29 mar 2024

PRESBICIA

 

Erase unos ojos a unas gafas pegados, que escribiría Quevedo.

 Yo nací con gafas y no, no es una exageración de las mías. A los veinte días de nacer, cuando los bebes comienzan a fijar la mirada. Mi pediatra observó que mi mirada andaba algo distraída. Como era pronto para diagnosticarme, dejó pasar un par de meses. Tiempo suficiente como para que aquel despiporre de mirada no pasaba inadvertido ni para mi santa madre. Que veía como su querubín, era capaz de mirar a la misma vez a papá y a mamá, pero de forma independiente. Para que luego digan que de niña no era mañosa.

Me operaron a los cuatro años en un hospital privado. La seguridad social les daba largas y a mi madre le dijeron que, pasados los cinco años, tenía pocas posibilidades de arreglarlo. Pagar aquella operación, a mi madre le costó el sueño y mi padre un riñón, (más bien fue un cólico nefreitico, pero le viene que ni pintado a la situación) a mi me dejo bien, pero con los años se escacharró y me tuvieron que operar otra vez.

Ya podéis imaginaros el disgusto de mi madre, cuando en plena adolescencia, yo decidí quitarme las gafas por coquetería. Algo que, lejos de empeorar mi visión y contra todo pronóstico, resulta que la fue mejorando

Según me iban graduado las gafas que no me ponía, me iban quitando dioptrías. 

Hace unos meses, fui a renovarme el carnet de conducir, aunque no conduzco. El médico que me hizo la revisión, decidió quitar del carnet la letra que avisa de que no puedes conducir sin gafas.

Yo no me lo podía creer, estaba pletórica. Hasta que me puso un papel para que lo firmara y yo no veía la letra ni aunque lo alejara.

«Presbicia». Pensé y me dio un bajón. Oficialmente, me estoy haciendo mayor, aunque no os voy a engañar, desde que me mi hijo me hizo abuela, alguna pista al respecto tenía.

Me límite a disimular que lo leía y firmé cruzando los dedos y sin decir nada. A día de hoy, no sé, si era un consentimiento, un cheque en blanco o una letra a tres meses. Yo mientras no reciba nada

Paradojas de la vida, el día que me quitan las gafas de lejos. Me doy cuenta que necesito lentes para ver de cerca.

Y así pasan los días de mi desastrosa vida, el caso es tocar las narices o en mi caso, apoyarse en ellas. Porque mira que son grandes las puñeteras. Aunque mucho me temo, que estás, estás no menguan ni ciega. Que me han dicho que con la edad crecen. 












20 mar 2024

¡QUIERO SER ARTISTA!

 

Mi Lucero ha pasado un bache, bueno más que un bache un socavón. Empezó viendo chiribitas y terminó tuerto. Las alarmas saltaron el día me dijo eso de: —¡Muévete que no te veo!

A mí, en ese momento, casi me da un parraque.

Dos meses más tarde, tras una operación y una milagrosa recuperación de la mácula que había estado a punto de la extinción, andaba yo pintando un cuadro, cuando entra mi Lucero y me dice que quiere ser artista.

—¿Artista? —Le pregunto, mientras me vuelvo hacia él, pensando que se pondría a cantar como Concha Velasco eso de: “Mama, quiero ser artista o mama, ser protagonista…”

—Sí, quiero ser pintor. —Me dice muy serio. Él, que no ha cogido una brocha en toda su vida.

—¿Pintor? —Pregunto incrédula, mientras le muestro los pinceles que tengo en la mano, y él afirma con la cabeza. —¿Cuantas pastillas te has tomado?

—La que me tocaba.

—Trae el prospecto que mire los efectos secundarios. Que me da que hoy terminamos en urgencias.

—¿Te estás riendo de mí?. —Me pregunta, mirandome muy serio y yo niego con la cabeza, no vaya a ser que se ofenda. —Estoy inspirado y voy a pintar cuadros. Tengo que plasmar todo el arte que llevo dentro.

—¿Arte? Cómo no sea para el club de la comedia… —Me pone mala cara y para quitarmelo de enmedio y seguir pintando, le digo: —Toma un blog y empieza a prácticar dibujo.

—No necesito dibujar. —Me dice y se queda tan ancho.

—¿En serio? ¿Quieres pintar sin saber dibujar? 

—¡Sí! Quiero explotar mi talento

—Mientras no explotes mi paciencia…

—Que sepas que me estás ofendiendo y los artistas somos muy sensibles.

—¿Desde cuando eres artista? —Preguntó por si me he perdido algo.

—Desde siempre y nadie puede coartar mi creatividad, porque no tiene límites.

—¡Ni límites ni vergüenza! Pero lo apunto para cuando pinte el dormitorio.

—No, yo la brocha gorda no la trabajo, el médico me prohibió mirar hacia arriba.

—Ni la gorda, ni el pincel y lo del médico fue hace dos meses. —Le aclaro, por si se le ha olvidado.

—Te pones a la defensiva. ¡Eee1

—Da gracias a que no me ponga ofensiva. —Digo por lo bajini y respiro hondo, muy hondo. Porque todavía está convaleciente y no puede alterarse.

—Tú de lo que tienes miedo, es de que te supere.

—No hijo, lo que me da miedo es llenar la casa de liencios que nunca vas a pintar. Que entre los tuyos y los míos la casa va a parecer un almacen.

—¡Verás como no! Porque mis cuadros se van a vender como churros. No como tú, que a veces, hasta los regalas.

Respiro y respiro, porque no le puedo matar, que le he cogido cariño, aunque en estos momentos no sepa muy bien por qué.

—¡Vale! —Digo tras una breve reflexión. —Te pasaré algún lienzo pequeño para que vayas practicando. 

—¡Qué dices, su loca! Yo necesito algo más grande que mi creatividad está en expansión.

«En expansión vas a estar tú como me sigas tocando las narices. —Pensé para mis adentros. 

Al final y viendo que se ponía cabezota, cedí. Compramos lienzos de metro y medio para que plasmara su obra y pintura acrílica de litro. Había que vernos por la calle con el aire que hacía. Cada uno llevaba dos lienzos a modo de alas que el aire agitaba fuertemente. LLegué a pensar que iba a ser la primera mujer voladora y sin dientes en el aterrizaje forzoso.

Le convencí para que empezara por un cuadro pequeño para nuestro nieto y esta es toda su obra. 

Lienzo negro sobre fondo negro de 30cm por 25cm
Autor Lucero pintor

Creo que la etapa artistica de mi Lucero a pasado a mejor gloria, al igual que lo hiciera la fotografía, el futbol, el baloncesto, el tenis (con su raqueta y todo) el ciclismo (con maillot firmado por la estrella del momento), el Atletismo y la natación entre otros. Todo con una equitación completa y todos sus complementos que mi Lucero piensa que así lo va a bordar. Menos mal, que no le ha dado por la equitación, porque a ver donde narices meteríamos la silla y el caballo.


Ayer, me dijo que le gustaría utilizar el cuarto de nuestra hija como Gimnasio y al ver las máquinas tan enormes que quiere meter, me veo durmiendo en la cinta de correr.




 


JUICIO LEVE DE FALTAS

  VECTOR PORTAL Como ya os conté, Manuela tuvo un brote y, en plan chungo, me dejo claro que no era su vecina favorita y que, en cuanto me d...