Primada: Reunión
de primos-as y sus respectivos consortes.
A pesar de que Lili, llevaba anunciándola
años, tubo que ser Sara, mujer de mundo y compañera de mi querido Carlos,
la que pasará a la acción y pusiera fecha y lugar a la concentración familiar
de perturbados y asociados.
Comenzó con
un grupo de wassap, donde muchos de nosotros pasamos a tener contacto con
primos a los que habíamos perdido la pista.
Según fue
avanzando el tiempo, el intercambio fotos, dio paso a anécdotas, videos,
imágenes y chistes divertidos, nuestros viernes se convirtieran en un día
especial, donde wassap viene, wassap va, terminábamos a las tantas muertos de
la risa.
Y con ese
buen rollo llegamos a la reunión, donde algunos a los que esperamos no
aparecieron, pero otros que no esperamos, nos dieron la grata sorpresa de
querernos conocer, por que a pesar de ser familia, los años, los trabajos, y
distancia, habían cambiado de tal modo nuestras vidas, que era raro, por no
decir imposible coincidir.
De cómo el
protagonista de nuestra tan esperada cena, terminó siendo el camarero, sólo
podría entenderse de conocerlo, clavadito al ya mítico camarero del guateque,
eso sí, a lo español, bajito, regordete y con gafas.
Mientras las
conversaciones fluían a mil bandas en el asador escogido, para tan magno evento,
el camarero asignado. Iba de un lado a otro mosqueado como una mona con
chinches, llevando la contraria a diestro y siniestro.
Que mi
prima Bea pedía Merluza, le atizaba emperador.
La noche avanzaba y su mal genio, también. Llegado el momento postres, aquello
paso a ser un autentico despiporre.
Lanzaba el
helado, como si estuviera enfoscando una pared, ¡Que mala leche!, como se balanceaba
el plato que no cascaba por el golpe, el caso es que todos mirábamos atónitos,
pero incapaces de decir nada, no fuera a ser que nos lo pusiera de peineta.
Cinco
minutos después volvió a la carga con la tarta, no cayó ni una de pie, lo bueno
era que el helado ya semi fundido por el calor, amortiguaba el golpe, también
es verdad que los avispados que le veían llegar espátula en mano, colocaban la
servilleta a modo de escudo antimisiles y se ahorraban salir a lunares de tan
grato evento, aunque a veces por muy previsor que fueras, no tenías
escapatoria, mi pobre lucero decidió acercarle el plato, para evitar la masacre,
pero este que debía de llevar las gafas de lejos, no atinó y terminó en medio
del mantel.
-
¡Coño! Que te has movido.- Le
decía el camarero mientras recogía la tarta del mantel y se la plantaba en el
plato.
Mi pobre lucero le miraba incrédulo,
pero no le dio tiempo a decir nada, en ese momento, Alfredo al ver el panorama
y como podía terminar su lanzamiento al estar al otro lado de la mesa, le dijo:
-
Yo no quiero, gracias.
El camarero miro a mi Lucero y
lanzando otro trozo de pastel encima del recogido de la mesa, le dijo susurrando.
-
¡Este es maricón!, así que pa ti.
-¿Usted como quiere el café
caballero? – Lo decía mientras apuntaba en una libreta aceitosa, que dicho sea
de paso podía habérsela ahorrado, total no daba una.
- Yo un cortado.
- Descafeinado de máquina, ¿no?
- No, quiero un cortado.
- Vale descafeinado de máquina. -Seguía
diciendo, mientras apuntaba.
- ¡Perdone! Lo mismo me he
expresado mal, pero quería un cortado.
- ¡Que si, que ahora le traigo
el descafeinado de máquina! Y siguió preguntando a mi prima, mientras Eduardo
me decía.
- ¡Odry! ¿Lo he dicho mal?
- No cariño, es que te ha
ignorado, igualito que está ignorando a tu prima ahora mismo. Y al volvernos
para escucharle oímos:
- Usted.
- ¡Solo!
- Vale, la leche aparte.
-No sólo.
- Que sí, que ahora le traigo la
leche.
Ya para rematar a Carlos se le
ocurre pedirle:
-
Yo quiero, café sólo, con un
chorrito de Baylis.
Se vuelve a mi Lucero que estaba
al lado y le dice:
-
¡Otro maricón!
Ya sin susurrar ni nada.
Para que más, ahí ya no había
manera de controlarnos, entre lágrimas mirábamos al pobre Carlos, que le decía
a Sara:
-
Díselo tu, que a mi no me cree. –
Pero Sara no podía hablar sólo llorar como el resto.
-
¡Ea! Me recorro 600 kilómetros
para cenar y terminan cuestionando mi sexualidad.
Mi primo Edu se tomo su descafeinado
de máquina, mi prima se tomo el café con leche y Carlos se bebió el café solo.
Momento justo en el que apareció el camarero y le lleno la taza vacía del dichoso
Baylis, sin hielo ni nada, que el pobre se bebió sin rechistar no fuera a que
le llamará otra cosa más gorda.
En fin si pasáis por la Cepa y
os encontráis con el, tenéis dos opciones, tomarlo a cachondeo, o salir
corriendo.
Juas, juas, juas.....lo que no te pase a ti....
ResponderEliminarQue peligro tant@s junt@s.
ResponderEliminarFeliz año nuevo
me lo he pasado genial, con esta página de teatro, que no esperaba. ¡Genial, Odry!
ResponderEliminarabrazo