Entre las ciudades de Pisa y
Florencia, se encuentra Lucca, una preciosa ciudad medieval amurallada, que se
conserva prácticamente intacta, gracias a que no fue atacada.
La mejor manera de ver esta
ciudad es en bici, ya que el tráfico está restringido.
Nada más pasar por los arcos de
las murallas, uno es consciente de que esta ciudad es un pequeño tesoro, los
edificios de ocres desgastado, pero con aspecto señorial, no tienen nada que
ver con la gran catedral de San Martín, construida en mármol verde y blanco.
Callejeando
encontramos mil y una curiosidades, torres de la edad media en las cuales
colgaban grandes relojes, que miden como pasa el tiempo, ese tiempo tan
preciado y tan escaso del que todos queremos disponer. Y entre calles de
edificios de ladrillos rojos, entre el cielo y el suelo, que diría la canción,
a la sombra de las encinas, uno se queda con la boca abierta, viendo desde allí
la ciudad que la rodea y que tanto encanto tienen, la torre Guinigi, recuerda
aquellas torres que en la edad media se extendían por toda Lucca, mostrando el
nivel económico del que gozaban algunos afortunados en esta ciudad y que el
tiempo y el hombre han hecho desaparecer.
La plaza del
anfiteatro, es otro de los lugares que uno no puede perderse, le debe el nombre
a su forma ya que se construyó sobre las ruinas de un antiguo anfiteatro. Los
edificios que la rodean, no guardan una altura homogénea, ni un color, ni
siquiera son edificios decorados y señoriales, más bien todo lo contrario, aquí
en sus tiempos se ponían los puesto del mercado, un mercado sencillo, imagino
que es precisamente esto lo que hace que este plaza sea tan concurrida, al
igual que lo fuera en antaño, ahora los puestos del mercado se han convertido
en restaurantes que intentan saciar el apetito de tanto visitante...
Nada más
salir de la plaza y callejear un poco encontramos un pequeño restaurante donde
comer, en un pequeña plaza y disfrutando de las vistas de Frediano una iglesia
construida en el siglo V.
Las calles
se tornan familiares cuando paseas por ellas durante horas, la Casa de Puccini,
las plazas e iglesias, comienzan a formar parte de la visión de esta pequeña ciudad.
Y es entonces cuando una es consciente de que la visita llega a su fin, aunque
seguramente falta mucho por ver y mucho más por descubrir. ¿Y no es esa la
excusa perfecta para volver, a tan maravillo lugar?
De Lucca a Pisa, apenas hay 20 minutos, estuvimos hace 8
años, pero como era un viaje organizado, apenas nos dejaron en frentito de los
tres monumentos tan conocidos por todos, los vimos, fotografiamos, compramos y
de vuelta al autocar.
En esta ocasión, nosotros
recorrimos parte de esta ciudad mundialmente conocida, por una pequeña torre,
cuya inclinación la hace única y un duomo de mármol, majestuoso, y es lo que
tiene Italia con sus pueblos y ciudades de calles empedradas y con cientos de
estilos diferentes, me gustaron sus edificios ocres y los de piedra, nos
hicimos las fotos de rigor, bueno esas y todas las que se nos ocurrieron, por
que la variedad a crecido con los años y es a cual más disparatada, además
fotografiamos a un montón de turistas, que viendo el cachondeo que teníamos se
nos venían arriba y nos solicitaban una igual, hasta mi hija que suele ser
borde con los desconocidos, se ofrecía a realizar las fotos, mientras se moría
de la risa.
Una tarde provechosa como diría Marta, que disfrutada desde
primera hora de la mañana, como si fuera lo ultimo que iba a ver, cada pueblo,
monumento o lugar, la hacían soltar un ¡A la!, que nos producía cierta sensación
de felicidad, era su primer viaje fuera de España y después de ver lo mucho que
le gusta, creo que nos acompañara en muchas más ocasiones.
Cuando la noche caía nos
dirigimos al parking, en el que por cierto cogieron wifi, había que ver a
nuestras dos internautas más experimentadas, andar a la vez, mientras subían y
bajaban los brazos, en un extraño baile dedicado al todo poderoso mundo de la
red.
Me ha encantado volver con vosotros, tanto como me encantó Luca y me sorprendió a pesar de ser tan tremendamente conocida Pisa
ResponderEliminarFeliz viaje, seguimos en la ruta