22 jun 2020

TANGER. EL FINAL DEL CAMINO



Tal día como hoy, hace un año, comenzó nuestro viaje rumbo a Marruecos. Una panda de aguerridos caravanitas, habidos de aventuras, nos reuníamos en Tarifa, para coger el barco que nos dejaría en el mismísimo Tanger, donde comenzó nuestra aventura, el mismo punto, donde iba a terminar.


 Dicen que es una de las ciudades más cosmopolitas del país, refugio de intelectuales y artistas, que buscaban inspiración a mediados del siglo pasado y por lo que yo pude comprobar, no les faltaba razón. La ciudad está llena de encanto, del que mana una energía especial.

Hassan fue el encargado de mostrarnos, los recovecos y lugares más emblemáticos de esta ciudad. Relatando la historia desde varias perspectivas, su alma marroquí y su educación española, no se terminaban de poner de acuerdo en algunos puntos, aflorando sin tapujos sus sentimientos encontrados.

Nos confesó que, a pesar de su aspecto juvenil, tenía setenta y dos años y a las féminas del grupo, no nos pasó inadvertido el dato. He intentamos sonsacarle a lo largo de toda la visita. Siento comunicaros que lo único que conseguimos fue una dieta. Según él, había que comer lo justo y levantarte de la mesa, sin saciarte del todo.



Vamos lo que viene siendo pasar hambre de toda la vidita de Dios. Que pensé yo, para mis adentros “¿Cómo esa técnica rejuvenece las células y te deja el cutis terso, como el de un niño? Puedes perder peso, pero de ahí a evitar las patas de gallo, va un mundo. Vamos que voy camino de convertirme en pasa, porque el jodio no soltó prenda.


A lo largo de la excursión, descubrimos el Tanger de postal, con bonitos paisajes bañados por el mar , el mismo que, separa estos dos continentes de una forma tan bella como radical. Convirtiendo sin proponérselo en las dos caras de la moneda que muestra por un lado el desarrollo, la tecnología y el acceso a la cultura y la medicina, mientras que la cara b, la hambruna, las guerras por hacerse con el poder o las materias primas, asolando un continente tan rico en minerales, como en paisajes y naturaleza.


Desde la zona del puerto, donde nos mostraron como se intenta recuperar sus antiguas murallas, seguimos camino hasta la zona de los artesanos, donde tienen los telares en los que trabajan día tras día, tal y como lo hicieran nuestros antepasados. Para mi resulto un poco triste, ver cómo tanto trabajo, reporta tan poco.


De allí pasamos a los mercados de frutas, especias, carnes y pescados. Descubrimos una amplia gama de productos locales. Es cierto que en las carnicerías no verás cámaras frigoríficas, según su filosofía de vida, sólo exponen la carne que tienen claro que van a vender ese día. De ahí, que no las consideren imprescindible, el puesto se cierra, una vez se ha vendido el género.


No podía faltar el barrio judío, si algo he descubierto a lo largo de este viaje, es lo vinculado que estaban ambos pueblos en el pasado, iban casi siempre parejos, hasta que las cosas cambiaron.


Después de caminar toda la mañana, llegamos al restaurante. La comida marroquí ha sido la guinda perfecta de este viaje, con la que he podido disfrutar, en todos y cada uno de los lugares que hemos visitado. Aquí he comido los platos de cordero más deliciosos que he probado en mi vida, disfrutados como no, en la mejor de las compañías.


Dejamos que un grifo marcara nuestro destino y nos encontramos con el mejor de los regalos, donde lo más importante no han sido los monumentos, sino todo lo que nos encontramos en nuestro recorrido, los paisajes, la gente y las emociones de lo que hemos aprendido



La última cena del viaje, fue muy especial, desde lo alto de la montaña donde nos encontramos, vimos el atardecer que se despedía, al igual que lo hiciéramos nosotros de aquel lugar de fantasía.
Menos mal, que la vuelta era cuesta abajo. Porque aquella pendiente, no tenía rival como destroza piernas. Buena prueba de ello es el siguiente vídeo.

                               

Si me preguntaran si mereció la pena, diría que sí, ha sido fascinante y revelador en todos los sentidos, incluso en mi interior.


Si me preguntarán, si el viaje fue perfecto, diría que no. Hubiera sido aburridísimo y este fue todo lo contrario, divertido, autentico, vibrante. Por cada momento que no salió tal cual se había planeado, sacamos una aventura intrépida y fascinante.

                              

Si me preguntaran, si lo volvería a hacer, diría que sí, pero sólo si es en la misma compañía y con el mismo organizador. Era como ir en brazos, nos cuidaba, protegía y achuchaba, como si fuera nuestro propio padre.


Si me preguntaran, si cambiaría cosas, sólo cambiaría una, aumentaría mi estancia allí.


Si me preguntaran, que me llevo de este viaje, diría, que me llevo sentimientos encontrados, el yin y yan de una cultura que por un lado admiro y por otro me chirría, un aprendizaje, un cambio en mi forma de ver la vida y lo más importante, unos recuerdos que espero no borrar jamás, porque después de todo lo vivido en este año, han sido una gran compañía.


Como diría José Vasconcelos

“Un libro es como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía.”


Fin         

14 jun 2020

ASILAH, LAS CUEVAS DE HÉRCULES Y UNA CUMBRE MORTAL.



Llegamos a Asilah, pasadas las 12:00. Un precioso pueblecito pesquero azul y blanco, que formo parte del territorio español al Norte de África.

                     

Nos adentramos en su medina, donde un lugareño se ofreció como guía y David más por corazón que, por sus posibles conocimientos, le dejó que nos fuera contando algunas curiosidades de esta celebre ciudad. Las paredes blancas de sus calles, son usadas como lienzos, por artistas locales. En las obras, no faltan, ni los mensajes, ni el color. Un magnifico museo al aire libre, lleno de imaginación y talento. Del espacio, donde la humana no consigue llegar, es la naturaleza la que se encarga de ensalzar está preciosa localidad, bañada por un océano infinito que hace de este, un lugar perfecto para soñar.





Comimos en una terraza pescado de la zona y disfrutamos de una tarde libre en la playa. Una playa medio vacía, donde los chicos juegan al futbol y las chicas pasean o se bañan prácticamente vestidas.


Después de un último paseo al atardecer, para no perdernos ninguno de los matices, que proporciona la caída del sol al atardecer, preparamos una cena. El Palinka volvió a salir de paseo, con la esperanza de no retornar la botella a España y es que llevar está botella en la bodega es más peligroso que bebérsela. Así que el reto de fundirla no llegó a consumarse, algo de lo más normal, si se tenía en cuenta los efectos secundarios que produce tan endiablado brebaje radioactivo en nuestros metabolismos.




                  

El viaje va llegando a su fin, apenas quedan lugares que visitar de un recorrido que me ha descubierto un país diferente al que tenía en mi cabeza. A lo largo del mismo, nos hemos acercado más a las personas que a los monumentos y eso es lo que ha conseguido que el recorrido sea más impactante si cabe.

              

  En una jornada en la que primaba el descanso, visitamos las cuevas de Hércules, que reciben este nombre porque según el mito, este las habitaba. Un hombre se ofreció como guía y aunque al principio no estuvimos, muy por la labor. Una vez entramos en la primera cueva, totalmente desaconsejada por él, que a punto estuvo de darse calamacos contra la roca, ante nuestro empeño por entrar. Nos siguió pacientemente, por aquel bazar de los horrores tan bario pinto.

              

Después, nos adentramos en la auténtica y es allí, donde nos mostró todos los recovecos y curiosidad de la misma. Demostrando su buen hacer y conocimiento de la gruta. Conseguimos esas fotos, por las que todo el mundo se adentra en el lugar y salimos más contentos que unas pascuas y muy agradecidos a su santa paciencia.

                        

Unos días después de terminar el viaje, lo encontramos en un reportaje de madrileños por el mundo, el mundo es un pañuelo y tan sólo viajando se puede llegar a descubrir.

            

Comimos frente al mar, en un bar al que le pedimos mesas y sillas a cambio de hacer algo de gasto, sacamos de nuevo más viandas y finalizamos el día pasando la tarde en el Cabo Espartel. Dando un precioso paseo alrededor de la costa, a través de caminos para llegar al punto en el que el Mediterráneo y el Atlántico se unen.

            

En nuestro camino, encontramos un grupo de perturbados, que bajaba por una montaña imposible en sandalias y es que al parecer guiris locos hay en todos los laos.

              

Por la tarde llegamos a Tanger. El camping, muy cercano a la zona más céntrica de la ciudad, estaba en lo alto de una preciosa montaña llena de vegetación. De como llegamos arriba, sólo puedo decir, que creo en los milagros. Es la única opción factible. En la subida con una pendiente de 45º y me quedo corta a falta de porta ángulos, para poder demostrarlo. Una de las Auto-caravanas se quedó en mitad de la cuesta y el resto tuvimos que parar. La pendiente y el peso de nuestras casitasmoviles hizo el resto.

                              Caer rocas letrero Vector | Vectores de dominio público


Cada vez que intentaba arrancar, la auto retrocedía, en vez de avanzar. Obligando al resto de la comitiva a realizar la misma operación, hasta que no hubo espacio por donde escapar. Entre la tensión y los nervios, los motores echaban humo y las ruedas intentaban aferrarse a un asfalto, que más que un simple caucho, necesitaba un equipo completo de escalada.

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Todo el viaje paso ante nuestros ojos, pensando que este no podía ser el fin. Habíamos conseguido algo muy complicado, que sólo en excepciones se puede dar y es conseguir una cohesión de grupo prácticamente fundido en uno sólo. Sin dimes, ni diretes, sin malos royos, sin críticas, ni quejas. Una unión homogénea, entre personas que se admiran y quieren. Sin celos, ni recelos, desde aquellos que se conocían desde hacía años, hasta los que como nosotros aparecimos en busca de un grifo y quedamos enganchados de esta pequeña gran familia, como su hubiéramos crecido juntos.

                          Amigos Juntos Amistad - Foto gratis en Pixabay

Cuando la tragedia se cernía, ante la falta de espacio para maniobrar y aquella casitamovil perdiendo la batalla de la pendiente, intentaba aferrarse a lo que sus ruedas no podían, mientras su motor rujía a punto de explotar y los frenos echaban humo al límite de sus posibilidades, desesperados por perder la batalla. El milagro se obró y con un ligero avance, más similar a los primeros pasitos de un bebe, que aún vehículo a motor. De forma torpe y lenta consiguió llegar hasta un lugar, algo menos inclinado, donde el motor pudo recobrar algo de fuerza y conseguido llegar hasta lo más alto de la montaña, que nos había sorprendido, en una trampa mortal

El resto esperó a que llegara hasta lo más alto, para iniciar el ascenso y por fin encumbrar la montaña del nuestro último destino en Marruecos y que a punto estuvo de jodernos un bonito final.

  
                               

28 may 2020

RABAT EN UN DÍA


Llegamos con retraso a nuestro nuevo destino, serían cerca de las tres. A pesar de la hora, Rabat estaba en pleno bullicio y como toda gran ciudad que se precie, con un tráfico endemoniadamente caótico.


Aparcamos nuestras casitas móviles, en un lugar tranquilo muy cercano al centro. Y vuelta a la carrera. Subiendo y bajando de taxis, que a todo nos decían que sí, pero que luego resultaba que no. Y una vez montamos en el último, terminamos diciendo eso, de siga a ese vehículo. El taxista que iba en cabeza, le había prometido a David dejarnos en la misma puerta del restaurante, un cachondo mental, omitió decirnos que era día de mercadillo y era imposible pasar.


Nos dejó en la entrada del mismo, un maravilloso lugar para las compras que, a esas horas estaba repleto de gente. Entrar en él, fue toda una aventura. La ola humana te absorbía y mecía a su merced, llevándote de una tienda a otra. Cual cosmopolitas experimentados, conseguimos salir airosos de aquella marea. Cruzamos aquel mercado a toda velocidad. Ni James Bond, en sus mejores tiempos y eso que éramos diecisiete. No se perdió ni uno. Yo lo achaco a nuestros jugos gástricos y papilas gustativas, mucho más efectivas de lo que pudiéramos sospechar.




 
El lugar elegido, estaba escondido entre angostos pasillos, sumidos en la oscuridad, más propio de un pasadizo secreto, que a una calle transitada. Menos mal, que David tiene buen sentido de la orientación, porque si de mi dependieran, estos pobres, se hubieran muerto de hambre.  


No deja de resultarme curioso, ver como la luz natural, fluye iluminando el interior desde lo más alto, puro contraste con su entrada, casi secreta. El lugar decorado con celosías que determinaban los espacios, formaban marcos perfectos para los cuadros, que adornaban sus paredes, mostraban escenas cotidianas de su cultura, lugares emblemáticos y retratos de mujeres cubriéndose la cara, con telas de llamativos colores.




Quién me iba a decir a mí, que tan ofensivo me resultaba, ver a las mujeres con sus rostros prácticamente cubiertos, que meses después, una pandemia iba a conseguir igualarnos a todos. Hombres y mujeres tras unas mascarillas que, tan sólo dejan ver nuestros ojos. Tiene que venir un virus a recordarnos que todos somos iguales, con indiferencia de nuestro sexo, religión, posición social o ideología política. ¡Manda huevos!



Volvamos al viaje que me pierdo. No se le puede achacar al hambre, lo mucho que pudimos disfrutar de la comida. Y vuelta a sumergirnos en el centro de aquel mar humano, para volver sobre nuestros pasos y seguir el plan dispuesto.

                  

El guía, nos esperaba pacientemente al pie del monumento a visitar. La Torre de Hassan II, la necrópolis de Chellah y el mausoleo del rey Mohamed V, abuelo del rey actual. Anécdotas he historias, un millón de fotos y vuelta a nuestras autos.



Nos dirigimos hacía la Kasbah de los Oudayas. Aparcamos frente a las preciosas murallas que la envuelven como a un valioso regalo. Atravesamos las imponentes puertas de las murallas y recorrimos sus calles escarpadas. Las pequeñas casitas pintadas de blanco, marcaban el camino que llevaba directo al mirador, abriendo la pequeña Kasbah hacía el océano, cuya imagen ofrecía un lienzo infinito que, en aquellos momentos, mostraba un increíble y preciosa puestas de sol.

                


Con la noche, nos retiramos a un pequeño camping, al cual llegamos atravesando la feria junta a la que estaba. A diferencia de lo que ocurre en España, allí las ferias no son molestas. La música brilla por su ausencia y los feriantes no gritan lo de la muñeca chochona. Así que, algunos caímos como un tronco, hasta la mañana siguiente. Mientras David arrastraba por el mal camino a Paco, Paz y Toño, que lejos de ver el peligro, se dejaron convencer por un puñado de caracoles o garbanzos, porque estos condenaos se lo comen todo a cualquier hora. No contentos con tan deliciosos manjares, decidieron terminar la jornada montando en los coches choques.


A muchos nos cuesta dejar el niño que llevamos dentro, al margen de ciertos momentos, sobre todo cuando en el ambiente la magia invita a vivirlo todo con esa misma ilusión.

Como diría San Agustín.

El mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página.

JUICIO LEVE DE FALTAS

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