
El verano se acerca y yo estoy deseandito, de esas ansiadas y esperadas vacaciones, hace poco, mirando como organizar nuestro viaje, mi lucero, me dijo:
-¡Nena! Tienes que conducir, hacemos viajes largos y si a mi me pasa algo, alguien tendrá que llevarnos, es hora que te pongas las pilas.
-Llevas razón- a esto le llamo yo exaltación de la palabra, uno cree que puede hacer cosas que sabe que no, pero en el fragor del momento, se le sube el ego de manera descontrolada.
Sobre todo y teniendo en cuenta, los acontecimientos del años pasado al volante.
El primer viaje que hicimos fue a Donosti y mi Lucero después de echarle gasolina al bicho, me dijo:
-Nena, es tú momento, a ver de que eres capaz.
Yo, me di cuenta de lo bocazas que podía llegar a ser y asumí el compromiso, esta vez no le pregunte lo de los pedales, por que ya me lo contaba el mientras me ponía el cinturón.
Tenías que ver la cara de mis preadolescentes hijos, la boca abierta, la tez pálida y los ojillos desorbitaditos.
No os digo más fue ponerme en marcha y abrocharse el cinturón a cien por hora, con lo que me cuesta que se lo pongan cuando conduce su padre.
Mi lucero hombre tranquilo y afable donde los haya, intento guardar el tipo, todo lo que pudo, pero había algo más fuerte que el, que le empujaba a hablar constantemente.
-Nena, no corras, esto no es un coche.
-Si mi vidita.
-Nena, el camión, no te pongas detrás que luego te costara adelantarle.
-Si amorcito.
-Venga ahora ya puedes adelantarle.
-Lo que tú digas.
-¿Qué haces?
-Lo que me has dicho.
-¡No puedes pasar de 120!
-¡Vale, Vale!
A eso de los 50 kilómetros de trayecto, mi chico, ya no era el que yo conocí hace años.
Tenía el mismo aspecto que el lobo de caperucita, los ojos fuera de las orbitas, enseñaba toditos los dientes como el chispi (el perro de la vecina) eso si apretaditos, apretaditos, que pensé para mis adentros, con lo que me ha constado el dentista y como apriete un pelin más, van todos a tomar morcillas, le note algo tenso. Claro que puede que tenga que ver la manera en que se aferraba al sillón, apretando los pies, como cuando te montas en una de esas atracciones de feria, de las que dan muchas vueltas y meneos, de vez en cuanto decía algo.
-Nena, lo importante es que sepas lo que llevas entre las manos.
-Un volante, ¿No?
-Me refiero al vehículo.
-Una autocaravana.
-¡Sabes perfectamente de lo que hablo!
-¡Vale!, pero no te alteres que te va a subir la tensión.
Creo que se iba descomponiendo por momentos y cuando se le acabaron los argumentos comenzó con:
-Si te cansas lo cojo yo.
-Si voy muy bien.
-Eso, eso, que lo coja papa, decían los desgraciados de los niños.
Más de 150 kilómetros de tortura eran más que suficientes para la primera experiencia, decidí dejar el tormento para otra ocasión.
-Estoy un poco cansada.
-Pues mira hay una gasolinera a 3 kilómetros, metete y hacemos el cambio.
Podía a ver disimulado un poco, que se le puso una cara de alegría, como si le hubieran dado 2 semanas más de vacaciones.
Aunque el siguió presionándome.
-Vete frenando.
-Si cariño.
-Deja las marchas para luego, tú frena.
-Es que en la autoescuela me enseñaron a reducir.
-Lo dejas en punto muerto y ya esta.
-Eso no se puede hacer.
-¡Frena!
-Que viene un coche detrás, no puedo frenar.
En fin que me puso tan nerviosa que la primera entrada a la gasolinera que vi., me metí, Haciendo un derrape y aparcando como en las pelis, la deje níquel.
Mi lucero se quedo espantao y los niños, me miraban como no me lo puedo creer, lo que ha hecho mama.
Por lo que pude deducir, mientras mi lucero balbuceaba palabras no muy entendibles, me había metido por dirección prohibida y el señor de la gasolinera se quedo tan sorprendido, por mi entrada triunfal, que se le salía a chorros la gasolina, pero yo creo que exagera un poco, debe ser cosa de los genes.
En fin que he cogido el coche en varias ocasiones, pero siempre ocurre algo y así no hay quien pueda.
Con este episodio, termino mis aventuras, perdón mis desventuras al volante, no os castigaré más hasta la vuelta de vacaciones, que para más INRI hemos decidido ir a Gran bretaña, donde como ya sabréis se conduce por la izquierda, me veo como WOODY ALLEN AL FINAL DE LA PELICULA DE SCOOP