5 nov 2023

ROCAMADOUR


De cahors a Rocamadour apenas hay una hora de camino. Nosotros tardamos dos horas dieciocho minutos. Mi Lucero decidió ignorar las indicaciones del GPS que no dejaba de resetear para llevarnos por la autopista. Queríamos verlo todo, disfrutar de lo frondosos bosques, los verdes prados y los pequeños pueblos que encontrábamos a nuestro paso. 


Dicho así, suena idílico. Pero, cuando pasan kilómetros y kilómetros sin encontrarte un alma, quizás, nos deberíamos haber replanteado nuestro camino y hacer caso al pobre Google maps, que terminó rindiéndose y dejándolos ir por donde nos diera la gana. Todo ello, mientras nosotros no dejábamos de preguntarnos:


—¿Por qué nadie más querrá disfrutar de tanta belleza?
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/PUENTE-DE-TURCO/18664

La respuesta vino en forma de puente, ¡Y, qué puente! Porque al pasillo construido sobre aquel riachuelo, le faltaban unos cuantos metros para merecer semejante apodo.  He visto funambulistas andar por lugares menos peligros que este con red de seguridad.




Nosotros lo conseguimos, y no me preguntéis cómo, porque yo tenía los ojos cerrados esperando la catástrofe y encomendarme al santísimo. Aunque agnóstica, una nunca sabe lo que se va a encontrar al otro lado, mejor prevenir, no vaya a ser que la eternidad se me haga bola.

Mi lucero ajustó (y lo digo de forma literal) la autocaravana a la calzada y consiguió pasar sin que se derrumbara. Lo más sencillo, hubiera sido dar la vuelta, pero teníamos tan loco al google maps, que ya no sabía ni que indicarnos.

Un par de kilómetros más tarde, teníamos que pasar por debajo de otro puente de características similares.


Siempre había oído decir a mi chico que quería cambiar nuestra auto capuchina por un perfilada, lo que nunca imaginé, es que fuera a ser de una forma tan radical. La altura del puente era tan similar a la de nuestra auto, que apuntito estuvimos de dejarla descapotable. Lo peor es que tuve que abrir los ojos para indicar el punto más alto del diminuto arco por el que teníamos que pasar.


         

Superamos el obstáculo y apuntito del colapso, reprogramé el GPS. Cogimos el primer desvío que encontramos para salir de aquella trampa para turistas, aunque, en realidad, ya no nos sirvió de mucho, porque estábamos a unos kilometros de nuestro destino.



Vimos algunos coches aparcados a los lados de la carretera. Pensamos que el pueblo estaría muy concurrido y el aparcamiento sería complicado, así que aparcamos y bajamos nuestra moto para llegar.

  







Tres kilómetros y medio más tarde, vimos al otro lado de la garganta esculpida sobre la montaña, la imponente abadía. A sus pies, el pequeño pueblecillo que se extiende a lo largo de una sola calle que cruza el lugar de un lado a otro.


Recorrimos los recovecos y subimos hasta la cima a través de un pequeño camino que los muy cachondos han comparado con el martirio de cristo en su camino a la cruz. Y, no andaban desencaminados. En cada trayecto tienen una imagen que representa alguno de los momentos que vivió el pobre en su calvario. El símil no puede estar mejor buscado, porque la subida se las trae y es un auténtico calvario llegar a lo más alto. 


                                     

Antes de llegar a la cima, nos encontramos una enorme cueva, donde en el fondo se representaba la escena que este video detalla.










Lo peor de todo, es que una no se lo puede perder, aunque llegue con el hígado a la altura de la garganta. Las vistas desde allí, son otro regalo de la naturaleza.

  


Describir este tipo de lugares me resulta una temeridad, hay tanta belleza que cualquier imagen vale más que mil palabras, y eso, que mis imágenes dejan mucho que desear.

¡Ea! Ser malos y viajar.


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