La Paca (mi vecina) que creo que está perdiendo la cabeza.
Claro que no es de extrañar, después de aquella guerra abierta, batalla viene, batalla va con Manuela. La poda del árbol de la Barbi, que desde entonces no la habla, quería las ramitas con oruguitas y todo, para mi que esa mujer tiene síndrome de Diógenes. Tener un maridín algo perturbado y es que al Paparazzi le operaron el cerebro y creo que las neuronas se dejaron en el quirófano y para rematar faena, la única amiga que le quedaba, no puede tener trato con ella. Por lo visto, su marido un octogenario de muy mal café, ha decidido que su mujer de setenta y tantos, le engaña con el Paparazzi de sesenta y muchos, razón más que suficiente para que haya roto la relación, con lo divertido que tenía que ser un triángulo amoroso a esas edades, no les veo yo corriendo para que nos le pillen en la cama. Vale estoy siendo mucho más que mala, pero la culpa es de la imaginación.

El sábado, eran las 9:30 de la mañana y ya tenía en la puerta a la Paca con una perrita, que a falta de amiguitas, me viene buscando.
-¡Por Dios, que es sábado! ¿Quién perturba mi paz?- Me dije a mi misma, mientras me levantaba perezosa para abrir la puerta y me miraba en el espejo del pasillo, para ver si tenía algo de arreglo, con las pintas de Maruja en horas bajas que tenía, sólo me faltaban los rulos, no tenía arreglo ninguno, así que abrí tal cual.
- ¡Dile hola! – Me dice nada más verme asomar por la puerta.
Miro a la perrita, la perrita me mira a mí, ambas miramos a la Paca y decido romper el silencio, por que veía que la perrita, no se animaba.
- ¡Hola! – Mire a las dos, por que como no sabía con cual de las dos tenía que hablar.
Abrevie todo lo que pude la conversación, no me toméis a mal, pero la perrita no estaba por la labor de contestarme y la verdad, tampoco sabía que preguntarla, creo que nuestra amistad no es muy buena, la de la perrita claro, teníais que ver como me ladra la condenada.
Cada vez que me la encuentro me sonríe forzadamente, enseñándome todos sus dientes, la Paca, no la perrita y lleve la prisa que lleve, tengo que escuchar la misma charla una y otra vez, creo que no se acuerda que ya me lo ha contado y lo repite todo constantemente.
Y yo me temo lo peor, así empezó Manuela y no hemos vuelto a saber de ella y es que para mi, que sufrimos una plaga, lo que no se, es como terminaré yo, que no tengo perro con el que animar a mis vecinos a charlar, bueno siempre puedo mandar a mi preadolescente a buscar lagartijas, ¡Por Dios, creo que estoy sufriendo un brote!
PERDONAR MI AUSENCIA, LA FALTA DE TIEMPO ME IMPIDE COMENTAR COMO ME GUSTARÍA ESPERO PONERME AL DÍA LO ANTES POSIBLE.
BESITOS PARA TODOS.