Maria miraba al espejo con su nueva sonrisa, el gimnasio no se notaba en absoluto, de cualquier manera se veía muy bien, pero ella no iba por hacer ejercicio, si no por hacer amigas y amigos, fue uno de los consejos que le dio su spsicologo, después de aquel intento de suicidio para olvidar, pensó que era inútil hasta para suicidarse.
El spsicologo la dijo, que era bueno que recordara aquel día para que jamás lo volviera a intentar y Maria cuando veía que su sonrisa se borraba, recordaba el bochorno que paso aquel fatídico día.
Un día lluvioso, en el que Maria se levanto de la cama con una extraña sensación de vacío, habían pasado ya tres meses desde que firmo el divorcio y casi un año desde que su marido la abandonará por otra mujer, sin amigas, sin trabajo, sin familia.
Toda mi vida entregada a él, ahora me doy cuenta de que tonta he sido y de cuanto me he perdido se repetía una y otra vez, de repente una idea acudió a su bonita cabeza y muy dispuesta se fue hasta la habitación, dispuesta a cumplirla, abrió el bote de pastillas y se tomo la primera, fue a buscar más agua y se tomo la segunda, cuando buscaba la tercera.
-¡Ostras no tengo más!, seguro que tengo en la cocina.
Miro en todos los cajones y armarios de la casa, pero nada, ni una aspirina.
-¿Qué hago yo ahora como me suicido? El gas, buena idea, el gas será mi salvación.
Al cabo de media hora estaba dormida como una marmota, con la cabeza apoyada encima de la mesa de la cocina y hora y media después un timbrazo la despertó.
-¿Quién será? Y lo más importante, ¿por que sigo viva?
Se levantó y abrió la puerta sin preguntar.
-Buenas soy la presidenta de la comunidad, quería decirla que ya han arreglado la avería del gas y puede usted utilizarlo.
-¿Avería?
-Si ayer por la noche, la vecina del quinto casi muere por un escape, pero no se preocupe que por suerte no paso nada y todo esta arreglado, se imagina si llega a encender cualquier cosa el edificio hubiera saltado por los aires.
-Si una autentica tragedia. Se despidió y cerró la puerta dándose unos cabezazos contra la pared.
-¡Adiós al gas! No había pensado que podría matar a alguien más, pero y ahora ¿qué?
Cortarse las venas, esa era la solución, no habría efectos colaterales, -busco entre las cajas de la mudanza que en tres meses no se había dignado a colocar, ni una cuchilla, si es que ya ni se depilaba, se miró las piernas horrorizada, los pelos eran de una largo preocupante, en sus axilas podría llevar trenzas y la zona del pubis parecía el amazonas en sus mejores tiempos.
-Tengo que hacerme la cera, ¿como he podido llegar a esto?
Después de estar una hora quitando la gran mata de pelo que cubría su cuerpo, se duchó, esto parece otra cosa, no hay color, ahora hasta parezco una mujer, pensó
Tenía el cuchillo en sus manos, intento un primer corte pero, nada, entre que le daba miedo apretar y que ese cuchillo no cortaba ni mantequilla, la cosa se hacía difícil.
-A bocados tendría mejores resultados- se dijo en voz alta.
La verdad es que era la peor de sus tres ideas, no se atrevía ir sólo a hacerse los análisis, cuanto más a cortarse ella misma a si misma.
-Me tiro por la ventana, si esa era una buena idea, llovía a mares y no había casi gente por la calle.
Se fue a la ventana, la abrió se sentó y sin pensárselo dos veces se lanzó al vacío.
Para colmo de males su camisón holgadito de seda natural, muy resistente por cierto, se quedó enganchado en un saliente de metal que sobresalía en la fachada.
María agitaba sus piernas, para conseguir soltarse, pero nada de nada.
El vecino del segundo la vio por la ventana y no tardo en avisar a los bomberos, ya que el por más que lo intentó no podía llegar a ella.
El espectáculo hizo que la calle se llenará de vecinos cotillos, dispuestos a ver las mini braguitas que llevaba.
Cuando llegaron los bomberos María se sentía feliz, no solo por que la ayudarán a dejar el espectáculo que sin querer estaba dando, sino por que fue lo mejor de la noche.
Tres auténticos mocetones subieron por la escalera, cual cuento de hadas la desengancharon y uno de ellos la cogió como un saquito de patatas y la dejo en el mismito suelo.
-¿Qué es lo que ha ocurrido?
-Se calló una prenda por la ventana e intente cogerla. No quería decirla verdad, la llevarían a un hospital spsquiatrico y no estaba por la labor.
-No sabe que ese tipo de cosas suele ser muy peligroso.
-Ahora sí.
-Bien pues tenga mas cuidado la próxima vez, ¡adiós!
-Perdón no se pueden ir, no me pueden dejar así, vamos quiero decir que no tengo llaves de casa.
Uno de ellos, el más madurito subió con ella y le abrió la puerta con una tarjetita en unos segundos.
Ella le miró, estaba empapada y sus pezones sobresalían como misiles en una lanzadera, le dijo:
-Muchas gracias por todo.
-No hay de qué, aunque tenga más cuidado, podía haber dado un disgusto a su familia.
-No tengo familia.
-Vaya, pues a sus amigos.
-No tengo amigos.
-¿Seguro que buscaba una prenda?
-Sí lo que no sabía era que prenda me faltaba.
-Y ahora lo sabe.
-Estoy más que segura- le contesto en tono intimo y seductor.
-Me paso a las 12:00 cuando termine el servicio, para ver como se encuentra.
-Me encantará volver a verle.
Cerró la puerta y fue en ese gusto momento cuando decidió, que su momento no había llegado y que le gustara o no tendría que vivir, aunque después de pensar que había conseguido una cita con un bombero, estaba claro tenía que vivir, aunque solo fuera para contarlo.