6 sept 2017

UN KARMA EN HORAS BAJAS Y UN CASTILLO DE LA ALSACIA.


Después de un intenso día, en el que como de costumbre andamos, montamos en bici y visitando todo lo visitable, terminamos rendidos, es entonces cuando una disfruta de esas pequeñas cosas, como una buena ducha relajante, una copa de vino y un sueño reconstituyente, pero al parecer no era mi noche.


La ducha, resultó una experiencia mística (cual santa me disponía a padecer), el agua salía helada. Mientras andaba a gritos con mi Lucero (todo muy relajante, como podéis ver), para que arreglara el calentador y poder quitarme el jabón, sin perder ningún miembro por congelación (que puedo ser algo exagerada, pero siempre aproximada)

-          ¡Tesoro! ¿Cambiaste la alcachofa del gas, ¿verdad?
-         ¡ Pues no!
Resultado de imagen de mujer en agua helada-          Y se puede saber ¿Por qué? ¿No quedaste en hacerlo antes de salir de viaje?
-          ¡Si, lo iba a hacer! pero al darle golpecitos, salió el pivote y pensé que ya no hacía falta.
-          ¡Golpecitos te daba yo! Pero en todo lo alto de la crisma – Lo dije bajito, para que no me ollera, no fuera a dejarme congelar- ¿Y no le puedes dar unos golpecitos ahora, monino?
-          ¡Estoy en ello! pero nada, la nevera enciende, pero el calentador no y el pivote está bien.
-          Y calentar un poco de agua en el fuego,
-          Si es que, tampoco le llega gas a los fogones de la cocina.
-          ¡Ni a ti las neuronas! -Sólo a un hombre se les ocurre que unos golpes, arreglan una rotura.

Resultado de imagen de mujer resbalon en la ducha               Como el pelo estaba lleno de jabón, me entró en los ojos y cuando fui a dejar el champú, se me escurrió y cayó, dejando más jabón fuera,que dentro, casi me desparramo viva en el suelo de la ducha. Menos mal que la auto es tan pequeñita, que no hay sitio ni para escoñarse. Me aclaré como pude, porque con los tiritones, me movía tanto, que, acertar con la ducha en mi cuerpo era todo un esfuerzo de puntería, ríete tú de Robin Hood y su flecha. Salí con el pelo medio jabonoso, que yo pensé, mañana remato faena, llevo jabón para dos días, total, he gastado el bote al caerse. Intente secarme, tenía los pelos tan tiesos, que me costaba pasar la toalla. Igualita a un puerco espín, por no hablar de mis pezones, que como no bajen voy a poder rayar azulejos.

Aunque los días eran calurosos, las noches en plena naturaleza refrescaban de lo lindo, que por otra parte ya era hora ¡O no! Todas las vacaciones sudando la gota gorda y ahora que empieza a refrescar, me toca ducharme con agüita fresca. Habrá gente a la que le guste, sino lo dudo, pero palabrita del niño Jesús, que no es mi caso.

Mi hermana dice que es el karma, que cuando deseas algo mucho, eso termina pasando, pero el día menos adecuado. Sí es así, para mí que es una ciencia exacta, y si no. No me fastidies, alguien se lo está pasando pipa a mí costa, por no decir una burrada, que me estoy reformando, no vaya a ser que afecte al karma de las narices.

Una vez te acostumbras al agua fresquita, ya sólo te queda esperar que la nevera, no decida seguir los pasos del calentador y los fuegos de la cocina (muy solidarios los jodios).  Aun así, de vez en cuando, la nevera parpadeaba. Señal de que el gas no llegaba. Nos parábamos, desmontábamos la alcachofa del gas, la limpiábamos, golpeámos (no se muy bien porqué) y en marcha, así todo el dichoso viaje. Lo bueno, es que el vinillo seguía fresco, tanto como el agua de la ducha, pero es que al vino blanco le va más que a mí.



Como intrépidos aventureros que somos, seguimos nuestro camino, no podía interrumpirse por pequeños inconvenientes. En nuestra ruta figuraba un castillo muy cuqui de nombre impronunciable " Haut-Koenigsbourg" . Como fornidos exploradores que somos (sólo hay que ver las fotos, entre los dos, hacemos uno) en busca de aventuras. Subimos la montaña, hasta que llegamos a la parte donde se hallaban las murallas del castillo, franqueado por una tienda de regalos y una pequeña terraza bar.



Es fácil imaginar cómo sería la vida en un lugar como este, y la verdad es como para echar a correr, lo que tenían que tardar en limpiar el polvo, no te cuento barrer el suelo y sin lavadora, ni electrodomésticos, que palizones y que frío en invierno, en pleno bosque y todo lo alto de la montaña, ahora entiendo por qué no se depilaban ni el bigote, cuanto más pelito más calentito.

   

Bromas aparte, es un lugar muy bonito, curioso y digno de ser visitado, ya que lo conservan en muy buen estado.

   



    

En fin, que el Karma os acompañe, porque lo que es a mí, me está dando un veranito.

2 sept 2017

OBERNAI, descubriendo Alsacia





Estrasburgo era el mejor punto de partida para disfrutar de la siguiente parte de nuestra ruta. Recorrer algunos pueblos de Alsacia (Francia), donde los viñedos son los reyes, mires hacia donde mires, las bodegas a cientos aparecen, en todos y cada uno de los pequeñas ciudades a visitar, haciendo las delicias de todos los que gustan del culto al vino, con más de 10 tipos diferentes, sólo en esta parte de Francia, algunos con nombres impronunciables dicho sea de paso, imagino que alguien tiene que ver, que al otro lado del río, se encuentre Alemania, en ningún otro sitio de Francia he visto un tipo de vino llamado Edelzwicker. Lo mejor es que están deliciosos, con más o menos cuerpo, más o menos acidez, más o menos dulzor, mejor lo dejo que estoy babeando y voy a fastidiar el ordenador.

No tuvimos que desplazarnos mucho, apenas 30 kilómetros separan Estrasburgo de Obernai, una pequeña, pero encantadora ciudad, la cual, a lo largo de su historia, ha visto más de una guerra, entre ellas la de los 30 años, que mira que las hacían largas los jodios. ¡Cabezotas hay en todos los lados!





¡Perdón, que me disperso guerreando!
Llegamos a esta pintoresca ciudad y decidimos pasear en busca de pequeños tesoros, con los cuales llenar nuestros álbumes de fotos, que dicho sea de paso están creciendo más que mi casa y esto tiene mal apaño.
Me encanta callejear, es la mejor manera de no perderse nada y encontrar curiosidades de las que no hablan en las típicas guías. Encontramos tejados de colores, pozos llenos de flores y preciosas casas que forman parte del encanto de esta acogedora ciudad. Parecía tranquila y decidimos pasar aquí la noche y seguir por la mañana. No contábamos, con que el área estuviera justito enfrente de una pista de patinaje, de esas que tiene un montón de saltos imposibles, por eso de la gravedad, donde los críos se dejan la crisma y las rodillas si viene el caso.

Pero al parecer no sólo comenzamos una nueva ruta, sino que además comenzó mi pequeña serie de catastróficas desdichas. Como diría mi íntimo y difunto Murphy (es como de la familia)


“Si algo puede salir mal, date por jodido”

En fin, que todo iba casi bien, demasiado bonito para ser cierto y claro en algún momento tenían que ocurrir, lo malo es que siempre me toca a mí…

30 ago 2017

ESTRASBURGO

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No me extraña que Estrasburgo sea una sede oficial de la Unión Europa ¡Menudos listos! ¡Anda que se lo montan mal, esta gente! Aunque mejor no hablamos de políticos, que se me pone una mala leche y no se me ocurre nada bueno. Así pues, corramos un tupido velo y vayamos a lo nuestro, que es pasar ratos agradables.



La ciudad es un pequeño sueño. Con un rio sereno que la llena de vida, cruzándolo unos puentes, adornado con flores, como punto de unión con sus calles. La parte antigua, tiene como epicentro una catedral increíblemente bella, no le falta detalle, en un color marrón rojizo, se erige directa al cielo, mostrándose como un edificio único y majestuoso, desde el cual, comenzamos a patear la ciudad, embelesados, con todos los detalles que aparecían a nuestro alrededor. Pequeños rincones de calles estrechas, preciosas avenidas transitadas por cientos de turistas que andaban de un lado para otro, llenando las calles, por largas que estas fueran, calles adornadas con millones de flores, que cuidan como a las niñas de sus ojos y embellecen una ciudad ya de por si preciosa, junto a edificios que te cuentan historias, sólo con echarles una mirada, fantasías que vienen y van, fijes donde fijes la mirada y por supuesto el culto a la comida y al buen beber, quesos añejos y vinos deliciosos que hacen que esta haya sido una de las ciudades que más me ha gustado en este viaje.





Disfrutamos en un Bistró de una buena comida, que no del servicio, fue decirles que no hablábamos francés y el chiquillo que nos atendía, salió pitando y no se volvió acercar, vino otro compañero, que tampoco le puso entusiasmo ninguno y nosotros, comimos al pinto, pinto gorgorito. Pero así son los franceses que se le va hacer. Menos mal que la comida estaba deliciosa, estos franceses siguen teniendo ese culto a la comida, lo que hace que uno disfrute de una cocina endiabladamente buena.


Algo que he podido comprobar en este viaje es que, al contrario de los alemanes, los franceses parecen más enfadados que en años anteriores, en las pequeñas tiendas, el trato es más cordial y agradable, pero en algunos restaurantes y grandes superficies, el trato llega a ser degradante, no te saludan cuando llegas, ni te miran y llegan a mostrarse tan indiferentes, que terminas por sentirte incómodo. Imagino que como en otros muchos sitios, están cansados de tanto turista loco, pero a veces no cuesta nada, mirar a la persona a la que atiendes, o simplemente tratarla con un mínimo de respeto, por muy desencantado que te muestres, no vas a conseguir que la gente desaparezca, con lo cual ¿Qué sentido tiene ser antipático o mostrarte despectivo?



La belleza de un país, no sólo se ve en sus monumentos, también en las gentes que lo habitan y que forman parte de su encanto y cultura, los franceses son buena gente y a lo largo de más de 9 años que llevo visitando su país, aunque sea de paso, me han parecido un pueblo increíble y muy luchador, a la par, que saben disfrutar la vida, con todo lo bueno que está ofrece, a veces son muy suyos, pero nunca había tenido está de sensación, es como si estuvieran cansados, lo mejor es que no es general y siempre te encuentras más cosas buenas que malas y gente más amable, que antipática.




A pesar de todo disfrutamos de un maravilloso día, eso sí a 40 grados que me puse roja, hasta debajo de la camiseta, y os aseguro que esto, sí que no lo había vivido yo en Francia nunca. Tienen un clima agradable en verano, pero no como para churrascar a una.

 

27 ago 2017

KARLSUHE

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Foto internet, para disfrutarla sin obras


La última ciudad Alemania, que visitamos fué Karlsuhe. Ya la llegada, nos daba una pista de lo que podríamos encontrar, pero nuestro coeficiente no debe ser muy alto, porque, no nos dimos por enterados y seguimos como borregos al matadero.


La autopista de acceso estaba levantada parcialmente y los atascos eran infinitos, casi como la paciencia de más de un conductor, que no la mía, que ya sabéis que no tengo ninguna. Esta gente levanta más las carreteras, que mi madre los felpudos, así las tienen, como los chorros del oro.

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Los alemanes dicen que aprovechan hacer las obras con el buen tiempo, ¿Buen tiempo? ¡Si no bajamos de los 40 grados!  A este paso se les van a fundir hasta las grúas. Pero bromas aparte, fijémonos en la ciudad, que al fin y al cabo es de lo que se supone que escribo (Echándole mucha imaginación ¡Claro!).


Como siempre, llegamos en bici a la ciudad, el carril iba más allá del área de autocaravanas, hasta poblaciones cercanas, si es que están en toó, ¡Cómo no nos van a caer bien!

Yo me puse un mono blanco, a quien se le ocurre, parecía un anuncio de detergente y todo para visitar, otra ciudad totalmente levantadita ¡Estúpida de mí! pensé, si ya tienen obras en la carretera, la ciudad descansará. Para mí que esto ya es vicio, está a sido de las peores, hice un par de fotos, para dar fe de mi visita, pero me costó encontrar las localizaciones, sin andamios, calles levantadas o grúas por doquier, por no hablar, de que, al cabo de un par de horas, paseando por la ciudad, el mono blanco, se acercaba más al gris claro.

Vi una torre desde la plaza y me empeñé en encontrarla, para inmortalizarla, pero resulto para mi decepción, que estaba situada entre dos edificios modernos, que nada tenían que ver con ella y en medio del único lateral visible de la torre, un intercambiador, entre ambos edificios, casi se me caen las lágrimas, puede que no tenga ningún interés cultural o ni siquiera sea antigua, pero ¿era necesario destrozarla así?


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De todas las ciudades esta es la que vi más gris, tiene algunos edificios preciosos, como el Palacio, pero no sé, si por el polvo de las obras o por el calor, no le encontré todo el encanto, que seguro tiene en distintas circunstancias y es que aún sin estarlo, parecía algo sucia, nada que ver, con el resto de sitios visitados, cuidados y limpios como la patena.

En fin, que me van a odiar, pero me gustaría volver a esta ciudad cuando las obras hayan concluido y poder disfrutar de ella, sin que pongan un Cartel de mi cara, prohibiéndome la entrada.









24 ago 2017

BADEN BADEN Y LA IMPORTANCIA DE HABLAR INGLES.

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¡No tengo remedio! imagino que os suena, pero es que mi Lucero tampoco, que “una tiene la fama y el otro escarda la lana”.

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¡MÁQUINA DEL DEMONIO!
                Llegamos al área de autocaravanas de Baden Baden, no sin complicaciones, que estos alemanes, tienen espíritu albañil y les ha dado por la construcción, de lo que sea y donde sea. El Tom Tom de las narices, que nos tira por una calle cortada. Nosotros que intentamos pasar por otro lado, la cosa que se complica. Hay atascos y más obras, conseguimos encontrar un acceso y aparcamos nuestra casita.

                Mientras yo preparo algo para comer, que eran cerca de las tres y está gente come muy temprano, mi Lucero busca la máquina para pagar la estancia.

-          ¡Nena!
-          ¿Qué?
-          No encuentro la máquina, ven conmigo, que sólo he visto la de rellenar agua.
Bajo de la auto y nos ponemos como dos peonzas a dar vueltas.
-          ¿Seguro que, en la máquina de agua, no tiene para el parking?
-          No ¡Míralo tú!

Voy a la máquina, la miro de frente y sólo vi lo de rellenar agua, tal y como él decía
-          Voy a preguntar por el interfono de la caseta de entrada. - Aprieto el aparatero, rezando para que, el que contestara hablara algo de español.
-          ¡Gunter Tag! O lo que viene siendo ¡Buenas tardes!
-          Do you speak spanish? - ¿Habla usted español?
-          No

Hay trague saliva y en mi inglés (sólo yo me entiendo) le dije que hablaba muy poquito inglés y que no encontrábamos la máquina del parking, por ningún sitio. Él me dijo, que, si veía la máquina de agua y yo que sí, y me decía cosas (no creo que bonitas) pero se tronchaba cada vez que yo le decía eso de:

-          I do not know


Un buen ratito estuvimos de chachareta, hasta que, en vista del empeño del señor en la máquina de agua y el cachondeo a mi negativa, me dio por echarle un vistazo. Por delante, nada; por detrás; nada, pero al mirar uno de los laterales, lo veo, mire a mi Lucero:

 
-          ¡Con que lo habías mirado todo!
-          Hombre, como iba a imaginar que estaba hay.
-          ¡Llevo cinco minutos hablando en un dialecto, que ríete tú del zulú! ¡se ha reído de mí, hasta el señor del interfono! Sabes que cualquier día te escorgorcio vivo ¿No?
-          ¡Jolín Nena, que carácter! Tú quédate con lo importante, lo hemos encontrado y has practicado inglés, es más yo creo que deberías ir al interfono y explicarle que ya lo hemos encontrado.
-          ¡Si, eso! Encima guaséate de mí.


Después de aquello nos tocó investigar cómo iba lo de la luz, que ya le dije yo a mi Lucero:

-          Investiga, que esto sale.
-          Si yo le meto la moneda, pero no hace nada, creo que tienes que preguntar al señor del interfono. - Le eche una mirada, que casi lo fundo, y no por los 40 graditos, que llevamos padeciendo. Que tengo unas ganitas de echarme a la cara al Primito de Rajoy, para explicarle en que consiste un cambio climático, que la que te cuento.


Con tal de no llamar al interfono, investigué y le metí una de moneda de 50 céntimos, mano de santo, encendimos el aire y comimos en la gloria.

Cuando salíamos en bici, para visitar la ciudad, nos encontramos un francés, dale que te pega al euro, para conseguir conectarse a la luz. Mi lucero me miró, con cara de te toca, yo negué con la cabeza:

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-          No te da penilla, que hace calor.
-          Ya no hace tanto.
-          Que tiene perrito.
-          ¡Jolín! Otra vez a guasearte de mí. – Y para allá que fui.







Le pregunté si hablaba español, pero no hubo suerte, así que vuelta a las andadas, el hombre me miraba raro, pero entendió lo que le decía, aunque el pobre no tenía monedas y yo le cambié un par, hice la buena obra, y nos fuimos a visitar la ciudad.




Baden Baden es muy bonita y sus calles muy limpias y eso que algunas estaban levantadas por obras, se la veía una ciudad que desprendía cierto glamur, en una de sus calles encontramos un coche muy antiguo, que le daba el pequeño toque que necesitaba, para trasladarte a otra época y soñar.



Pasamos una tarde encantadora, paseando entre risas, mientras disfrutamos, de un empalagoso helado de mango, que se fundía más rápido de lo que mi lengua era capaz de absorber, terminé como las niñas pringada hasta riba, pero feliz de poder disfrutar un día más.








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