3 dic 2014

DESASTROSA Y SIN REMEDIO

                                                     

 Después de viajar una tiene que volver a la realidad, y en esta mi comunidad, la realidad, es como para mear y no echar gota.

            Os pondré en antecedentes, nos comunican que podemos anular los contadores de agua de bomberos del garaje. Unos meses después el ayuntamiento nos dice que tenemos que volverlos a poner, por que nuestra normativa es antigua y es la nueva la que no los necesita, llamo al Canal y empieza mi penar.

            En la primera llamada reclamación que te crió, al borde que se puso a gritarme. Cagüen en el abuso de poder y la prepotencia.

            En la segunda ya empezaron a abrir expedientes como si no hubiera mañana, yo tenía tantos números que tenía los nervios a flor de piel por cual iba a tocar, hasta que llego la ultima y me dijo te a tocao. Este y no va más, que tienes muchos expedientes abiertos.
            Manda huevos, como si los estuviera abriendo yo.
Me manda al inspector, ¡En que horita!

                      
-         ¡Buenas días!
-         ¡Buenos! – Al menos eso espero me digo pa mis adentros, después de esperar 3 meses para que viniera el señor.
-         ¡Uy, uy! Creo que hay un problema.
-         ¡No me fastidie! ¿Cuál? Si no ha mirado nada
-         La entrada del agua, tiene que ser por la derecha, en vez de la izquierda.

Lastima de no tener una foto de la cara de gilipollas que se me queda en ese mismísimo momento.
-         Me esta tomando el pelo ¿verdad? Esto es una cámara oculta, ¿Dónde tengo que saludar?
-         No, lo siento, es que ha cambiado la normativa
-         ¡Cagüen la leche con las normativas de los Cojo…! ¿Esto que va según el partido político que gobierne? ¡Por que si no ya me explicara!- Le digo mientras me contengo, para no dejarle la cara como un cuadro de Picasso.
-         ¡No mujer! – Me dice mientras no puede evitar la risa.
-         ¡Pues me lo explique! Si hasta hace unos meses valía. Solo falta el contador ¡hombre!
-         Ya, pero hay que cambiar la entrada de agua y tenemos que levantar el suelo de la acera, picar la salida y…
-         ¿Y por dentro, como le damos la vuelta a la instalación?
-         No mujer, de eso nos encargamos nosotros. Ya le mandaremos la documentación y el presupuesto para que pida permiso al ayuntamiento. ¿Se encuentra bien?
-         ¡No! – Le digo mientras le clavo mi mirada asesina, la que acojona, así que me da el papel y se va como alma que lleva el diablo.
 
Una vez recibida la carta y acordarme de todos los amigos constructores de señor del Canal de Isabel II, que tanta caja quieren hacer a mi costa, me pongo en contacto con la Junta de Distrito.

            De allí salgo con las ideas claras, adaptar el garaje a la nueva normativa, y me libro del contador y los 200 Euracos más IVA cada dos meses durante el resto de nuestras vidas.

Contrato a un ingeniero. En que horita, el tío nos cobra una pasta, le facilito el trabajo tanto que hasta le hago los planos, y nos hace un informe de corto y pego de la ley, sin haber pedido ni un puñetero presupuesto, por no hablar, de que me endosa otra vez el dichoso contador, con la consiguiente obra. Que ya son ganas de tocarme las narices, cuando yo le había explicado hasta la saciedad lo que necesitábamos.
                                                                   
            A mi esta a punto de darme un aquel y le mando un mensajito al Presi, para informarle.

            ¡Querido Presi!

            El impresentable de los cojo… del Ingeniero, nos ha tomado el pelo, así que creo que ha llegado el momento que saque la Vallecana que llevo dentro y le diga cuatro cositas, aunque sólo sea para desahogarme, por que si no lo hago, esto se me enquista dentro y no le arriendo las ganancias, como me lo eche a la cara, va a quedar que ni pa chope.

            Pero en fin como tú lo veas, si crees que tenemos que hacer otra cosa, estoy a tu entera disposición.

Un saludo Mar.

Un minuto después recibo el siguiente correo.

¡Buenas tardes Mar!

No te preocupes que me pongo en marcha ahora mismo y te consigo los presupuestos que necesitáis en un par de días.

Siento las molestias.

El ingeniero.                                                                                


Yo me quedo atónita y pienso.

1.      Es vidente, el muy porculero.
2.      Tengo superpoderes y telepatía. ¡Como molo!
3.      Le he mandado el correo, contestando a un correo anterior al que tenía adjunto al Ingeniero con el Presi.

¡Bingo!
           
            Como puedo me repongo y llamo al presi por teléfono para contarle la metida de pata.

-         ¡Odry, tú no te preocupes!
-         No, si preocupada no estoy, pero ya que tiene nociones de lo que siento puedo desfogarme a gusto, que lo tengo enquistao y eso…
-         No, mujer vamos a tener paciencia y ya veremos, si eso, mejor ya hablo yo con el.
-         ¡Vale Presi! Tú mandas.

En fin así anda mi vida, metiendo la pata un día si y otro también y por si no tenía bastante, este finde tengo primada.

¡Que Dios nos coja confesaos!



29 nov 2014

EL FIN DEL VIAJE.

                                                    

   Cuanto menos tiempo nos quedaba, más disfrutábamos nuestra experiencia en Tokio, una vez perdido el miedo a lo desconocido, a los tópicos absurdos y hasta a la mismísima vergüenza, todo fue mucho mejor.
 
            En el barrio de Shiodome, nos colamos en una ceremonia de unos monjes en el templo Zojoli, lo más curioso es que justo detrás del templo hay una despampanante torre Eiffiel de color rojo, por lo visto es una antena, además de un observatorio, a sus pies un estupendo centro comercial, como no podía ser de otra manera
                                                                                                    
    


     









   Nos moríamos por ver Tokio desde las alturas, así que nos fuimos a Shinjuku, barrio donde se encuentra Las torres que albergan el Gobierno Metropolitano de Tokio, una especie de ayuntamiento, a lo japonés, o sea impresionante, además de gratuito.

                           

  


     La vistas desde allí te hacen pensar, casi tocando el cielo, viendo la alfombra de edificios de múltiples tamaños y estructuras de lo más diverso, donde rascacielos y pequeñas casas típicas, viven en total armonía, a los pies de semejante torre, te hace sentir minúsculo, una molécula de polvo en el paraíso, donde cabe todo lo que la imaginación abarque, e incluso hasta donde la imaginación no da. Como un pequeño parque cercano, en el que había un rastro de lo más curioso, donde la gente vendía cosas de segunda mano y antigüedades de lo más variopinto, lo que viene siendo un mercadillo jipi a lo nipón.
  

            Una de las cosas que nos dejaron con la boca abierta es que buscando un acuario-delfinario que mi hijo se moría por ver, terminamos en el barrio de Ikebukuro en un precioso e impresionante hotel. Nuestra primera impresión, fue “Vaya mierda de mapa, nos han tomado el pelo”, pero vimos una flecha que indicaba el delfinario dentro del hotel y como Emilio Aragón, en sus tiempos mozos, seguimos las flechas, atravesamos un centro comercial, situado en la primera planta del hotel, subimos unas escaleras automáticas y justo en la tercera planta, una especie de mini parque de atracciones y unos pasos más, el acuario, aquí volvimos a pensar “Vaya mierda de Acuario-delfinario” Aquí los delfines brillaran por su ausencia, pues no.
 
            En la tercera planta de hotel estaba este maravilloso lugar del que prefiero veáis las imágenes.
    
            Se que me quedan muchas cosas por contar, barrios que describir, pero es imposible por mucho que resuma, las sensaciones que uno tiene, cuando se encuentra en pleno Tokio en una calle, llenas de restaurantes españoles, cuando bajas de un tren desorientada y se te acercan con toda la amabilidad del mundo, para decirte por donde salir, como si te leyeran el pensamiento, o cuando dudas si lo que tienes que coger es el metro o el tren y una estudiante de español, se desvive por hacerse entender y ayudarte.
     
Mis últimos días en Japón, fueron inolvidables e inenarrables, por que hubo tantos lugares, tantos momentos maravillosos, tantas sensaciones, que mi escasa brillantez como escritora no me lo permiten trasmitir, muy a mi pesar.
        
           Así que me despediré con Odiaba, atrás quedan Shinjuku, Shibuya, Asakusa, Ueno, Akinahabara, Ginza, Roppongi, Shinahagawa, Shiodome, Ikebukuro y Marunouchi.
 
                                                     
            En una estación de tren, por encima de los transeúntes, como suspendidos en el aire, un tren sin conductor surca la ciudad, a la altura de una quinta o sexta planta de los edificios. Nos llevaba, mientras observamos el interior de los mismos, donde la gente sentada en sus oficinas o andando por sus casas, no se si de forma consciente o no, son observadas por nosotros, el tren cruza por encima del agua y nos deposita en una Isla artificial, donde los Japoneses vienen a mojarse los pies en la playa, atravesando un pequeño parque, donde la Estatua de la Libertad te saluda y donde un enorme centro comercial te da la bienvenida.
        
            El atardecer de nuestro ultimo día en Odiaba fue otro sueño, donde los últimos destellos de sol, dan paso a una semioscuridad, entre las luces de neón y las pequeñas luces de los barquitos. Y en esos momentos te transportan a un maravilloso lugar, de el que no deseas irte y no voy a negar que me brotó alguna lagrimilla al ver la vista de la bahía, serena e impresionante como todo lo que hemos visto en este increíble y maravilloso lugar.


            Mi Lucero solo sabía decir, que pena que Japón este tan lejos.
           

           





 































JUICIO LEVE DE FALTAS

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