26 feb 2017

QUIMPER Y LOCRONAN (LEYENDAS Y CAMINOS SAGRADOS)








              En Quimper se mezcla las leyendas pasado con la historia de sus inicios, lo seguro, es que los romanos pasaron por allí dejando alguna muestra que ha llegado a nuestros días.

  


              Mi única recomendación es callejear por sus calles y seguir la orilla del río Odet, cruzar sus puentes románticos, he incluso pasar por encima, ya que alguna parte del río, pasa por debajo de las calles o edificios, es imprescindible para encontrar esos pequeños detalles, que a veces no figura en las guías, pero que puede llamar nuestra atención y hacer que nuestra visita pueda ser diferente a aquello que nos invitan a ver, todos llevamos en nuestro interior un explorar dispuestos a buscar algo que o nadie vio o nadie mencionó .

 

              Describir tanta belleza es imposible, ya sabéis que no sólo no soy buena escribiendo, si no que además soy un poco desastrosa o mucho, para que negar la evidencia, describiendo, pero como trasmitir lo que sientes, lo que hueles, lo que te rodeada, edificios medievales con mil detalles a destacar, calles empedradas, puentes con flores y el agua corriendo salvaje en busca de su libertad, hay algo más «Chic».


  

               Mientras una se para en uno de los puentes, en plan romántico, casi místico, ocurre algo y el encanto se va con el agua ria abajo. Cuando unos monitores a grito pelao (que digo yo, si con el ruido del agua, no se oyen ni ellos mismos), bajan haciendo piragüismo con unos niños que contarían entre los 7 y 12 años, y que los pobres seguían a duras penas las explicaciones dadas, seguramente unos momentos antes en tierra firme y donde todo parece mucho más fácil, con los nervios, el agua pasando con fuerza a su al rededor, terminaban por hacer, que el que no encallara por ser una zona menos profunda y le tocaba remolcar en unas agua gélidas, le tocara volcar en uno de los remolinos que hace el agua en las curvas que rompe contra las roca.


              Reconozco que no puedo evitarlo (Soy un bicho), alguna risa se me escapó, en alguna de las caídas, pero luego lo corregí con la preocupación justa de madre, que siente que los pobres o se inmunizan o cogen una pulmonía. En mi caso sería hacer que el profe sufriera un accidente ¡el listo!, mucho grito, mucho grito, pero anda que se bajó para echar un cable a las pobres criaturitas.


           
   Accidente aparte, en una de las calles, encontré una tienda de decoración, me vuelve loca, ese estilo de madera envejecida por el tiempo, haciendo bello hasta los pequeños defectos (lo siento, salió de mi, la cursi que llevo dentro). Tapicerías con algo de añejo, pero reluciente he impecables y el gusto por el detalle más pequeño en todo lo que tiene que ver con la decoración.

        
      Visitar la catedral y las pequeñas plazas, mientras el sol va diciendo adiós, anunciando una noche mágica, donde la luz de las farolas, sacan lo más hermoso de cada edificio y dejando a uno preparado para seguir soñando una noche más, con todo lo que ha vivido, visto y disfrutado, de un viaje que empezó desde la inconsciencia de ver los monumentos más turísticos y que al final, nos ha absorbido de tal modo, que hemos terminado por sentirnos parte de sus gentes, pueblos y curiosidades mil.



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              Cada día despertamos en un lugar diferente, lo que hace que a veces perdamos el sentido de donde nos encontramos, está vez un pequeño pueblo, «Locroman», cuenta con la etiqueta de uno de los pueblos más bellos de Francia y la verdad es que hasta su historia invita a ello, por lo visto los celtas lo eligieron para un «nementon», un recorrido sagrado jalonado con paradas que simbolizaban los meses del año.

  

              Si algo nos acompaña en este viaje, además de los gerseys a rayas blancas y rojas, que parece que viajo con Willy, es la magia de muchos de sus lugares, donde o bien las leyendas o bien los monumentos y restos arqueológicos encontrados, nos invitan a ello y no es que se me haya pegado nada, por que soy igual de negada como tarotista, no te cuento como vidente, si cada vez veo menos, voy a terminar cegatona perdía. Así que me conformo con admirar la belleza y cotillear las curiosidades de sus leyendas, que no por asombrosas son menos creíbles.




 A partir del siglo XIV, gano riqueza y belleza debido a sus tejidos para velas, las calles se adornaron con adoquines que son autenticas obras de arte en el suelo, sobre todo se pueden ver alrededor de la iglesia. Los pequeños comercios conservan sus fachadas y carteles sin neones luminosos, con un atractivo especial, donde los artesanos especializados, muestran sus obras.


              Encontré una tienda de plumas, tintas y papel que era un mundo a parte, anclado en un pasado donde la tecnología no existía y sólo queda el ser humano, su agilidad, paciencia y saber hacer, para ser capaz de crear algo, aunque sean unas letras, que el artesano hacía en forma de poesía y pequeños dibujos.



              La magia envuelve cada recoveco de este acogedor lugar, las piedras gris azuladas de sus fachadas conservadas con trabajo y mucho corazón, trasmiten la belleza de lo que fué y perdura, a pesar de que el tiempo se empeña en dejarlo atrás.

            


        En fin que me pongo pedorra y cursi, Estas historias merecen profesionalidad (que no tengo) ingenio (ni de coña) y mucha fiabilidad (desastrosa y sin remedio, ¡no te dio más!) Descubrir el mundo por vuestros ojos y no se os olvide, que sólo vuestros recuerdos son lo suficientemente importantes como para trasmitir vuestros viajes. 






               


23 feb 2017

PONT AVEN Y CONCARNEAU (ARTE E HISTORIA)




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Henry Bacon

    
          Un precioso día de julio de 1864, una diligencia que hacía el trayecto de Concarneau a Quimper (donde se encontraba la estación de ferrocarril), iba Henry Bacon, pintor americano, asentado en Paris.
 


      La diligencia tenía parada en Pont Aven, y fue esta parada, la que cambió la vida de este precioso pueblo que limita con el rio Aven, Henry quedó tan hechizado por lo autentico de este lugar, donde la naturaleza, los molinos, el rio y todo lo que veía a su alrededor, formaba parte de un maravilloso cuadro viviente. Tanto es así que nada más llegar a Paris, habló a sus amigos artistas, de tan idílico lugar. Pont Aven se convirtió en lugar de inspiración para un sin fin de pintores, que buscaban en lo sencillo, en lo autentico y en la naturaleza la inspiración necesaria, para poder sacar todo el talento, arte y genialidad que llevaban dentro.


  
        
    Desde Henry a Gauguin, muchos son los pintores que pasaron por esta especie de escuela al aire libre, hoy en día la pequeña población esta completamente entrega al arte, las galerías están en todas y cada una de las calles más comerciales, donde puedes encontrar todo tipo de pinturas, esculturas y arte de lo más diverso. Impresionismo, realismo, abstracto, cubismo y un sin fin de estilos, que hacen de un paseo por esta pequeña ciudad, una visita a un museo de arte, comercial eso sí, pero arte al fin y al cabo.

 
              Debo decir en mi contra, que no se me pegó nada, yo pasee, respire e intente absorber toda la magia que rodea esta población, desde el embarcadero, al camino del bosque de los amantes, pasando por el paseo de Xavier-Grall, que te conducen de una orilla a otra por puentecitos escondidos, junto a los lavaderos y molinos, vestigio de un pasado rural y encantador.

  

              En fin que volví a la auto con una depresión de caballo, me quería quedar allí, recorrer una y otra vez las laderas del río, sentarme en su puerto, recorrer los senderos, una y otra vez, esperando esa musa, que haga de mi una pintora de provecho y observar como el arte fluye a mi alredor al igual que el río que lo acompaña.

  
              Unos meses después, doy fé que las musas estaban de vacaciones y yo frustrada como una mona y es que, ni reboso arte, ni pinto (las paredes y las uñas, sí) ni escribo, ni nada, mira que soy negada.
  

              Menos mal que mis depresiones duran lo gusto, en lo que descubro cualquier otra cosa que llame mi atención y es que, en cuanto llegue a Corcaneu, se me pasaron todos los males ( si soy una veleta, en un día de ventisca y feliz que me hace).


              Esta ciudad era allá en la alta edad media una pequeña isla, a la cual se podía acceder cuando la marea bajaba y desde la que se dominaba la pequeña bahía, lugar indicado para protegerse de las invasiones, es por ello que terminó por convertirse en un guarnición militar, rodeada de murallas, a la cual sólo puede accederse por un punto.

      

 Por supuesto la ciudad se
ha desarrollado a lo largo de la bahía y sigue siendo un puerto pesquero importante, pero ha quedado una pequeña parte de historia, construida en piedra gris, que te lleva a sentirte pirata, que yo no ando ya para ser princesa, pero pirata de pata de palo y parche en el ojo, que estoy para pocos trotes.

          


  Los cañones, las puertas de la fortaleza , la casa del gobernador y los restos de la iglesia Saint Guénolé, te alejan de la realidad y trasforman todo lo que hay alrededor, enfocando al turista en forma de tiendas de suvenier, pero no le quitan ni un ápice de belleza a este coqueto lugar.


 
         Sigo persiguiendo musas, pero las jodias son más rápidas y listas que yo, si consigo pescar alguna, lo notaréis (lo mismo hasta aprendo a escribir en condiciones), por que ha día de hoy sigo siendo desastrosa y sin remedio.

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19 feb 2017

CARNAC, TIERRA DE MAGIA Y MISTERIOS


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Resultado de imagen de carnac francia      Al viajar se aprende michísima historia, desde las pirámides a los rascacielos de New york. Todos han llegado a nuestros días con un razonamiento capaz de explicar el como, el cuando y el porque de su construcción, pero en Carnac, la historia es un autentico enigma, mucho nos cuentan sobre estas construcciones megalíticas, pero ¿Cuánto de verdad ahí en ello?

Resultado de imagen de carnac al añochecer       Entre leyendas y conjeturas, lo único que queda es lo impresionante que resulta ver a lo largo de cientos de metros las filas de megalitos, dispuestas de tal forma que van desde las más altas (algunas, hasta siete metros) a las más pequeñas, perdurando desde el neolítico, hasta nuestros días, llenos de enigmas y misterios.

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       Carnac, no sólo son minhires, también son playas de arenas blancas y una especie de microclima, ya que es la zona que cuenta con más días de sol de toda la Bretaña.


Resultado de imagen de quimperle       El mapa turístico que teníamos nos llevaba a Quimperle, con el dibujo de un francés pintando un cuadro, yo que me pirrio por la pintura (A veces hasta me creo que pinto y todo) lo marqué como visita indispensable, como iba a imaginar yo que este pequeño pueblo dispuesto en una cuesta interminable, era mono, pero no había ni olido el óleo.


       Que digo yo señores de turismo, el dibujito del pintor se hace en su sitio y no donde le nazca a uno, que puede llevar a error y eso un día de lluvia ininterrumpida y unas calles con un desnivel del 30 % como mínimo (quizás exagere) por no hablar de la adherencia de las mismas o de mis zapatillas, que no es cuestión de herir sensibilidades, puede ser peligroso, que no es que el pueblecito no merezca una visita, tiene la «iglesia abacial Sainte-Croix», la mar de mona y un arco romano muy echo polvo, además de un pequeño mercado monísimo, pero no hay artistas, no hay cuadros, no hay pintores, ni galerías, en fin que después de resbalar en no se cuantas ocasiones, con el peligro que eso conllevaba para mis reblandecidos glúteos, de terminar mojaditos hasta la ropa interior y de ver los tres monumentos dignos de mencionar, decidimos seguir nuestro camino en busca del dichoso pueblo de pintores, donde el arte rebosa allí por donde vas, con la única esperanza de ver si se me pega algo, que ya no recuerdo la ultima vez que mi musa me hizo una visita.


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Claro está que lo mismo la pobre musa vino vio el panorama y salió corriendo por que lo mio no tiene remedio alguno.



LA SINCERIDAD ESTÁ SOBREVALORADA

Jueves por la tarde y llamo a mi madre, que hoy no tenía cole, por que la profesora de informática estaba pachuccha. —¿Qué haces, madre? —...