23 feb 2024

LA SINCERIDAD ESTÁ SOBREVALORADA


Jueves por la tarde y llamo a mi madre, que hoy no tenía cole, por que la profesora de informática estaba pachuccha.

—¿Qué haces, madre? —Le preguntó, cuando descuelga.

—Leer tú última novela. Que me han dicho en el cole que tenemos que practicar en casa para mejorar la comprensión lectora y el libro que nos han dado no me gusta nada.

—¿Y te gusta?. —Le preguntó ilusionada.

—Ha empezado muy bien, pero luego…

—¿Cuántos capítulos has leído?

—El primero.

—¿El primero? —Repito como un loro. 

—¡Si! Y me ha encantado.

—¡Entonces! —Le preguntó sin entender nada.

—He ojeado el libro y he visto que salías. Y me he dicho, que hará esta pánfila en una novela de espías.

—¡Mamá! Que soy tu hija y la novela es de ficción.

—¡Y tanto que es ficción! Con lo sosa que tú eres, como para ser espía. —Me suelta y se queda tan ancha.

—¿Seguro que no soy adoptada? —Le preguntó a mi madre que parece querer hundirme. —Me haría tanta ilusión.

—¡Qué teatrera eres!

—Por eso escribo y salgo en el libro, madre.

—¡Qué carácter, nena! Igualita que tú padre, que no aceptaba la crítica.

—¿Critica? Si no te lo has leído y ya me estás poniendo verde. En realidad, dudo de que hayas terminado alguna de mis novelas. —Le digo haciendome la ofendidita.

—Pues la verdad es que no.

—¿Enserio? Madre, esto no lo cuentes que me hundes la carrera.

«No me lee ni mi madre». Pienso mientras me hundo en lo más profundo del sofá. 

—¡Ni que fueras Cervantes! —Me suelta y para arreglarlo continua diciendo. Hija, es que entre el cole, las clases de informática, las excursiones, la compra, las salidas, el café con las amigas, el teatro y los libros del cole, no me da la vida. Ya podías escribir más despacio.

A mi la cabeza me daba vueltas, mi madre tiene más vida social que yo y encima me lo restriega.

—Entonces, ¿por qué decías que te gustaban? —Le pregunto que ya son ganas, con la que me está cayendo.

—Porque cuando leo más de la mitad, me impaciento y le echo un vistazo al final.

—¿Solo leías el final? —Le pregunto, al borde de declararme oficialmente huerfana. 

—No, la primera casi la leí entera, la segunda llegue a la mitad y la tercera...

—¡Un capítulo, madre! Te has leído un capítulo. ¡A este paso, en la cuarta, te quedas en el titúlo! No entiendo porque los coges para leer.

—Es que era el más finito. —Me suelta.

—¡Hay Dios! ¡Mamá, que me estás frustrando y esto no psicólogo que lo arregle! El próximo libro te lo doy sin final. Que te puede el cotilleo.

—Hay que ver cómo eres, encima que te he dicho que me gusta y que le tienes que pedir uno a mi vecina.

—No, mami, eso no me lo habías contado.

—En cuanto le he dicho que sale medio barrio, le ha faltado tiempo de pedirme un ejemplar. 

—¿Y como sabes que sale medio barrio? —Al otro lado de la línea se hace un silencio y yo que la conozco como si fuera mi madre, pregunto: —¿Seguro que solo le has echado una ojeada al final…?

19 feb 2024

RECETA DE LENTEJAS

 









Doce de la mañana y voy camino al supér que no he parado.

Hija que me llama por teléfono y lo cojo cruzando los dedos que, ¿no sé por qué?, estoy en racha.

¿Qué te pasa, hija?

¿Estás disponible?

Depende de para qué.

Necesito la receta de lentejas.

Le doy la receta por enésima vez, que no sé como no se la ha memorizado y por si acaso, le llevo avituallamiento no se le quemen o algo.

Como vive a un par de calles, salgo del súper y me voy directa a su casa para llevarle lo que he comprado.

¡Mama! ¿Tú crees que las he echado mucho agua?Me pregunta cuando estoy entrando.

Entro en la cocina, miro la olla de ocho comensales y está rebosando.

¿Cuántas lentejas has echado? Preguntó preocupada.

Tres o cuatro puñaditos.

Que yo miro la mano y miro la olla y la relación no aparecía por ningún lado.

¿En qué momento de la receta, te he dicho que las ahoguaras?

Es qué la última vez me quedaron espesa.

¿Y con esta olla quieres compensarlas? Le preguntó preocupada, tenía todas mis esperanzas en ella, que el otro es muy listo pero no se le nota nada.

Hija que me mira y dice: Pues en medio hora tengo que estar comiendo que, si no, no llego al trabajo.

Las pruebo y disimulo el mal trago:Quizás necesiten algo más de sal, de especias o de todo lo que tengas a mano.

¿Están sosas?

Si estuvieran sosas, se podría hacer algo, pero he probado agua con más sabor y sustancia que este caldo.

Tengo caldo del pollo en la nevera, podría potenciarlo.

La miro y no me lo puedo creer. Todavía cree que necesita más caldo. Ella se da cuenta y rectifica.

Mojamos pan y listo.

Ni haciendo sopitas con toda la barra, chupa este caldo.

¿Y qué hago?

Sacó la mitad del caldo y lo reduzco en otra cacerola mientras en la otra olla echamos arroz, sal y todo lo que encontramos.

A unas malas me hago puré. 

La hora se echaba encima y metió la batidora sin pensarlo. Más que puré, resultó un licuado, aunque conseguimos que aquel caldo recordara  a unas lentejas, pero de las de rancho.

Esta noche van a hacer solomillo de cerdo, menos mal que es magro.

15 feb 2024

¡CUALQUIER DÍA PIERDO LA CABEZA!

 

BY RAPAOLONI ON DEVIANT ART

Y no miento, que es lo peor.

BY ADMODEODESINAN ON DEVIANTART

Tenía mañana de papeleo y llevaba un libro de actas en el que tenía puesta mi atención plena (que dirían los del mindfulness). Tan es así, que en el primer lugar donde tenía que utilizarlo, me lo deje olvidado. Estaba en el andén, justo antes de coger el metro y salí pitando para ir a buscarlo.

Si sólo fuera eso, podría pasar como despiste, pero es que después de volverme loca de ventanilla en ventanilla, como la falsa moneda que de mano en mano va y ninguno se la queda. Llego por fin a mi hogar y lo primerito que hago es cambiarme las botas de tacón que solo a mí, se me ocurre ponérmelas con un calcetín gordo de lana con las gomas desgastadas. Cuando me las voy a quitar, me doy cuenta de que no había subido la cremallera y que llevaba todo el calcetín en la puntera.

Así tenía los dedos suplicando por salir. Yo, hasta les escuchaba decir eso de; el calcetín o nosotros, uno de los dos sobra.

En fin, estaba en racha y cuando iba a salir a la compra, me doy cuenta de que el móvil no está. Y se encienden todas mis alarmas, que son la mar de escandalosas.

Histérica, recorro la casa de un lado a otro, intentando explicarme cómo y dónde demonios lo he podido perder. Entonces pienso: No, no lo he perdido, me lo han tenido que robar como el monedero, porque lo llevaba en el bolsillo.

SETHMENDOZADA - HOBBYIST, GENERAL ARTIST DEVIANTART

Y Me da el parraque (¿Cómo puedo ser tan dramática?). Aun así, voy a casa de la vecina y le dido: —¡Paloma, llámame por teléfono!

Paloma me mira raro, y yo le aclaro: Creo que me han robado el móvil, no lo encuentro y es por asegurarme antes de poner otra denuncia. Al paso que voy me van a dar un bono en comisaria.

Vecina que amablemente me cuenta como se lo robaron a ella, por si yo no estuviera lo suficientemente histérica ya. Yo que no digo nada, porque Paloma es muy maja y mi última esperanza.

Vecina que marca y yo que comienzo a escucharlo muy, pero que muy lejos. Vecina que me mira como si estuviera tarada. Pero yo conozco su zumbido y lo sigo hasta la planta de arriba, entro en el cuarto y al abrir el armario, allí estaba vibrando como si no hubiera mañana.

Por lo visto debí dejarlo allí, al cambiarme las botas.

Y así pasan mis días, entre despropósitos y maldiciones a mi karma. Aunque, mucho me temo que, en esto, el karma no tenga que ver nada, más bien es un tema de memoria de una desmemoriada.





















10 feb 2024

INSTALACIÓN DE AIRE ACONDICIONADO

 

WIKIPEDIA

No hay telediario que se precie que no te hable sobre el calentamiento global y yo, mujer previsora donde las haya, me he dicho eso de nena, de este año no pasa. Y me puse a buscar empresas que instalen aireaondionado para que me dieran presupeusto.

 Pensé que, si lo hacía en invierno, sería más fácil y más barato.

¡Infeliz! 

El primero tardo un par de semanas en venir a verlo y a día de hoy, sigo esperando; el segundo, vino a verlo y dos semanas más tarde me envió un WhatsApp: Te he mandado el presupuesto al correo electrónico.

Lo busqué, pero nada, miré en todos mis correos por si me hubiera equivocado y allí no estaba. Iba a llamarlo, cuando miré en la carpeta de spam, y me quedé acojonada. Estaba el primerito de una larga lista de estafas.

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Lo abrí con curiosidad, lo miré, lo remiré y hasta me puse las gafas.

¿Cómo no lo iba a mandar al spam? Si yo misma estuve por dejarlo allí con el resto de estafas.

Entonces pensé, esto es la inteligencia artificial que nos tiene controladas. Si ha tenido acceso a mis cuentas, habrá pensado, mejor que no se entere de nada y siga viviendo con algo de esperanza.


Conclusión; sino me toca la lotenía, espero que este año el clima es más suave o en su defecto, que yo resista mejor las sudadas.

En fin, siempre nos quederá visitar la playa, que en remojo el calor no se nota apneas nada.



3 feb 2024

¡AY MADRE!

 


Mi madre es una mujer peculiar y me quedo corta. Yo la he dejado cinco minutos de reloj en la puerta de una tienda y cuando he salido le estaba contando a una señora con todo lujo de detalles nuestra vida.

Lo malo no es que le vaya contando a la gente nuestra vida, lo preocupante es que la acababa de conocer y más preocupante aún, es que yo tenga sus genes. Solo hay que leer este blog para darse cuenta de ello.

Suena el teléfono y miro la pantalla a ver quién perturba mi paz. Veo que es mi madre y pienso: «Algo le ha pasado que ya hemos hablado dos veces esta mañana».


—¿Qué te pasa?

—La tele no se ve, me dice que no tiene señal de antena.

—¿Le has hecho algo?

—No que le voy hacer… —Me contesta mi madre como si fuera inocente.

—¿Seguro, madre? —Vuelvo a preguntar.

—Bueno…, he trasteado un poquito. Pero empezó ella diciendo eso que te acabo de leer.

—¡Voy para ya!

Me pongo el abrigo, cruzo la calle que nos separa y pienso para mis adentros: «¿Porque no me habré ido a vivir más lejos? Y me respondo: Porque no me gusta conducir y me iba a pasar todo el día en la carretera»

Llego al portal de mi madre y el telefonillo no funciona, le doy una y otra y hasta diez veces, que me digo: «—Nena no seas burra que te lo cargas». Y justo en ese momento se me enciende la bombillita. Cojo el móvil y llamo a mi santa madre.

—¡Mama, abre! Que tu telefonillo no funciona.

—Si estaba bien esta mañana.

—Estaba, pero ya no lo está.

Madre que se empeña en abrir desde su casa, yo que la vuelvo a llamar para que baje y así hasta que consigo que lo entienda. Baja las escaleras y le pregunto:

—¿Tenéis luz? —Aprieto el interruptor y no se enciende la lámpara del techo.

—¡AAaaa! Pues no. Espera que te cuente. —Y me hecho las manos a la cabeza. —Mi vecina y yo hemos bajado el diferencial porque la luz de la escalera se quedaba encendida.

—¿Y no podías haber bajado solo el interruptor del alumbrado? Si quitáis el general, os quedáis sin telefonillo, sin el repetidor de antena y sin cualquier otra cosa que esté conectada.

—Era por no malgastar energía.

—Ahorrar, vais ahorrar de lo lindo porque no va a funcionar nada.

Madre que sube el diferencial del portal y yo que subo a echar un vistazo a la televisión, no vaya a ser que tenga que hacer dos viajes. Móvil que me suena e hija que llama desesperada.

—¿Qué te pasa? —Le peguntó mientras trasteo en la configuración del televisor.

—¡Mama! Dame la receta del arroz blanco en olla exprés que si no, no me da tiempo de comer antes de irme al trabajo.

Comienzo a darle la receta mientras y veo que mi madre tiene la antena en analógico.

—¡Mama! ¿Has puesto la antena en analógico? —Le dijo, mientras Beatriz hecha el ajo y el laurel para rehogar el arroz.

—¡Si, claro! —Me dice ella muy dispuesta. —Para que veas que no soy tan torpe como crees. Han dicho en la televisión que van a dejar de emitir y yo ya lo he cambiado para adelantarme

Hija que interrumpe: —¡Mama! Que ya le he echado el arroz y lo he rehogado, ¿cuánta agua tengo que echar?

—¡El doble hija! —Y me vuelvo hacía mi madre. —Mama, cambian a digital, el analógico es que desaparece. Te dije que no hacía falta que lo tocaras.

—Ya, pero como se ha ido la antena…, he pensado, esto va a ser el apagón digital.

Hija que insiste al otro lado de la línea: —¡Mama! ¿cómo se cierra la olla! Que no puedo.

—Pon el botón hacía la izquierda.

—La tuya o la mía.

—Si estas delante de la olla, en el de las dos.

—¡Oye, nena! Te voy a enseñar los retales que te dije que te tenías que llevar. —Dice mi madre, mientras Beatriz sigue histérica intentado cerrar la olla.

—Espera mamá, que Beatriz tiene crisis culinaria. —Le digo a mi madre y habló con mi hija. —¿La has puesto en salida de vapor?

—Sí, pero se ha quedado pillada, la he cerrado a lo bestía y creo que va a explotar.

—¿Cómo que va a explotar? — Preguntó, mientras mi madre se empeña en enseñarme unos retales de Maricastaña.

—¿Cuál te gusta? —Me dice, mientras la niña está dando bocinazos al otro lado de la línea.

—¿Quieres que vaya en un momento y lo arregle? —Le peguntó a mi hija y mi madre saca otro retal más. —Pero, ¿Cuántos retales has comprado?

—Tú tía que me los ha dado.

—Y no me extraña, con lo feos que son.

—¡Mamá! ¿Qué hago? —Grita mi hija al otro lado del teléfono.

—Apagar el fuego, intentar abrirla y mientras tanto corro para allá. —Salgo pitando por la puerta. —Mamá otro día vengo y me enseñas más.

—No, ya no te enseño más, que dices que son feos.

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Ni me molesto en contestar que veo que me toca llamar a los bomberos porque la olla de la niña explota en cualquier momento.

—¡Ya estoy saliendo! —Le digo a mi hija que sigue al otro lado del teléfono.


—Ya no hace falta mamá. He conseguido abrirla y cerrarla bien. Voy a freír los huevos.

—¿Seguro? —Preguntó expectante.

—Sí, mami, que te pones de los nervios en seguida. Si yo lo tenía controlado, solo quería la receta.

Dieciocho veces le he dado la receta del arroz blanco y las dieciocho veces, me ha hecho lo mismo. Cuelgo el teléfono y me vuelvo a casa con el corazón a mil por hora, que cualquier día me da algo.

31 ene 2024

MANOS LIBRES


Que los robos están aumentando no es un secreto, están a la orden del día y todos los estamos sufriendo en mayor o menor medida. Cosa distinta es lo quieran reflejar en las estadísticas y como no les viene bien

Teléfono que suena y madre que está al otro lado de la línea.

¡Hija, me han robado el monedero!

¡No me fastidies! ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?

No, si no me he enterado, además solo llevaba veinte euros y el DNI. Lo único, el trastorno de tener que renovarlo.

Sí, a mí me pasó lo mismo, pero antes de renovarlo tienes que poner la denuncia.

¿Y para qué?

¿Para qué va a ser? Para evitarte problemas si alguien lo utiliza de forma fraudulenta. He escuchado en la tele que hay toda una mafia que hace virguerías con nuestros DNI.

Madre que hiperventila por que se ahoga en un vaso de agua y eso de poner la denuncia le suena complicado. Le explico donde tiene que ir y le hago el itinerario para que no se pierda por el camino.

Una hora más tarde, me llama.

Hija, que ya he llegado a la comisaría. He preguntado a una señora muy maja y me ha acompañado

Madre que de carrerilla me lo cuenta todo con pelos y señales. Hay momentos en los que me preguntó; ¿en qué momento respira? Y cuando termina, sin darme opción a decir a nada, tampoco lo haría porque la condenada va siempre con el teléfono en manos libres.Me suelta:

—¡Te dejo que hablas mucho! No vaya a ser que me llamen. Luego te llamo.

No os lo voy a negar. Me da mucho coraje, pero es mi madre y me aguanto porque la quiero. 

Un par de horas más tarde, teléfono que suena y al otro lado mi madre:

Hija que estoy con el policía y que me pregunta; ¿qué dónde me han robado?

Madre, si yo no iba contigo.

Ya, pero, ¿cómo se llama la calle esa?

¿Qué calle? Dame más pistas que Vallecas es muy grande.

—¡La del médico, que hay que explicártelo todo!

Fuentidueña. Respondo mirando al cielo en busca de ayuda divina. ¿Algo más?

Sí y la calle esa que va a Congosto.

¿Cuál de todas ellas?

—¡Hija, por la que voy todos los días! Que hoy estás espesita y no te enteras.

Yo respiro hondo, muy hondo y me pregunto eso de: ¿Por qué a mí? Pero como soy buena hija, me limito a recitar de carrerilla todas las posibles calles del barrio, por las que mi santa madre haya podido pasar, hasta que me dice que ya son suficientes para que el policía se haga cargo del trayecto en el que le han sustraído el monedero.

¿Lo ha oído usted? Le oigo a mi madre decirle al policía.

Qué pienso para mis adentros. ¿Cómo no te va a oír, si tienes puesto el manos libres? Te ha oído él y toda la comisaría.

Se despide y un minuto más tarde me vuelve a llamar.

¡Hija! ¿Tú no sabrás mi número de teléfono?

¡Hay mi madre! Que estará pensando el pobre agente que le está tomando declaración, pagaría solo por saberlo.

¿Cómo no lo iba a saber si ahora mismito me ha aparecido en la pantalla?

¡Qué casualidad! Me dice entusiasmada. Pues dímelo que este hombre me lo pide.

¿Algo más? Le digo con resignación.

Y la oigo repetirlo. El policía dijo que no con cierto pesar y mi madre por fin, firmó su denuncia y me dejó tranquila hasta que llego a casa para avisarme de que ya lo había hecho y contarme con todo lujo de detalles, lo que le había pasado. ¡Cómo si yo no hubiera participado de aquel memorable momento!

 

19 ene 2024

AMENAZAS Y UN CALVARIO

 

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Superada la gripe y viendo que mi vida sigue siendo un auténtico caos. Hay veces en las que miro al cielo y me pregunto: ¿Por qué a mí?

La verdad es que nadie me contesta y si lo hicieran, lo más probable es que me diera un parraque.

¿A qué viene este repentino optimismo? (Es una pregunta irónica)


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A la vuelta de Manuela la del bombo. Hace más de veinticinco años que irrumpió en nuestras vidas, como un elefante en una cacharrería. Pocos vecinos se salvaron de sus desaires, insultos y hasta agresiones. La mujer es de armas tomar y traía por la calle de la amargura a todo bicho viviente.


Una pasada de frenada, la obligo a tener que dejarnos por un tiempo, tiempo en el que su encantador exmarido ocupo su lugar en el vecindario. La tranquilidad y el descanso inundó nuestras vidas, y pensamos que, aquello, podía ser lo más parecido al paraíso.

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Pero, parece que las personas buenas, son requeridas antes para irse, haya a donde sea que van las almas cuando abandonan nuestro mundo. Diez años más tarde de que nos dejara, con piel de cordero y aspecto ausente, Manuela se incorporó de nuevo a nuestro día a día. 

Algunas como yo, pensamos que había cambiado y que merecía una oportunidad. Nos equivocamos. Poco a poco, comenzó a mostrarse tal y como la conocimos años atrás, y ahora vuelve a estar desatada. Solo espero, que en esta etapa nos ahorremos los striptis. Aquel tanga rojo y sus socorridos pechos eran usados como arma arrojadiza contra hombres, mujeres, he incluso ancianos. Nunca entendimos, que daño pretendía hacer con semejantes exhibiciones. Puede que la primera vez nos sorprendiera su perversa moral, pero con los años, nos acostumbrados y al final, podías ver a Manuela perseguir a la gente en ropa interior y ni inmutarte. Eso sí, mas me vale entrenar que la jodía, además de mala leche, mira que es rápida. 

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También espero que cueste menos detenerla. Había que ver, la desesperación de aquellos fornidos policías que ya no sabían ni de dónde cogerla para meterla en el coche patrulla. Hasta siete llegamos a contabilizar en sus buenos momentos.

Algún súper poder tenía que tener, porque una mujer de apenas metro cincuenta y cinco, que no llegara a los cincuenta kilos, repartía que daba gusto.

Ahora, algo más desmejorada (al menos físicamente), la ha vuelto a tomar conmigo y tras unos meses de gritarme desde el otro lado del patio, ayer vino a amenazarme.

—¡No me abras que voy a matarte! —Me grito, mientras aporreaba mi puerta.

Que pensé para mis adentros: —¡Ésta, está desentrenada! Para que llama, si no quiere que abra. Claro, que si me avisa de que me va a matar, tampoco iba a ser tan tonta como para abrirla.


Cuando terminó de desahogarse, no me quedó otra que poner una denuncia. La primera vez en mi vida y sin salir de casa. ¿Es o no es de 
récord?


El policía me preguntó, ¿si pensaba que realmente podría ejecutar sus amenazas? o ¿era algo que solía decir y luego quedaba en aguas de borrajas?

Solo tuve que dar su nombre y DNI para que vieran sus antecedentes penales. Me hicieron pasar inmediatamente (tampoco es que hubiera nadie esperando) y hasta me ofrecieron escolta policial. Algo, que yo decline. Sólo le faltaba a Manuela, ver a la policía en el patio para venirse arriba y liarla con más gana, que tener público, siempre le gustó.


Por la noche debieron informarle de la denuncia, porque mi amiga me dijo que, a eso de las nueve, andaba dando gritos jardín para arriba, jardín para abajo.


No quise presté atención, con una dosis al día voy más que sobrada. Eso sí, está mañana a las siete en punto, para que no me relajara, metía una nota de su puño y letra por debajo de la puerta. En ella, me volvía a avisar (hay que ver que considerada) de que en cuanto se duchara, me iba a denunciar por acoso y eso, eso sí que me ha indignado. Creía que, para acosar a alguien, había que llamar por teléfono, ir a buscarle a su casa, dejarle notitas, arañarle la puerta o insultarle cada vez que a una le venga en gana. Básicamente, lo que ella hace conmigo.


Aunque, después de imaginarme esa conversación entre el policía y Manuela, me he quedado más tranquila:


—Mi vecina me acosa.

—¿Cómo lo hace? ¿Qué le dice?

—Nada, no responde cuando la insulto o amenazo ¿Se lo puede usted creer?

—No, pero sigamos. ¿La llama por teléfono? ¿Le manda mensajes? ¿Cartas?

—Ni uno, me tiene bloqueada.

—¿La persigue, va a su casa?

—¡Ni que se le ocurra!

—¿Seguro que le acosa?

—¡Sí! Tiene fijación conmigo.

Bromas aparte, a Manuela no hay que menospreciarla, puede que le falte algún tornillo, quizás todos. Pero se conoce los juzgados y la ley como la palma de su mano y eso, eso siempre resulta una desventaja para una novata como yo.

En fin, Manuela ha vuelto a tocar el bombo y como diría mi abuela: —¡Qué Dios nos pille confesaos!

 

 

 

 

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LA SINCERIDAD ESTÁ SOBREVALORADA

Jueves por la tarde y llamo a mi madre, que hoy no tenía cole, por que la profesora de informática estaba pachuccha. —¿Qué haces, madre? —...