imagen de centro de narbonne

Con el estomago rugiendo, cual león de sabana en busca de antílope despistao, andábamos todos en busca de un lugar donde disfrutar de manjares de la tierra y una vez saciado el apetito y bajo un sol que no daba tregua, nos pusimos en marcha en busca de la playa, encontramos un área que estaba a unos pasos de la playa. Sentir la arena bajo los pies y sumergirnos en unas calidas aguas fue como llegar al extasis, lo que nos hizo pensar que el día de hoy mereció la pena vivirlo en toda su intensidad, sobre todo por que la noche junto al mar con la brisa y el sonido de las olas, que nos llevo directitos a los brazos de Morfeo, y por fin dormimos como angelitos, que ya era hora y es que, una es insomne, pero después de dos días sin pegar ojo, no me sentía ni persona.Resultado de imagen de playa de narbonne  Resultado de imagen de playa de narbonne al atardecer

Al día siguiente dejamos atrás la playa de Narbonne y nos pusimos en marcha, hacía el interior de la Provenza donde los viñedos se extienden junto con campos de girasoles y árboles frutales, haciendo del paisaje una postal, donde los colores son tan intensos, que forman miles de lienzos de belleza sin igual.
Resultado de imagen de campos de girasoles de la provenzaResultado de imagen de campos de viñedos de la provenza al atardecer




Resultado de imagen de cuadros de Van Gogh en la provenza
El sol inunda los campos de luz y los girasoles les siguen en un lento baile que se repite cada día, no es de extrañar que tantos pintores terminaran adorando el Sur de Francia y la luz que aportaba a sus obras, desde los pequeños pueblos del interior, hasta los campos salpicados de Chatous y bodegas, uno siente que ha llegado al paraíso y no quiere despertar, lastima que nuestro viaje tuviera que continuar, ya que para nuestro destino todavía quedaba un poco, y como siempre nos pasa a todos el ansia por vivir el futuro, a veces nos impide disfrutar el presente o cuando menos saborearlo al máximo.


 Resultado de imagen de cuadros de Van Gogh en la provenza

Aunque yo, mujer previsora donde las haya, me compré algunas botellitas de vino, tintos añejos y con cuerpo, blancos sutiles y delicados, por si alguna vez se me olvida lo vivido, abrir una botella y recordarlo...

2 comentarios:

  1. Qué fotos más bonitas, creo que yo también voy a abrirme una botellita de vino para ir mirándolas más despacito.
    Besos

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    Respuestas
    1. Gracias tesoro, que tendrá el vinillo, que nos hace verlo todo mucho mejor.

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