AIT VEN HADDOU EN ÉPOCA DE LLUVIAS |

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MANOLO AMAESTRANDO SERPIENTES |

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UN GUÍA PROPIO DE LAS PELIS DE INDIANA JONES |
No es de extrañar que la Unesco lo declarara en 1987 Patrimonio de la Humanidad. Ya que emana magia por todos y
cada uno de sus rincones. Es inevitable dejarse llevar por la imaginación y transportarte
a otro tiempo donde la ciudad recobra toda su vida y esplendor.
Llegar a la cima de aquella
antigua y bella población, no sólo nos proporcionó unas increíbles vistas,
además nos recordó lo importante que es conservar aquellos tesoros que nuestros
antepasados construyeron y que el paso de los años hace únicos e irrepetibles.
Entramos en un pequeño museo que
nos descubrió la forma en que estaba distribuida la casa y como se desarrollaba
su día a día. Subimos a la parte más alta de la casa, creo que los áticos
fueron inventados por estos lares. Bromas aparte, no hay duda de que el lugar
es espectacular visto desde cualquier perspectiva.
Subir y bajar por aquel laberinto
de construcciones ancestrales, despertó nuestro apetito y la expedición se
dirigió de vuelta al otro lado de aquel río seco, que en época de lluvia
aportaría una extraordinaria estampa a un lugar tan idílico y especial. Si la
belleza saciara, estaríamos empachados, pero para desgracia de nuestras
cartucheras, esta belleza sólo sacia nuestra imaginación.
David encontró un restaurante al
pie de cauce del rio en la zona nueva, desde donde pudimos disfrutar en su terraza
de unas vistas inigualables, siempre que vayas a la puesta de sol, si no lo
único que puedes conseguir es una insolación o en su defecto un golpe de calor.

Nos dejamos cautivar por un
ventilador y un sinfín de botellas de agua fresquitas, que según traían desaparecían,
eso no nos quitó el hambre y comimos un Cuscús y Tajín de cordero acompañado de
ciruelas, que fue de los mejores que he comido en este viaje. Algunos
aprovecharon aquellos mullidos cojines para echarse la siestecilla de rigor,
que tanto echamos de menos cuando salimos de España.
Volvimos al camino, con destino Marrakech. David, quería llegar antes de que se hiciera de noche. Lo entendimos
una vez llegamos allí.


Lo construyeron los soldados
franceses en 1936, en la época en que habían colonizado esta parte del mundo.
Quizás buscaban una forma de defensa (despeñando a la gente ¡Claro!) Aunque lo
más lógico es que buscaran nuevas rutas de enlace a través del Atlas. Geográficamente bastante inhóspito he
intransitable.
Llegamos a un mirador en la parte
alta de la montaña, donde había un bar y en frentito al píe de las escarpadas
montañas, unos puestos con piedras y suvenires, en este curioso país, no hay
lugar que se precie, en el cual no vendan algún recuerdo.
Vimos que hacían zumos de naranja
y pedimos para todos “dieciséis”, para ser exactos. Al pobre le faltaban manos,
vasos y voluntad, que fuimos solucionando. Los vasos, rellenando los que se
iban quedando vacíos. A estas alturas de viaje nuestros escrúpulos habían
desaparecido por completo y nuestro sistema inmunológico había desarrollado un
antiviral que servía para todo, cómo el jabón de lagarto de las abuelas.
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ENSEÑANDO EL MANEJO DE LA MÁQUINA |
Al ver que se nos hacía tarde, David se hizo con un cuchillo y Toño se colocó en el exprimidor, definitivamente, había nacido para ello, cómo le daba a la máquina. Hubo un momento de colapso, ya que David cortaba más deprisa que Toño exprimía, pero no tardaron en solventar el problema gracias a la coordinación del dueño de aquel lugar en construcción, no trabajó mucho, pero se lo pasó en grande. La acción y logística se desarrolló de forma sublime y en menos de quince minutos, ya nos habíamos preparado y tomado, un buen vasito de vitamina c, tiempo record que no volvimos a superar.
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UN PUESTO CON SU NEVERA Y TODO, AUNQUE SÓLO LA USARAN DE EXPOSITOR |
Nos pidió fotos y nos enseñó todo
lo que estaba construyendo, le resultábamos amistosos o quizás simplemente una
pandilla de tarados alegres, que no paraban de reír y de hacer cosas fuera de
lo normal.
