Mi pequeñín no se salvó, lo lleve a otro sitio y después de
cambiar el ventilador, se dieron cuenta de que el problema persistía, él
ordenador se calentaba más que una plancha del McDonald en hora punta. Lo
trucaron un poco, con el fin de que aguantara y poderle sacar, todo lo que
llevaba dentro, que en los tiempos que corren es media vida de una persona, después
pasaría a mejor vida.
No habían pasado dos días, cuando andaba yo de Maruja en la
cocina, preparando una mahonesa casera con la batidora, cuando de repente, a
modo de proyectil, salió disparado un trozo de cable ardiendo, que penetro en
mi camiseta, he impacto en mi barriga a la altura del ombligo. Sin darme tiempo
a reaccionar, un denso humo negro lo invadía todo, los plomos saltaban, de
manera providencial, salvándome de un achicharramiento seguro o quizás algo
mucho peor, si hubiera llegado a explotar del todo. Lo único bueno es que sólo
me quemé la piel, los intestinos y demás quedaron a salvo.
Fui consciente en eso momento, pensé que estaba en racha y
que no hay dos sin tres o en mi caso (desastrosa y sin remedio) cuatro, cinco o
hasta que el destino me dé vacaciones.
Andaba con sumo cuidado, con una barriga achicharrada era
más que suficiente, pero al día siguiente, mis presagios se cumplieron en forma
de “lavadora loca”.
Ni veinticuatro horas había pasado y ya estaba metida en
faena, esta vez pensé que podía arréglarlo, convencí a mi Lucero que sacará la
lavadora de su hueco y la desmontáramos.
Hacía seis meses me paso lo mismo, se volvía loca y no
paraba ni para coger agua, que dado el estado mental de la dueña, no era para
nada discordante, pero me impedía conseguir ropa limpia.
Entonces llamé al técnico, que lo único que hizo fue secar
el plástico superior de la placa base que estaba húmeda (no supo responder al
por qué) y con mi secador, secar la placa base de los mandos, todo ello por
el módico precio de 25 € (¿Y el desgaste
de secador? ¿Quién me lo paga a mi?)
Realizamos la operación con esmero y esfuerzo, a mi Lucero
le costó sacarla y meterla (la lavadora) pero el arreglo, apenas duró un par de
días, al cabo de los cuales, volvió a su estado de enajenación mental transitorio
(la lavadora, aunque yo ahí andaba) y el mando no paraba de dar vueltas, cual
noria en feria.
Como estaba sola, no sabía si sería capaz de sacar y meter
(la lavadora) en su hueco, pero en un ímpetu, de esos que a veces terminan en
tragedia, cogí el toro por los cuernos (en mi caso lavadora) y mojando el suelo,
conseguí sacarla y desmontarla, sequé la dichosa tapa de la placa base y
observe que al ponerla en centrifugado, está hacía un ruido raro, como si le
costara.
En ese momento comencé a pensar y por raro que parezca,
llegué a la conclusión de que había algo en la zona interior del tambor.
Comenzando mi “PLAN B”. Como no tenía
forma de verlo, pensé que podía estar atascado en el filtro, procedí a su
retirada, sin prever que pudiera tener agua en su interior.
Llegados a este punto, no sólo tenía que secar la placa, el
suelo de la cocina sufrió una inundación, que ríete tú, del “fenómeno del niño”.
El filtro estaba lleno de cosas, botones, horquillas, pelusas y elementos no
identificados, pero no era el causante del ruido, que persistía de forma
insistente.
Pase al “PLAN C”, intente
quitar la goma de la escotilla de la lavadora, para ver si conseguía sacar, lo
que fuera desde allí, pero nada.
Mi “PLAN D”,
consistía en desmontar el tambor, pero lo descarte, a pesar de ser una
perturbada en horas bajas, de vez en cuando sufro de algún momento de cordura,
además los destornilladores no giraban, ni a la de tres.
Decidí ir a saco con el “PLAN
E” y llamar al técnico otra vez, pero no me cogió el teléfono. Miré la
lavadora, saque una goma que se anclaba al tambor exterior y comencé a dar vueltas desde el interior,
hasta que asomo algo, parecido a una puntilla de la cual comencé a tirar, como
si no hubiera mañana, poco a poco, entre los movimientos del tambor interior y
tirando de la prenda, hasta que conseguí sacar por completo el tanga diabólico,
causante de todos los males, nunca tan poca tela, causó tanto desconcierto.
Reconstruí todo lo que había desmontado y quedó más o menos
aceptable, volví a colocarla en su sitio, apenas me costó, con todo el agua que
había inundado la cocina, al quitar el filtro y “voilà”, la lavadora ha entrado
en razón y la dueña sigue esperando que el destino se dé por satisfecho.
Nunca vienen solas, pero tu te las "apañas" de maravilla, sabes que le puede pasar y ademas te atreves a solucionarlo, te mereces un aplauso y una buena cena. Abrazos
ResponderEliminarMadre mía, qué follón...
ResponderEliminarMadredelamorhermoso.
ResponderEliminarPero igual que se coló una vez ¿se podrá colar otra?...mete la ropa interior es bolsitas "ad Hoc"...
Me has hecho sonreir en esta mañana fria y bella de Miami
ResponderEliminarTus letras bailan felicidad
gracias y besos