Maria colgó el teléfono desconsolada, miro a su alrededor y se pregunto, ¿Dónde demonios estará? O lo que es peor ¿Quién era ese demonio?
Se sentó sobre la cama con las rodillas dobladas y la cabeza entre sus manos, no sabía que pensar, el mundo se había vuelto loco y ella no entendía absolutamente nada, sería verdad lo que la había dicho aquella mujer, no la creía pero ¿Y si fuera verdad?
Movió su cabeza de un lado a otro, como si así pudiera ordenar el caos que reinaba en su cerebro, se paró en seco y decidió mirar los pros y contras, realmente había muchas cosas a favor y una sola en contra, tener que volver a vivir sin él.
Sin duda acababa de dar al traste con todos esos años en los que presumía de coherencia. ¿Dónde estaría esa dichosa coherencia ahora? Ahora que tenía la solución más disparata e incoherente que había oído en su vida y lo que es peor lo iba hacer, lo tenía que hacer, aunque ello supusiera que la volvieran a abandonar él y con él su fuerza, esa que la mantenía a flote, cuando todo se hundía a su alrededor, esa que al sentirla tan cerca, la daba la paz y la seguridad, como cuando eran niños y su padre venía mal.
Es curioso como nos aferramos a aquellas cosas que funcionan una vez, aunque cuando vuelves hacer todo igual, ya no tiene el mismo sabor dulce, es más bien agridulce, como si repetir no fuera buena idea, mejor algo nuevo ¡Quizás!
María saco de su mesilla el cuaderno y el lápiz y se puso a apuntar paso por paso, lo que aquella mujer le había aconsejado hacer por su propio hijo, por su propia vida.
Después de leer sus apuntes se dirigió a la cocina, saco el saquito de sal, otra vez la sal y mientras buscaba el lugar adecuado para poner una pequeña cantidad, su mente se fue al pasado, cuando en otro momento de su vida quiso alejar a su espíritu de la casa y este se fue y las tinieblas se apoderaron de ella y perdió su energía y cayó enferma, aquel tumor, apenas terminaban de operarla y volvía a salir, aquel tratamiento que la dejo en los huesos y aquel diablo que día tras día acudía para hacerla daño, acechando a sus hijos en forma de mujer.
Ella era consciente de haber perdido toda su fuerza, se volvió esquiva, cobarde, temerosa y lo que es peor dejo de crear, tantos años después todavía le constaba, aunque de vez en cuando lo intentaba, ya no era la misma.
Recordó como un día supo que había vuelto y aviso a todos loca de contenta y eso que ni siquiera sabía quien era su espíritu, no quería que los crios se asustarán y por su puesto no pensaba echarle, le necesitaba a su lado, volvería a darla la paz y su fuerza, aquella que la hacía brillar con luz propia, aquella a la que se aferraba para seguir siendo ella misma.
Casualidad o no, María se curó de su enfermedad, aquel tumor se erradico por completo, el demonio en el cuerpo de mujer, acabo consigo mismo y aun hoy va dando tumbos, es lo que tiene el concentrar tu vida en el odio y la venganza, terminan por destruirte a ti mismo, con lo bello que es saber perdonar y lo bien que te hace sentir la libertad de no tener el baúl demasiado cargado de rencor, por lo visto pesa mucho y yo no soy muy fuerte, por eso siempre lo llevo vacío por más daño que quieran hacerme, siempre lo olvido.
Al principio pensaba que solo eran sensaciones, pero un día una mujer se la acerco en el trabajo, nunca la había visto por allí y con sumo cuidado le explico que el espíritu de su hermano estaba a su lado para protegerla, María quedo paralizada, no es que en alguna ocasión le hubieran ocurrido cosas extrañas con la gente, pero algo así no lo hubiera creído jamás y sin embargo la creía. La mujer se fue y nunca volvió a verla, se quedo con unas ganas enormes de saberlo todo, ella lo describió tan bien como si lo estuviera viendo, quizás hubiera podido decirle tantas cosas.
María lloró mucho, ella no había estado allí cuando ocurrió, ni siquiera pudo verlo, estaba en otra ciudad, en otro país, lo suficientemente lejos para no llegar ni al entierro, se perdió el duelo y tubo su duelo particular, durante cerca de cuatro años, se despertaba día tras día soñando con su hermano, viendo como le pasaba algo terrible, lo peor era despertar y ver que no estaba, en verdad había pasado lo más terrible, había muerto. Ahora alguien la decía que estaba a su lado, ella que no se pudo despedir, decirle lo mucho que le quería y le necesitaba, había sido su compañero de juegos, de tantos momentos difíciles, ella siempre sensata evitando el peligro. Ahora que lo pensaba que deprisa había crecido, a partir de la enfermedad de su madre se había hecho mujer en el cuerpo de una niña de 7 años, su hermano prefirió vivir en sus sueños, esconder sus miedos en sus pesadillas y vivir muy deprisa y sin pensar, quizás por que sabía que nos dejaría pronto.
Ahora tenía que echar los espíritus de su casa, los buenos y los malos, pero no quería perder a su hermano, estuviera o no a su lado y sin embargo no tenía elección.