Me levante cansada, no había pegado ojo en toda la noche, los nervios no me habían dejado.
No se vosotros, pero yo, ante nuevas experiencias, no lo puedo evitar me pongo muy nerviosa, intento repasar en mi mente los pasos que tengo que dar, que al final no sirven para nada, por que la situación termina siendo totalmente distinta a la que has imaginado.
En fin, me duche, me arregle, todo lo mejor que una señora de mi edad puede hacerlo claro esta y me puse un vestido negro yo creo que iba elegante, aunque no se si elegancia era lo que requería la situación.
Durante todo el camino, no dejaba de pensar si lo haría bien o mal, o si me traería consecuencias, parece que soy muy atrevida o lanzada, pero en el fondo soy una tímida, muy en el fondo, claro.
Cuando llegue, la entrada estaba llena de gente, tenía la sensación de que todo el mundo me miraba, menos mal que en la entrada me esperaba Paca, ella era una habitual y hacía tiempo que esto ya no la ponía nerviosa.
- ¿Cómo te encuentras? –Me pregunto.
- Pues estoy muy nerviosa, para que lo vamos a negar.
- ¿Quieres que lo dejemos?, si no estas preparada, no tienes por que hacerlo, además las dos sabemos que puede tener consecuencias.
- No, quiero llegar hasta el final y cuanto antes lo haga mejor.
- Yo la primera vez me tome esta pastilla y la verdad es que luego todo fue sobre ruedas, ¿Quieres una?
- Bueno, si me ayuda a relajarme un poco, por que voy más tiesa que la garrota de mi abuelo.
- Te ayudará no te preocupes. Vamos arriba nos están esperando.
Cuando llegamos, el paparazi (marido de Paca), me pregunto que tal me encontraba y si estaba dispuesta, yo asentí, fue entonces cuando llegó, el señor de traje, me dio unas directrices que debíamos seguir, si queríamos que aquello saliera bien.
Después de esperar un rato, las puertas se abrieron y un señor muy serio llamo a los señores trajeados, los dos se fueron hacía el, estuvieron hablando unos segundos y luego uno de ellos se dirigió a nosotros.
- Paca, me pregunta si queremos seguir adelante o preferimos dejarlo.
- Queremos llegar hasta el final – Dijeron Paca y el paparazi.
El señor de traje se lo hizo saber al señor que le había preguntado y todos estuvieron de acuerdo.
Yo ya estaba preparada, por fin había llegado el momento, creía tener claro lo que tenía que hacer, aunque eso tuviera consecuencias para mi, no se si por el dopaje de paca, yo estaba más calmada, mire al fondo del pasillo, estaba lleno de puertas y en ellas, una extraña mezcla de clases sociales, hombres de trajes muy serios, maleantes, mujeres de mala vida, señoras, jóvenes, tanto chicas como chicos y como no policías y guardia civiles, no faltaba nadie, todos esperaban para lo mismo.
Volvió a salir el señor e hizo acercarse a los señores trajeados, les hizo entrar y nos quedamos esperando.
- ¿Paca esto es normal?
- Si te soy sincera es la primera vez que hacen esto.
Al cabo de unos minutos salieron y el señor de traje se acerco a nosotros.
- Hay que dejarlo.
- ¿Cómo? –Dijimos los tres sorprendidos.
- La jueza ha dicho textualmente. Estoy hasta las narices de Paca y Manuela, así que como no lleguen aún acuerdo las empapelo a las dos.
- Pero si ha sido ella, dijo Paca.
- Si lo sabemos, pero la jueza tiene mucho trabajo y este juicio se está alargando más de lo debido, a dicho que a Manuela la va a leer la cartilla y que si vuelve, la enchirona, por cansina.
Los dos abogados se lo hicieron saber al secretario y este se fue ha comunicárselo a la jueza, mientras tanto, Manuela, no muy conforme con el asunto regañaba a su abogado y Paca se acercó al suyo a decirle que ella tampoco estaba de acuerdo, los dos abogados intentaban hacerlas ver que de nada servía lo que dijeran, la jueza se lo había dejado claro, Manuela recriminó a Paca.
- Sois unos maltratadotes.
- Pero si eres tú la que me has agredido y no me dejas vivir. – Le contestaba Paca.
- Yo, soy una pobre mujer a sido tu marido el que me ha pegado.
- Pero si yo, ni siquiera estaba en casa.- Dijo el paparazi
En fin que Manuela, volvió a montarla, se puso a gritar en medio del pasillo en frentito mismo de la sala, los dos abogados intentaban calmarla, pero nada, ni el suyo, ni el de Paca conseguían hacerla entrar en razón, a poquito no abre la puerta para gritar a la jueza.
Que dicho sea de paso hubiera estado muy bien, a ver si así la enchironaban de una vez.
Yo sentadita en una esquina del pasillo, me negaba a acercarme por que veía que al final terminaban todos en los calabozos y una esta dispuesta a nuevas experiencias, sobre todo si hay esposas de por medio, pero lo de los calabozos, ya me han contado que no es muy divertido.
Al final su abogado se la llevo como pudo el hombre y Paca y el Paparazi, se quedaron como si les hubieran echado un jarrón de agua fría, tanto decirles la policía que denunciaran, para que pillaran a la jueza con el día torcido y nos les hicieran ni puñetero caso.
La verdad que mi primera experiencia en un juicio, aunque fuera de faltas, no tenía nada que ver con lo que yo había imaginado y es ahí cuando pensé para mis adentros. ¡Cuánto daño hacen las series de jueces y abogados americanas!
Aquí, si el juez tiene un mal día, se niega a trabajar, no me extraña que digan que la justicia esta fatal.