Hace mucho tiempo que deje de publicar y no por falta de
historias. En realidad, soy un pozo sin fondo. Nunca conseguiré entender, como
una maruja en horas bajas como yo, puede tener esta capacidad para meterse en
tantos follones y encontrarse en situaciones tan surrealistas. Todo ello, sin
apenas haber salido de casa.
Y sí, he dicho “maruja”, por lo visto ahora es políticamente
incorrecto. Y es precisamente eso, lo que me ha empujado a volver a escribir.
En un momento de empatía sin igual. Comencé a pensar en
todas esas historias que me gustaría contar y descubrí que, en casi todas,
siempre podría haber algún colectivo, persona, animal o cosa que, se sintiera
ofendido.
Con lo cual, comencé a censurarme y llegué a hacerlo de tal
forma que, perdí mi esencia, he incluso la gracia (Si es que alguna vez la
tuve).
Y no, no es que fuera a volverme loca, metiéndome en política,
religión o insultando a todo ser viviente. Nada más lejos de la realidad. Mis
historias son de andar por casa, salen de mis desventuras que no son pocas y de
mi entorno que, dicho sea de paso, es de lo más peculiar.
Lo malo era que, necesitaba escribir, como el que necesita oxígeno
para vivir. Al final, decidí dejar de lado mis pequeñas historias reales y pasé
a la ficción, donde para mi sorpresa, encontré un mundo en el que me he movido
como pez en el agua.
De aquellos barros, este libro: CON LA MAFIA EN LOS TACONES.
Lleva más de un mes a la venta en Amazón, pero no me he
atrevido a contarlo, hasta ahora. Cuando algunas personas ya lo han leído y me
han dicho que les ha gustado.
Sé que me queda mucho por aprender, en realidad, tan sólo
soy una contadora de historias que, aspira a poder ser una escritora.
Aquí comenzó mi aventura y aquí es donde tenía que volver para dar las gracias, por todo lo que aprendí de mis compañeros y por todo lo que he conseguido
con sus ánimos.
Espero que os guste.