PAISAJE VERDE |
Lunes 7:00 de la mañana, suena el
despertador, sin apenas quitarme las legañas, procedo a realizar la operación
anteriormente descrita y que no pienso repetir, por que es larga de narices.
Toda la exhibición iba perfecta, después de un mes de prácticas, consideraba
estar preparada, no solo para representar a mi Comunidad, si no para ir a las mismísimas
Olimpiadas de saltos de obstáculos en casa en obras, pero algo falló, llegados
al plegado de intestinos, se produjo un error de calculo (por no decir que me
puse morada la noche anterior) y para evitar clavarme el cuadro en el ombligo
(que ya bastante desfiguradito esta el pobre) realice el movimiento de cadera a
destiempo, clavándome el esquinazo de la mesilla en el centro mismo del glúteo
derecho. Un aullido más terrorífico que el del hombre lobo en Paris, salió de
mi garganta, despertando a mi pobre lucero, que cual resorte se incorporó
sentándose en la cama, sin apenas poder abrir los ojos y con carilla de “por
que a mí” pregunto.
-
¿Qué pasa?
-
¡Me he clavado la mesilla, en salvase la
parte! Esto se acabó, hoy mismo encargo el suelo y lo coloco yo.
-
Vale, me ducho, desayuno y nos vamos a por
el.
ESTE NO ES MIO Edvard Munch |
No se si fue por aullido acogonador que salió
de mi garganta, o por los ojos inyectados en sangre, con los que le miraba
fijamente, o quizás fuera la voz de ultratumba que salía de mi garganta, llena
de rabia y rencor, pero mi pobre Lucero hombre reconocido, anti-obras,
anti-bricolaje y ante todo lo que sean trabajos manuales, había cedido y estaba
dispuesto a que la realizáramos nosotros mismos y todo esto sin sobornos, ni
presión o coacciones, que no digo yo que no tuviera preparadas, en caso
contrario.
Un par de días después ya se estaba dando
cuenta de su error y maldiciendo entre dientes, el por que le había tocado a él,
la mujer manitas metomentodo.
Puede que tuviera algo que ver, que el mismo
día en el que comenzáramos a poner el suelo, yo le invitara a ver un vídeo de
bricolaje, para aprender como había que hacerlo.
-
Sí, lo pone una chica y parece súper fácil y
no veas como le queda.
-
¡Un vídeo! Es que a ti no te he explicado mil
veces que lo que sale en la tele es mentira ¡Una farsa! Detrás tiene al
profesional, que lo deja así, la chica solo disimula ponerlo.
-
¡Que no! Que esto es un vídeo del you tube.
“Hazlo tu mismo” se titula.
-
¡Hay Dios mío! Que no tiene ni idea y e
comprado para poner el suelo de toda la planta de arriba.
-
¡Hombre de poca fe! Verás como me queda,
prepárate y aprende.
Le puse el vídeo, para que pudiera ver con
sus propios ojos lo facilísimo que era la historia, pero creo que eso más que calmarlo,
lo descompuso más si cabe.
No voy a negar que el primer día fue difícil
y que el echo de intentar meter las tablas de la tarima, entrelazadas, como si
fuera un puzzle, no fue la mejor de mis ideas, ya que casi acaba con nosotros,
menos mal que encontré otro vídeo y enseguida me di cuenta de el error que cometíamos,
y es que había que poner la fila completa, así que esa misma tarde termine la
primera habitación.
Mi Lucero se portó como un campeón, y apenas
discutimos, no faltaron intercambios de opiniones, pero la sangre no llego al río.
De
cualquier manera, él sigue pensando que el bricolaje es un destroza familias y
me queda totalmente prohibido, al menos en los próximos 12 meses, volver a
desarrollar cualquier proyecto e incluso, pensarlo si quiera, pero yo creo que
en cuanto se le pase, podré volver a las andadas.
Llamé a la aseguradora para comunicarles, que
ya no hacía falta que me mandaran a nadie que ya estaba todo hecho y que me daba
igual si no me indemnizan, pero me dijeran como borrarme, que yo lo que quería
era estar segura y este seguro ofrece de todo menos seguridad, valga la
redundancia.
Desde que me cambie de seguro, me llaman cada
dos por tres.
Paradojas de la vida.