6 may 2020

ESAUIRA Y LA NOCHE DEL PALINKA



El sol brillaba con la misma fuerza, con la que el fresquito viento, evitaba su mágico poder y nos tenía arreciitos de frío.


Había que ver ese castañeteo de dientes, con algún que otro rechinar, para acompasar la melodía. Mientras Hassan, nuestro guía, nos llevaba a través de sus envolventes historias por la entrada de la fortificación de la luminosa medina, hasta el centro de su corazón. A diferencia de otras ciudades marroquíes, no forma un laberinto, sino una construcción ordenada. En la cual, y sin proponérselo tuvieron que ver los romanos, no porque la construyeran, si no, por qué el encargado de hacerlo, se basó en sus conocimientos a la hora de diseñarla.


Esauira es una ciudad, el viento reina unos doscientos cincuenta días al año y sus construcciones combinan todas las arquitecturas de los navegantes que transitaron por ella. Portugueses, franceses y por supuesto bereberes dejaron su sello en tan idílico lugar. Preciosas casas blancas, rodeadas de fortificaciones, desde las que disfrutar de un maravilloso horizonte azul, te lleva a sentirte como un pirata.

                 

Uno de los pueblos de pescadores más importantes de la costa atlántica marroquí, donde compaginan lo tradicional de sus pequeñas barcas y pesqueros, con las nuevas formas de ocio. Disfrutando del centro de windsurf más famoso de Marruecos y de los más diversos festivales de música. La cultura, tiene una parte muy importante en esta pequeña ciudad, donde todos tienen cabida y se respira prosperidad.


Comimos en un restaurante del puerto, donde llegan las barcazas con sus capturas, alegrando los paladares de propios y extraños.


Sole, Toño y yo, fuimos a buscar al señor de los dulces que nos había ofrecido en el puerto y al cual nos había resistido, tan sólo unos minutos antes, por eso de no poder más. A poco que dimos unos pasos, hasta la terraza donde paramos a tomar cafés y zumos, nos pudo la tentación, tanto que, apuntito de comprar una magdalena de la felicidad estuvimos, si no hubiera sido por la sensatez de Sole.

-          La próxima vez no vienes con nosotros. – Le decíamos muy indignados Toño y yo, que andábamos planeado trastadas.

-          ¡No veis que me cierran el chiringuito! – Decía ella, desde la coherencia de una persona responsable

-          ¡Es una experiencia más del viaje! – Explicábamos desde una irracionalidad propia de personas a las que le ha dado mucho el sol en la cabeza, para seguir intentando convencerla con frases tan elocuentes como. - ¡Verás que risa! La ponemos en la mesa en pequeños trozos y haber pica.

-          Era lo único que nos faltaba, para terminar todos entre rejas, dejaos de risas, que bastante cachondeo estáis teniendo a mi cosa y vamos, que no hago vida de vosotros.


A duras penas y refunfuñando como críos, nos dimos por vencidos. Hasta que llegamos al grupo y lo contamos en busca de la solidaridad de nuestros perturbados amigos, que no tardaron en mostrarnos su apoyó. Si señores, ganó por mayoría la inconsciencia, pero el hombre ya no estaba y no era cuestión de complicarse la vida buscando a un vendedor de risas. Bastante nos reímos tan sólo con pensarlo.



Por la tarde volvimos a recorrer calles en busca de aquellos rincones que nos habían mostrado por la mañana, pero que a pesar de que la medina no estaba desordenada. Los desordenados éramos nosotros que, no dábamos pie con bola y eso sin probar las dichosas magdalenas, no me imagino cual hubiera sido el resultado en el caso contrario. Por supuesto no perdimos el tiempo, lo aprovechamos para ultimar algunas compras. A pesar de los días que llevamos practicando tan didáctica actividad, es un vicio difícil de ignorar cuando te tientan haya por donde vas.



De nuevo otro precioso atardecer, anunciando que había que retirarse en busca de un nuevo lugar para descansar y reponer fuerzas. Aunque entre visitas, comilonas y sobremesas eternas, más que reponer, apurábamos las que nos quedaban.



David había encontrado un lugar de ensueño entre tierras de arboledas. Lo inexplicable es que la encontrara. Este hombre no deja de sorprendernos, es como las lagartijas se mete por cualquier resquicio, para husmear y al final de tanto buscar, consigue encontrar lugares como el camping en el que pernoctamos aquella noche. Apartado de todo, en medio de un campo intransitable, con unos caminos de tierra imposibles y alejados de cualquier tipo de población. Vamos, lo que viene siendo “un oasis” en toda regla.


Cena al aire libre y Palinka para todos, ríete tú de las magdalenas de la risa marroquíes. No me preguntéis de qué demonios está hecho semejante brebaje. Te quema el esófago a la misma velocidad que baja por él. A poco que nos despistábamos, Mª José, Tomas y Mari José, nos atizan aquel brebaje, como remedio para todos nuestros males. No sé, si porque realmente tenía propiedades curativas o tan sólo intentaban deshacerse de aquel licor, que no entiendo, como dejaron pasar por la aduana. Así que, en pos de no sé, qué familiar agregado de tierras húngaras, donde por lo visto se fabrica de forma artesanal (Lo que viene siendo en la cocina o bañera de uno) es costumbre de beber.

    
Mucho tiene que sufrir esa pobre gente, para preparar semejante pócima que a diferencia de Asterix y Ovelix, estos se lo atizan al contrincante y ya te digo yo que no necesitan ni sacar las armas. Los puñeteros nos lo vendían como digestivo (Que no puedo por menos que preguntarme, como son las digestiones en su pueblo) El dichoso licor, lo funde todo, hasta los jugos gástricos, quizás sea ese si secreto, fundir los órganos vitales por los que transita.



               
De ¿cómo conseguimos llegar a la cama? Es un auténtico misterio, que he desistido en investigar, no me deben quedar muchas neuronas después de la ingesta del Palinka. Eso sí, dormimos como niños chicos, aunque tampoco tiene mucho misterio, lo raro hubiera sido mantenerse en pie…



Archivo:Velázquez - El Triunfo de Baco o Los Borrachos (Museo del ...

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