Autor: PACO Y BORJA MORENO Desierto Erg Chebbi en Merzouga |
El invierno
había sido largo y complicado, como viene siendo habitual en mi desastrosa
vida. Razón por la que, a pesar de estar a mediados de junio, no tenía destino
de vacaciones.
Cuando Antonio me dijo que el veintidós de junio, salíamos, casi me da
un parraque.
- Es una coña
¿verdad? – Le miraba atónita, mientras el me negaba con la cabeza y a mi se me
salían los ojos de las orbitas - ¿Tan pronto? ¿Y dónde vamos? – Las preguntas
brotaban sin esperanza de obtener respuesta, mientras mi cerebro iba a dos
cientos por hora, directa a estrellarme, porque a esa velocidad, no hay
sensatez que se imponga.
- Pues sería
un buen momento para hacer el viaje a Austria que llevamos aplazando tres años.
– Me quedé pasmá, mi chico había pensado y lo mejor, la idea era buena, no, era
muy buena. Ese viaje estaba planificado, solo habría que darle unos retoques
¡Ingenuos!
Tres días más
tarde, descubriría que, para el destino la precipitación es su mejor aliada.
No quería
estresarme en aquella preciosa mañana de junio (como si eso fuera posible) Así
que, intenté respirar hondo. Estábamos a martes, eran las once de la mañana y
el tiempo corría en contra, mientras yo, estaba a puntito del ataque de nervios.
La primera crisis llegó con el grifo de ducha de la autocaravana, había pasado
a mejor gloria. ¿De verdad? no tenía mejor momento para romperse.
Antonio había
ido a toda prisa a conseguir uno. Me llamó, lo había conseguido, estaba
desatao, resolviendo crisis y si hubiera sido capaz de colocarlos, ya hubiera sido
la leche, pero la presión le pudo. Tuvo que acudir al mecánico, que le daba
para un mes y que por alguna extraña razón (Ahora estoy segura de que era él
destino) le inspiró tanta pena, que lo instaló a toda prisa.
Mientras esperaba,
descubrió un panfleto, que leyó por entretenerse. Anunciaba un viaje en
autocaravana a Marruecos y me envió una foto. Probablemente estaría cerrado, ya
que salían ese mismo viernes de Madrid.
Siete horas
más tarde, estaba pagando la cuantía total del viaje a una persona totalmente desconocida,
pero muy maja que me atendió por teléfono, como si me conociera de toda la vida.
En cinco minutos, me había trasmitido la ilusión de un viaje, que, hasta ese
preciso momento, no nos habíamos planteado ni ensueños. No teníamos ni idea de
lo que nos esperaba. Aunque en verdad, a esas alturas ¿Qué podía importar?
Lejos de
colapsar como sería previsible en mí, estaba tranquila y confianza ¿Me estaría
volviendo loca?. De vez en cuando asomaba algún sentimiento de sensatez y me
decía eso de “Que arrogante es la ignorancia”.
Un segundo de
lucidez y estuve a punto de entrar en brote, cuando me surgió una pregunta:
A puntito de
la parada cardiaca (Como me mola el drama) Llamé al organizador, David no tardo
ni treinta segundos en calmarme, primero por cogerme el teléfono y no desaparecer
con el dinero, segundo, porque existe un acuerdo y no es necesario el dichoso
carnet internacional.
El destino es
un viaje en sí, un grifo, puede convertir tu vida en una aventura o desventura
inolvidable, todo depende de lo que te toque vivir, en nuestro caso y teniendo
en cuenta que el desastre me acompaña. No sólo el grifo paso a mejor gloría, la
batería del habitáculo de la caravana, estaba llegando a su fin. Como no podía
ser de otra manera, eso lo descubrimos la primera noche, al llegar al punto de
encuentro en Tarifa…
Paso a la carrera a saludar, estoy de vacaciones, a la vuelta nos leemos. Abrazucos
ResponderEliminarDisfruta guapísima!
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