10:00 de la mañana, suena el teléfono.
- ¡Sí!
- Hola amor, que tal estás preciosa.
- ¿Perdón? – Le digo a la voz, que dicho sea de paso, a mi no me suena de nada.
- Te echo de menos y me gustaría verte.
- Mire, es que creo que se está confundiendo de persona.
- No, estás de broma.
- Pues va a ser que no. Mire usted, no tiene la misma voz que mi marido y de momento, no me he echado ningún amante, así que creo que se está confundiendo.
- ¿No eres Marta?
- No, si ya se lo decía yo, que se estaba confundiendo.
- ¿Quién eres?
- Odry. Le digo yo ignorante pensando que se había equivocado y buscaba el nombre de alguna compañera.
- Vaya, pues es que me he quedado sólo en la oficina y he dicho voy llamar a mi compañera.
- Pues mire no soy yo. – Diciéndome a mi misma Estos dos están liados. ¡Aquí hay tema!
- ¿Cuántos años tienes?
- ¡Huí! Un montón, soy muy mayor, mucho mucho, así que no se deje llevar por la voz juvenil.- Y es que, como todo el mundo dice que tengo voz de niña, ya se lo iba aclarando yo, no fuera a pensar que hablaba con una jovencita.
- Me estás engañando
- Que no. – Mira que son raros los hombres, si eres sincera no te creen, con tal de imaginarse lo que ellos quieren, como si le dices que eres anciana.
- ¿y tú, cuantos años me echas?
- Unos 30. – Pa quedar bien, como leches voy a saber cuantos años tiene, si no le e visto en mi vida, pero por no fastidiarle el ego, desde por la mañana temprano.
- Pues tienes una voz muy bonita.
- Sí eso dicen.- Al principio pensaba que le daba apuro el haberse equivocado, pero me empezaba a darme la sensación, que estaba la mar de a gusto con el error.
- ¿Qué llevas puesto?
Aquí es donde pensé, Seré infeliz, este no quiere disculparse, ni está dando un rodeo por el apuro ¡Este es un pervertido! Un toque de sinceridad y la libido a freír monas.
- Pues las zapatillas de Piolín y el chándal que uso para la limpieza, bien manchadito de lejía y muy anchote, con pelotillas de las grandes, de las que cuando las arrancas y se tropiezan con ellas los niños por el pasillo, pueden jugar al fútbol.
- ¿Y qué haces?
- Tender la ropa, preparar la comida, recoger las habitaciones, pasar el aspirador, limpiar el polvo, hacer los baños, ¡nene que soy Maruja en funciones!
- ¿No trabajas?
- No, estoy dentro de esos 5.000.000 de parados. – Haber si hay suerte y me contrata, aunque lo mismo y pensando en para que me contrataría, mejor no, que no estoy yo PA trotes.
- Me encanta tú voz, ¿Te importa si me masturbo?
Pero será cerdo el tío, bueno por lo menos me pide permiso, estoy gilipollas, lo que tenía que haber echo es colgarle, mierda de educación la mía.
- Hombre, a mi como si te la machacas contra una piedra, pero es que tengo que tender la ropa, que si no a tomar por saco el horario marujil. - ¿Y yo porqué le doy explicaciones a este imbécil si no le conozco y encima es un guarro?
- Que pena, oye perdona por el error.
- ¡Nada, nada, Adiós!
A sido colgar y pensar ¿Cómo puedo ser tan pava?, con lo mayor que soy y todavía me pillan fuera de juego estás situaciones.
No se porque al cumplir los 40, parece que las mujeres adquirimos un pasaporte de invisibilidad, que nos proporciona un salvoconducto contra obscenos, salidos y demás fauna varonil en pleno vigor primaveral a pesar de entrar en el invierno.
En fin, que hay gente pa too.