El martes después del largo fin de semana, estaba algo extraña, no se si nostálgica o triste, cavilando sobre cual sería la mejor historia para contaros, repasando todo lo que ocurre constantemente, ya sea en mi propia vida o en la de los demás y la verdad es que no terminaba de cuajar, ninguna de las muchas ideas que tenía en mi cabeza, la cosa era que me faltaba la chispa, esa que te hace sentir capaz de cualquier cosa, aunque la cosa no quede en na.
Puede que tuviera que ver algo, que el fin de semana no había salido como yo había planeado, mi nena y sus amigas decidieron adelantar la celebración del día de Hallowen y claro entre guarrerias, chuches y como plato fuerte “pizza”, el empacho fue de órdago, hasta fiebre le dio a la pedorra de la niña, con lo cual adiós a todos los planes.
Tan mal estaba la cosa que incluso me plantee contaros como el sábado cuando iba a comprar, me encontré atrapada entre polis y bomberos, pero la verdad tampoco creo que sea interesante, entre otras cosas por que me acompañaba mi Lucero y quieras que no, eso desluzce una situación tan ideal.
Pensé en dejar de escribir, pero eso sólo fue un momento, antes de que mi timbre sonara y apareciera Súper Be, que tendrá esta comunidad mía, no se si telepatía o algún vinculo especial, el caso es que entre la visita de súper Be y unos minutos después la de la Presi, me da para seguir escribiendo por lo menos tres o cuatros post más, como poco.
Empezaré por la Presi, que me ha dado permiso, por que Súper Be, quiere esperar a ver como termina lo nuestro, que no se yo como terminará, por que a mi me da un poco de miedo (aunque me haga la fuerte), sólo recordarlo, hace que un escalofrió me recorra de arriba abajo todo el cuerpo, pero bueno eso lo contaré en el próximo post, espero tener para entonces algunas respuestas a todo lo ocurrido con el enano.
La Presi por su parte está desatada y la verdad es que ¿quién no, en estos tiempo de crisis?
Además como me hizo echarle las cartas, ahora me pide que le acierte un futuro mejor, como si fuera yo la que lo decide. Que ya le dije yo que la señora quería y voluntad tenia, que culpita tengo yo de que no tuviera un duro, vamos creo que hasta me empieza a mirar mal no os digo más, si no fuera por lo que nos reímos juntas y que se que en el fondo es un trozo de pan, la metería en congelador, así ando entre lo mío con el enano y lo suyo conmigo, tenemos un guirigay que pa que contaros.
La visita era rutinaria, hacía unos días que no nos veíamos y teníamos que ponernos al día, le conté El misterio del enano y la intriga que esta historia había despertado en nosotras, hasta el punto de querer llegar al final del asunto, el caso es que una cosa llevo a la otra y no me preguntéis como, terminamos hablando de mal de ojo.
Se lo que estaréis pensando, “Esta muchacha cada día esta más loca” que no es que os falte razón, estoy para que me encierren, pero es lo que tiene, tener cuarenta años, estar en el paro, pasarte el día luchando con dos preadolescentes y todo eso justito en plena ante menopausia, que no es que tenga síntomas pero lo he oído en la tele, que para que lo vamos a negar, esa también me va a dejar para el arrastre, sólo hay que ver la programación.
En fin por lo visto una amiga le dijo a la Presi, que cuando ella piense que alguien la esta echando mal de ojo, meta una foto en el congelador, para que contaros más, se nos plantearon varios problemillas, primero meter o no a familiares cercanos y otro que con la lista que teníamos entre todos los allegados, lo mismo nos salía más barato comprar un arcón congelador comunitario y así hacer un servicio por el bien general, por que entre parados, depresivos, jubilados, separados, etc. Todo el mundo cree que alguien le está mirando mal.
Y es esto lo que tiene los tiempo de crisis, que la desesperación nos lleva a plantearnos cosas tan absurdas como congelar fotos, eso si con mucha guasa, por que otra cosa no falta, pero nuestras risas nos echamos, que la Presi se queja mucho de su destino fatal, pero luego cuando le dicen que alguien la envidia y empieza a pensar que es lo que la pueden envidiar, se va dando cuenta una de todas las cosas buenas que a pesar de todo se tienen, se sentía orgullosa de sus hijos, de tener fuerza para luchar e ir sacando adelante ella sola a toda la familia, mientras su taxista el pobre, va buscando trabajo y salida a una situación que a veces le desespera, de haber conseguido todo lo que ahora tiene y de no perder ese carácter alegre y risueño, que la hace seguir adelante con un preciosa sonrisa.
A veces nos empeñamos en ver solo lo que no tenemos, pero si nos paramos a observar, podemos ver cuanto de ricos somos, a lo mejor no en dinero, pero si en cariño, voluntad y tesón, además de familia, amigos y en mi caso como no mis adorados vecinos, que en general han sido una bendición y en otras como olvidar a Manuela una tortura.
Si creo que ya os habéis dado cuenta de que estoy ganando lectores en esta mi comunidad.