FOTOS DE PACO Y BORJA |
El viento de Tarifa impidió la
primera cena de hermanamiento, así que la trasladamos a la segunda noche. No es
que lo necesitáramos, éramos inseparables, por lo menos hasta que terminara el
viaje y nos quitaran los walkie talkie, pero era una excusa estupenda, para
echarnos unas risas.
Veinticuatro horas antes, ni
siquiera nos conocíamos y esa noche alrededor de aquella mesa se obró la magia.
No sé, si por estás lejos de casa, no sé, si por la necesidad del ser humano de
pertenecer a un grupo. Lo que sé, es que después del segundo vino, los quería,
los quería un montón.
Buena cena, buena gente, la noche no podía ser
más idílica, la agradable brisa mecía las ramas de los árboles en un suave y
acompasado balanceo que llegado el momento y el agotamiento también, nos
invitaba a dejarnos llevar por Morfeo y descansar entre sus brazos, sin
tráfico, sin voces y sin ese camión de la basura toca narices, que no falla ni
puñetera noche.
Y tú que estás “contentilla”, piensas
eso de “Que suerte tengo” y lo peor, es que en esos momentos te lo crees.
Sientes una inusitada felicidad, que chocará en cualquier momento con la
maléfica realidad que, en mi caso, nunca se hace esperar.
No me costó mucho coger el sueño,
pero a las dos horas, un ruido seco me despertó.
Como un sabueso en posición de
caza, con el cuello más tieso que la mojama y las orejillas a pleno
rendimiento, Intentando escuchar más allá del silencio sepulcral de la noche, ¿De
dónde demonios había salido? No hubo respuesta. Unos minutos después, empiezas
a dudar y comienzas a sentir cierta rigidez en el cuello, anunciando una
torticolis segura, lo que invita a relajarse, a pesar de seguir con todos los
sentidos en alerta, por si las moscas.
Moscas no, pero una lechuza cantó
y a poco me da un telele, los ojos como platos, las orejas a punto de salirse
de la cabeza y el corazón a mil por hora, esto tenía peor pinta que “La matanza
de Texas” versión Marroquí.
Cuatro y media de la mañana, voy
acostumbrándome al bicho asqueroso que no deja de producir ruidos y me quedo
traspuesta. Media hora más tarde, un gallo comienza a cantar. ¿Dónde leches,
está el pxxx corral que estrangulo al gallo y a toda su panda? Menudo caldo, saco yo de aquí. A tomar por saco
la vena animalista y el amor por la naturaleza, así no hay quien pueda ¡Viva el
botellón, los camiones de basura y los gritos de la vecina del cuarto! Esto de la paz y el aire puro esta sobre valorado.
La falta de sueño me dejo atonta (si, un poco más de lo habitual) Estáis en todo. Como mi "queridísimo amorcito",
no había cambiado la hora de España a la de Marruecos. Me levanto una hora
antes. Con el stress de que llego tarde, porque oigo a mis vecinos de auto, Marisa
y Manolo, liados en sus quehaceres. Por lo visto habían corrido la misma suerte
que nosotros, con el cambio de hora.
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Tan sólo doscientos kilómetros,
de recorrido, eso sí, por carreteras marroquí, que equivale a más de cuatro
horas, cinco si haces casos a los puestos de los arcenes, donde descubrí el
mundo del regateo, para el que se necesita un master y aun así, te van a
engañar seguro, eso sí, vas de un contento, pensando que lo has bordao.
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Llegamos a Fez y nuestro aparcamiento para la pernocta estaba lleno de coches, no voy a negar que mi lado Cruela de
Vil, salió en busca de material catastrófico para este, mi blog. No voy a ser
la única a la que el Karma la putee, pero en menos de cinco minutos. David nos
había buscado otro y lo peor, muchísimo mejor, así no hay manera. Apuntito
estuve de poner una reclamación. Donde se ha visto tanta eficiencia, que parece
que somos suizos ¡leñe! La culpa no era mía, era la noche en vela que obnubilaba
mi mente y saca lo peor que llevo dentro, pero en el fondo, muy en el fondo, soy maja, muy maja.
Todo se me paso, en cuanto me dijeron
que teníamos una horita para descansar y echarnos un ratín, eso si que es
español. Nada como una buena siesta y a vivir desventuras con energías renovadas, en mi caso fue bajar de la autor y...
Quien no vive odiseas no tiene nada que contar a la vuelta, a mi me ha resultado ameno leerte, claro que me voy a dormir en silencio y sin animalitos cerca, los marinos no producen ruido. Abrazos
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