Maria compendió cual era el síndrome de Estocolmo, en el mismo instante que vio como se abría una portezuela de madera y distinguió entre sombras lo que parecía ser una mujer con Hiyab. Sobre todo cuando descubrió que lo que llevaba en su mano era una bandeja con comida y una jarra.
Lo primero que la pidió en cuanto la hubo soltado, fue agua, después comida, estaba muerta de hambre y luego intento averiguar que era lo que iba a ser de ella.
- ¿Cuándo me van a matar? – Le pregunto muy sería, quería saber de cuanto tiempo disponía, aunque la verdad no tenía ni idea de para que.
- Primero mi nombre, Nalim y segundo ¿Por qué estás tan segura de que vas a morir? ¿No crees que si te quisieran matar, ya lo habrían echo?
- Si no quieren matarme, entonces ¿Qué hago aquí?
- La verdad no lo se, estamos esperando a Mibsan, llegara está noche, el te dirá lo que quieras saber.
Maria no dijo nada, pero una vez sólo recordó ese nombre le resultaba familiar, en más de una ocasión Qasid lo había mencionado cuando hablaba por teléfono, el siempre le decía que eran cosas de negocios, ahora empezaba a entender a que tipo de negocios se refería.
Se levanto de un salto con el corazón a mil por hora, en su cabeza se agolpaban un montón de recuerdos, era como si una descarga eléctrica la hubiera despertado de su letargo.
Comenzaron a tener sentido aquellas escapadas que había echo junto a Qasid, el siempre le mandaba los billetes de avión y la hacía inscribirse en el hotel con su nombre, el siempre llegaba más tarde, habían ido a Túnez, Egipto, Yemen, Marruecos, Israel, Francia, Gran Bretaña e incluso EEUU, pero ella nunca le acompañó en sus famosas reuniones, que el preparaba someramente.
Por fin tomaba sentido el ultimo viaje que la propuso, tenía que contactar con alguien de su confianza y el la llevaría al hotel, sólo tenía que preguntar en el aeropuerto
Recordaba como todos sus problemas comenzaron, justo cuando ella había seguido sus indicaciones, la habitación del hotel voló por los aires, justo en el momento en que ella había bajado a recepción, por que no funcionaba el aire y nadie la cogía el teléfono.
La mirada de horror del hombre de la recepción y como ella echo a correr por las calles, con la certeza de que iba a morir, por mucho que intentara escapar.
Un sudor frío le recorrió la espalda, de alguna manera y sin tener clara la razón Qasid la quería matar.
Se dejo caer en la cama, como un fardo inerte y sin vida, creía a ver encontrado el amor y ahora era consciente de que había sido utilizada, no sabía muy bien ni ¿Por qué?, ni ¿para qué?, pero una vez más un hombre la había destrozado la vida, en este caso incluso, se la había intentado quitar.
Cuando la puerta se volvió a abrir, Maria no hizo ningún movimiento, estaba tumbada en posición fetal, con las manos cubriéndose la cabeza, como si quisiera desaparecer.
Una voz suave la habló y la agarró para ayudarla a incorporarse.
- Maria, ya esta aquí Mibsan, quiere hablar con tigo, tienes que levantarte.
- ¿Para qué? Puede matarme aquí.
- ¡Que empeño en morir chica!
- ¿Y qué otra cosa me queda? Me han utilizado una vez más y me han destrozado el corazón.
- No se de que hablas, pero Mibsan quiere, que subas y tiene prisa.
- Bueno pues no le hagamos esperar, haber si terminamos de una vez por todas con esto.
Subieron las estrechas escaleras, Maria seguía a Nalim en silencio, despacio, cabizbaja y a punto de derrumbarse y ponerse a llorar, no tuvo tiempo.
Al entrar en una estancia amplia, rodeada por cojines donde sentarse se encontró de frente con un hombre.
Se sorprendió por que no era exactamente como ella lo hubiera imaginado, era castaño y sus rasgos eran occidentales, no parecía ni siquiera musulmán, a pesar de vestir como tal.
- Mi nombre es Mibsan. Le dijo en un tono cordial, mientras le ofrecía su mano para saludarla.
- Creo que ya sabe el mío.- Le respondió sin entusiasmo mientras bajando la mirada hacia la mano, que se negaba a estrechar.
- ¡Vaya! Veo que no empiezo con buen pie, es que no la han tratado bien.
- ¿Qué entiende usted por bien? Golpear, atar, encerrar, no cree que es una forma un tanto especial de tratar a un ser humano.
- No hubo otra manera de salvarla la vida, la iban a matar y hubo que intervenir directamente.
- Y tan directamente, todavía me duele la cabeza.
- ¡Lo siento! Creo que fueron más sutiles en el hotel.
- ¿Cómo, poniendo bombas?
- ¡No! Cortando el teléfono, para hacerla salir de la habitación.
- ¡No entiendo nada!
- Intentare explicárselo de manera rápida. Qasid la ha utilizado.
- ¡Noticia fresca! – Exclamó sarcástica.
- Veo que ya ha llegado usted solita a la conclusión. En fin que una vez todo el servicio de espionaje Libio puesto en movimiento, para matarla por alta traición, nosotros teníamos que protegerla.
- ¿Nosotros? ¿quiénes? Y ¿por qué?
- Por que es la única manera de destruir a Qasid y romper las fuerzas de espionajes Libias.
Maria le miro sorprendida, sin poder articular palabra alguna y sin entender como demonios había terminado metida en esto.