22 sept 2019

LA CARA B DE FEZ









Una vez nos despedimos de Samir, pudimos darnos cuenta de lo complicada que era la medina, incluso para aquellos que habían paseado por sus calles, en más de una ocasión

Unos jóvenes nos comentaron que íbamos mal y se ofrecieron para llevarnos a la plaza de la puerta azul. En realidad, querían dinero, en esta ciudad las indicaciones no son gratuitas. Nos hicieron andar y andar, por lugares alejados de turismo, dando vueltas para desorientarnos. Fue la primera vez que me sentí insegura, eran varios de aspecto poco amigable, uno iba delante, otro al medio y el último detrás. Sole se enfadaba, consciente de la maniobra, mientras el de adelante, pedía un alto precio por llevarnos al lugar del que ellos mismos, nos intentaban alejar.

Al final, David les dio algo de dinero, para que nos dejaran en paz y poder llegar a la plaza. Nos sentamos en una terraza y los más cerveceros consiguieron una. La picaresca, para evitar los impuestos al alcohol, les llevaba a hacerlo en unos envases de refrescos, que vete a saber de donde habían sacado y en qué condiciones. Pero Marruecos, no es lugar para escrupulosos.


Ya hidratados, seguimos de compras. Mi Lucero había tenido fiebre todo el día y yo estaba contracturada (menuda pareja), razón por la que decidimos adelantarnos e ir preparando algo para la cena. María José y Mari Jose y Tomás nos acompañaban.


La cosa parecía fácil caminando por la zona de las tiendas iluminadas y llenas de gente, cual hormiguero. Pero poco a poca iba cayendo la noche y en las calles, las luces de las tiendas iban dejando de brillar, a la par, que nuestra sensación de júbilo.

Tomás hombre de recursos, intentó poner en marcha “google maps”, pero el GPS, no sirven para las diminutas calles del laberinto de Fez, donde los largos pasadizos o túneles, se encuentran bajo de las viviendas de la medina.

La noche era muy cálida, caminábamos animados, hablando y riéndonos de las anécdotas de Samir. Nos habíamos alejado de la gran plaza y la zona de tiendas más concurrida. A nuestro paso, las calles se quedaban sin gente a la par que iban oscureciendo.

Comenzaron las primeras dudas, a pesar de ello, confiamos en nosotros y cualquiera que diera el primer paso, iba a ser seguido por los demás. La medina tenía otra cara, que no habíamos visto. En la noche, las sombras y el misterio se abren camino, dejando atrás la algarabía y la luz que lo ilumina dando un aspecto alegre y cotidiano a sus calles.

De forma inconsciente íbamos agilizando el paso, no hacía falta hablar, en nuestro fuero interno, éramos conscientes de ser el blanco perfecto de las sombras que apoyadas en alguna que otra esquina, esperaban su momento.

Intenté agudizar mis sentidos, como si el estar alerta, pudiera servir para salir de aquel laberinto lúgubre y sombrío. Nada que me hiciera recordar el camino de vuelta, habíamos pasado dos días callejeando, sin ver más allá de la multitud, que caminaba de un lado para otro, entre artesanos, curiosidades y cientos de maravillas. Era como un truco de magia, mientras miras hacía donde el mago te lleva, pierdes lo importante de vista.

  Preguntamos a un tendero que se encontraba cerrando el único puesto de aquella calle. El hombre, ladeo la cabeza ligeramente. Un joven le estaba observando y como si de un resorte se tratara, alzo su mano hacía él. Entendimos el mensaje y seguimos andando, con más cautela, con más premura, con más perplejidad. La medina de la bondad y las sonrisas, habían dejado paso, a la de miradas furtivas en rincones oscuros. Imperaba la ley del silencio que deja sin voz a aquellos que se pasan el día llamándote.

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En mi perturbada mente (nunca presumí de ser una mujer cuerda), la película “Abierto hasta el amanecer”. Con la única diferencia de que, aquí no era nuestra sangre lo que anhelaban, tan sólo, sacarnos todo cuanto pudieran.

Como si de un tejido de araña se tratara, la ciudad te va envolviendo. Por momentos la sensación de estar perdida en aquel laberinto de callejuelas, se apoderaba de mí. Aquellos jóvenes, que nos recomendaba volver sobre nuestros pasos, con la frase que se habían memorizado en todos los idiomas. –La puerta está cerrada. No podéis salir. Eran coscientes de lo que estaban consiguiendo, mermar nuestras fuerzas, y agudizar nuestros miedos 

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No sabíamos si interpretar aquellas palabras, como amenaza o advertencia. La fina línea que las separa era imperceptible para nuestros estresados cerebros. A veces seguíamos caminando, ignorándolos, pero la cosa se iba complicando. Nuestra perseverancia, no les pasó inadvertida y comenzaron a impacientarse.

A nuestro alrededor aparecieron varios jóvenes, indignada le dije – ¡No está cerrada!.

 Me interceptaron alborotados, intentando asustarme, el miedo es el peor compañero de viaje y el pánico el complemento perfecto para que, aquellos mafiosillos hicieran su agosto en cualquier época del año.
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En mi fuero interno me nacía el desafío, por lo que uno de ellos, me recriminó mi mal carácter con el apodo de “La Pantojita”. A lo que una se dice así misma. ¡No me jodas, que ven programas del corazón!

Decidí retroceder, al ver como la situación se estaba enquistando al borde de algo que, de ninguna manera iba a poder controlar, éramos un grupo y yo no sería la que pusiera a nadie en peligro, por un momento de rabia. Di la vuelta mientras mi indignación me decía que, aunque tuviera que estar toda la noche andando, no iba a soltar ni un duro a aquellos sinvergüenzas, que buscaban perdernos mucho más, de lo que ya estábamos, en aquel laberinto.

Fuimos por una calle paralela en busca de las ansiadas puertas, que si os soy sincera, seguramente habré cruzado sin ni siquiera ser consciente de ello. Lo curioso es que nos fuimos sin saber, si realmente las cierra las autoridades o las mafias, si es verdad o mentira que están cerradas. Juegan con los turistas que se pierden en el laberinto, comunicándose entre ellos, viendo como la desesperación o el pánico te va atrapando.

El mérito fue de Tomás, en aquel momento en el que nos sentíamos agobiados y perdidos, cuando esperábamos lo peor de aquella noche oscura y llena de momentos desagradables, en aquel lugar donde tanto habíamos reído y disfrutado. Con su acostumbrada humildad, orientación y móvil, hicieron que diéramos en un par de calles más abajo con el restaurante de la noche anterior.

No tardamos en llegar a la gran plaza, los chiquillos y la gente ajenos a nuestra pequeña desventura, charlaban y reían felices. Lo que no tardó en devolvernos la tranquilidad.

Pensamos que el grupo ya habría llegado, a lo que mi Lucero, tiro de imaginación y mucho cachondeo, inventándose un encuentro con algún amigo-a que nos hubiera entretenido. Como si fuera posible de creer. El momento de ansiedad, nos había dejado sin sentido, lo que aumento el cachondeo y se desarrolló nuestra fantasía, mientras intentábamos darle forma a algo totalmente inverosímil.

El destino tuvo a bien jugar con nosotros, cruzando en nuestro camino a una amiga “real” de Mari Jose, con la que estuvo charlando animadamente. Mientras nosotros, no salíamos de nuestro asombro. Encontrar a una amiga en Fez, era tanto como encontrar una aguja en un pajar.

Lo peor es la oportunidad que tuvimos de poder haber pedido otra cosa al destino. No es que la amiga no se mereciera aparecer en mi post, pero total si llevaban años sin verse en Madrid, que mes arriba, mes abajo no le hubiera quitado emoción.

Llegamos a nuestras casitas y ni rastro del resto del grupo, que llego más tarde, agotado y preocupado, por lo que ellos mismos habían vivido. Después de tantas emociones, decidimos descansar y dejar la cena para un mejor momento.



FOTOGRAFÍAS REALIZADAS POR PACO MORENO VAZQUEZ Y BORJA MORENO,


9 sept 2019

FEZ Y LAS HISTORIAS DE SAMIR




A primera hora, ya tenía en la puerta de mi casita móvil a Marisa dándome los buenos días y ofreciéndome una aguja enhebrada con hilo negro, un dedal y una preciosa sonrisa. Le había faltado tiempo en buscar todo lo necesario, para que pudiera arreglar mi sandalia, así de maravillosos eran mis compañeros de viaje.

Por otro lado, manda narices que una modistilla como yo, viaje sin complementos, ni un alfiler llevaba, pero ya sabemos que este viaje lo organizó el destino y yo por más que lo intento, no soy capaz de seguirle el ritmo.




Eran las nueve de la mañana, cuando el grupo ya estaba reunido y dispuesto a dar un agradable paseo por el barrio judío. Samir volvía a la carga con sus historias y conocimientos. Este hombre era un filón, cuando no, nos contaba batallitas, nos deleitaba con alguna interpretación musical, mientras nos enseñaba los rincones de aquel emblemático barrio.


Samir nos contaba entre paliza y paliza (para mí, que la criaturita había sufrido bullying, porque no había rincón en el que no recordara una buena tunda) el significado de los símbolos que aparecían en las entradas de las casas y que dicen mucho de los habitantes que en ellas residen.

  
Las casas no suelen tener horno y de vez en cuando nos cruzábamos con gente, que lleva una gran bandeja tapada con un paño. Bajo este, el pan que cada día se hace en las casas y se lleva al horno del panadero comunitario, para que se lo hornee. Para ellos es la base principal de su alimentación, ya que lo usan a modo de cubierto.



Del barrio judío, pasamos al otro lado del rio, donde se curte la piel a base de lavarla y tratarla con defecaciones de paloma, la cual al parecer tiene un amoniaco tan fuerte, que hace que la piel sea lo suficientemente maleable para poderla teñir y coser. Me pareció un trabajo inhumano, la pestilencia era insoportable y las condiciones de salubridad inexistentes. Metidos en los mismos líquidos donde curten las pieles, dime tú como quedara la de aquellos infelices que se pasan horas en remojo, sin más protección que un gorro, para cubrirse del achicharrante sol que no da tregua. Desde lo alto de la tienda de cuero, donde nos encontrábamos, el hedor de las heces de paloma y las pieles, era algo indescriptible y difícil de soportar. Apenas pudimos aguantar más de un par de minutos, para hacer la famosa foto, que sale en todos los reportajes de Fez y que ahora miro con otros ojos.

        

De las pieles, pasamos a las alfombras, no sin antes, descubrir algún que otro lugar de rezo y donde nuestro enigmático Samir, nos deleitó con los distintos tonos de cantos, para la llamada al rezo. El mismo se emocionaba con su arte y no paraba de mostrar, como se le ponía el bello de punta. No habíamos recorrido tres metros y ya había encontrado, otro lugar, donde le habían zurrado. Ya habíamos perdido la cuenta, hubiera terminado antes, si nos hubiera enseñado los lugares donde no le habían atizado..

 

Llegamos a la tienda de pañuelos y chilabas donde nos enseñaron como se manejan el telar. Samir, se movía por la medina como pez en el agua. Lo suyo le costó, de niño le soltaban en la medina, una costumbre muy arraigada, para que aprendan a manejarse en ella cuanto antes y ser capaces de encontrar su casa o las distintas salidas de la misma sin perderse. Al parecer Samir no era de los más aventajados. Con tanto golpe, lo raro es que el pobre, se acordara ni de su nombre. Conclusión, no se libraba de un buen tirón de orejas, hasta que lo sacaban de allí. Por mucho menos, Cayetano Martinez de Irujo, se nos ha traumatizado y no para de hacerle visitas al psiqui.



 Nos mostró, los antiguos dormitorios de los estudiantes, sus pequeñas habitaciones, contrastaba con el gran patio central. El tamaño de sus gruesos muros, era más que evidente en las ventanas que daban al exterior.

 

Callejear toda la mañana siguiendo a Samir por el bazar, nos despertó el hambre y pusimos rumbo al restaurante, a través del laberinto de callejuelas, hasta que llegamos a un pasillo oscuro, del cual no se intuía la salida. En cualquier lugar del mundo, lo único que se puede esperar de un lugar así, es un atraco. Pero esto es Fez, ya te atracan bastante con el regateo y las indicaciones. Así que, en vez de algo lúgubre, nos encontramos en un restaurante increíblemente decorado, lleno de luz y color, donde comimos el mejor Tajín de pollo al limón de todo el viaje.

La tarde no fue menos amena, en teoría iban a ser libres, pero David, nuestro “Jefesito” era capaz de encontrar actividades, hasta en el desierto y nunca mejor dicho, algún día descubriré, que demonios desayunaba para tener semejante energía.


  


Samir terminó de mostrarnos los rincones más memorables donde había recibido más de un sopapo. Es la primera persona que sufre bullying y lo recuerda con tanto cariño. Cualquier día se monta una ruta con su nombre. Visitamos a los artesanos, que en los tiempos que corren, son una especie en extinción, pero que a lo largo de nuestro viaje, nos hecho disfrutar y hacernos muchas preguntas…



FOTOGRAFÍAS REALIZADAS POR PACO MORENO VÁZQUEZ Y BORJA MORENO.

31 ago 2019

FEZ





Mi salida de la autocaravana fue triunfal, fue poner el pie en el suelo y notar que la sandalia se había roto, al descoserse la tira de la hebilla. Todos preparados y yo con la sandalia en la mano, sin saber qué hacer, tenía solución, lo que no tenía es el hilo y la aguja para coserla.

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Mi Lucero, todo detalles, decidió meterme un poquito más de presión, con ese comentario tan suyo de, “Siempre tenemos que ser los últimos”. Mientras te mira con impaciencia, para que haga más efecto y te sientes muy, pero que muy culpable. Es en esos precisos momentos, en los que se te olvida que estás muy enamorada y te dan unas ganitas de mandarlo allí, por donde amargan los pepinos, a ver si llega el primero y te deja de presionar. Pero te contienes y te plantas lo primero que pillas, aunque te expongas a un esguince de tobillo, con tal de no oírle resoplar una vez más.

Samir, nuestro guía en Fez, era todo un personaje digno de estudió. Conocía la ciudad perfectamente y nos llevó por los lugares más curiosos y típicos de la misma. Comenzamos por el Riad L’artiste, una joya de fachada sobria pero limpia, en color arcilla envejecida, en cuyo interior alberga un patio central donde los mosaicos, las paredes labradas y los techos de maderas tallada, daban cuenta de la importancia de esta casa en el pasado.

   

Visitamos una cooperativa de alfareros, donde se trabajaba la arcilla a mano, haciendo todo tipo de objetos y azulejos que, terminaban metiéndose en unos hornos que el progreso ha trasformado y en vez de usar madera y hueso de aceituna, son de gas natural, evitando la contaminación.



No quiero olvidar a los maestros que fundían metal para adornar algunas piezas, su habilidad y maestría nos cautivó y le acribillamos a fotografías, mientras el no paraba de trabajar animado por nuestra curiosidad.

Se acercaba el atardecer y subimos a una explanada desde donde disfrutamos de las mejores vistas de la ciudad de Fez. Me consta que Samir tenía un sin fin de conocimientos, lo malo es que, quería expresarlos todos a la vez. Íbamos por la historia como por un parque de atracciones, en un sube y baja que a veces nos dejaba algo desorientados con fechas he historias mezcladas en nuestras cabezas. A veces una desconecta y tan sólo deseas contemplar esa Medina laberíntica que se pierde entre callejuelas protegidas por las murallas que delimitan el casco antiguo.


Visitamos las puertas del palacio que el pueblo de Fez, ha regalado a su rey. Donde Samir nos dio una clase magistral sobre la escritura Árabe y sus niveles de dificultad. Le ponía mucha voluntad a nuestra enseñanza, pero debo admitir que mi capacidad para los idios es bastante nula.



Atravesamos el barrio judío con sus balcones de madera, antes de cruzar, no sin riesgo por el tráfico, el gentío y los puestos que ocupan por completo y sin aparente orden, la plaza de la puerta Azul.


Una vez atravesamos la puerta azul, nos esperaba un laberinto lleno de callejuelas angostas y oscuras que, carecen de cualquier tipo de identificación. Las más anchas, tienen a los lados un sinfín de tiendas, llenas de todo tipo de suvenires, aceites, esencias, ropa y demás objetos buscados por turistas.



La noche culminó en una terraza donde la brisa de la noche, dejaba atrás el sofocante calor. Una cena típica, pequeños platos de ensalada, donde nunca faltan las lentejas y aceitunas, acompañadas por un delicioso pan, de plato principal brochetas variadas de ternera o pollo y como no, cuscús.



La pequeña plaza sobre la que nos encontramos, comenzaba poco a poco a quedarse vacía, cambiando el bullicio del bazar por una tranquila y entrañable noche, que contrastaba con la plaza grande en la cual parecía que la gente se negaba a abandonar.

El paseo hasta la caravana en una noche tan agradable, nos dejó con ganas de más, y prepararnos algo de agua con misterio, mientras contábamos historias a la luz de las linternas, aprovechando que al día siguiente no teníamos que madrugar.

La noche se hizo corta, sobre todo a mí que hablo por los codos. A veces no estoy segura si este don de verbo, que he heredado de mi santa madre, será una bendición o todo lo contrario.

FOTOGRAFÍAS REALIZADAS POR PACO MORENO VAZQUEZ Y BORJA MORENO 

22 ago 2019

LA MISTERIOSA NOCHE DE ODRY




 FOTOS DE PACO Y BORJA


El viento de Tarifa impidió la primera cena de hermanamiento, así que la trasladamos a la segunda noche. No es que lo necesitáramos, éramos inseparables, por lo menos hasta que terminara el viaje y nos quitaran los walkie talkie, pero era una excusa estupenda, para echarnos unas risas.

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Cuando fui a preguntar que hacía falta, ya estaba el campamento montado y una selección de productos typical spanish, llenando las mesas. Qué pensé para mis adentros, que nivel de organización “Estos han estado practicando todo el invierno, no me fastidies”. Como guinda, un maravilloso vino ofrecido por David, alías el “Jefesito”.

Resultado de imagen de COPA DE VINOVeinticuatro horas antes, ni siquiera nos conocíamos y esa noche alrededor de aquella mesa se obró la magia. No sé, si por estás lejos de casa, no sé, si por la necesidad del ser humano de pertenecer a un grupo. Lo que sé, es que después del segundo vino, los quería, los quería un montón.

 Buena cena, buena gente, la noche no podía ser más idílica, la agradable brisa mecía las ramas de los árboles en un suave y acompasado balanceo que llegado el momento y el agotamiento también, nos invitaba a dejarnos llevar por Morfeo y descansar entre sus brazos, sin tráfico, sin voces y sin ese camión de la basura toca narices, que no falla ni puñetera noche.

Resultado de imagen de NOCHE EN EL BOSQUEY tú que estás “contentilla”, piensas eso de “Que suerte tengo” y lo peor, es que en esos momentos te lo crees. Sientes una inusitada felicidad, que chocará en cualquier momento con la maléfica realidad que, en mi caso, nunca se hace esperar.

No me costó mucho coger el sueño, pero a las dos horas, un ruido seco me despertó.

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Como un sabueso en posición de caza, con el cuello más tieso que la mojama y las orejillas a pleno rendimiento, Intentando escuchar más allá del silencio sepulcral de la noche, ¿De dónde demonios había salido? No hubo respuesta. Unos minutos después, empiezas a dudar y comienzas a sentir cierta rigidez en el cuello, anunciando una torticolis segura, lo que invita a relajarse, a pesar de seguir con todos los sentidos en alerta, por si las moscas.


Resultado de imagen de BUHOMoscas no, pero una lechuza cantó y a poco me da un telele, los ojos como platos, las orejas a punto de salirse de la cabeza y el corazón a mil por hora, esto tenía peor pinta que “La matanza de Texas” versión Marroquí.


Tres y media y apenas había pegado ojo ¡Zas! Otro golpe. ¡Manda narices que nochecita estoy pasando! La rama del árbol que teníamos encima, golpeaba de vez en cuando la auto. Alivio al descubrir el misterio, por fin iba a descansar sin miedo. Me deje llevar por la poca paz interior que me quedaba y de repente, el concierto; lechuza, búho, paloma, tórtola o algún tipo de bicho volador, comenzó a emitir sonidos guturales, muy acojonantes. Estaba visto que no era mi noche.

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Cuatro y media de la mañana, voy acostumbrándome al bicho asqueroso que no deja de producir ruidos y me quedo traspuesta. Media hora más tarde, un gallo comienza a cantar. ¿Dónde leches, está el pxxx corral que estrangulo al gallo y a toda su panda? Menudo caldo, saco yo de aquí. A tomar por saco la vena animalista y el amor por la naturaleza, así no hay quien pueda ¡Viva el botellón, los camiones de basura y los gritos de la vecina del cuarto! Esto de la paz y el aire puro esta sobre valorado.

La falta de sueño me dejo atonta (si, un poco más de lo habitual) Estáis en todo. Como mi "queridísimo amorcito", no había cambiado la hora de España a la de Marruecos. Me levanto una hora antes. Con el stress de que llego tarde, porque oigo a mis vecinos de auto, Marisa y Manolo, liados en sus quehaceres. Por lo visto habían corrido la misma suerte que nosotros, con el cambio de hora.
     
FOTOS DE PACO Y BORJA
FOTOS DE PACO Y BORJA

Tan sólo doscientos kilómetros, de recorrido, eso sí, por carreteras marroquí, que equivale a más de cuatro horas, cinco si haces casos a los puestos de los arcenes, donde descubrí el mundo del regateo, para el que se necesita un master y aun así, te van a engañar seguro, eso sí, vas de un contento, pensando que lo has bordao.

    
FOTOS DE PACO Y BORJA
FOTOS DE PACO Y BORJA

FOTOS DE PACO Y BORJA
Llegamos a Fez y nuestro aparcamiento para la pernocta estaba lleno de coches, no voy a negar que mi lado Cruela de Vil, salió en busca de material catastrófico para este, mi blog. No voy a ser la única a la que el Karma la putee, pero en menos de cinco minutos. David nos había buscado otro y lo peor, muchísimo mejor, así no hay manera. Apuntito estuve de poner una reclamación. Donde se ha visto tanta eficiencia, que parece que somos suizos ¡leñe! La culpa no era mía, era la noche en vela que obnubilaba mi mente y saca lo peor que llevo dentro, pero en el fondo, muy en el fondo, soy maja, muy maja.

Todo se me paso, en cuanto me dijeron que teníamos una horita para descansar y echarnos un ratín, eso si que es español. Nada como una buena siesta y a vivir desventuras con energías renovadas, en mi caso fue bajar de la autor y...

JUICIO LEVE DE FALTAS

  VECTOR PORTAL Como ya os conté, Manuela tuvo un brote y, en plan chungo, me dejo claro que no era su vecina favorita y que, en cuanto me d...