Desde Venecia fuimos a Croacia, recorriendo toda su costa hasta llega a Dubrovnik.
Esta zona del país es un autentico paraíso, donde la montaña se funde con el mar, un mar de aguas cristalinas y de un azul intenso, un mar sin horizonte, por que toda la costa esta rodeada de pequeñas y grandes islas que la acompañan, más que un mar parece un lago, apacible, tranquilo, que te seduce y te sugestiona (hay que me desvió).
Los paisajes, quitando una pequeña zona pasada Zadar, son totalmente verdes, los árboles crecen desafiantes en las laderas de las montañas y sólo la mano del hombre, esa que quita más que da, cambia el paisaje con los recuerdos de una guerra, que no hace mucho hizo de este paraíso un infierno.
Los pueblecillos aparecen a lo largo de la costa, muchos de ellos, incrustados en lo alto de la montaña, algunos de muy difícil acceso, pero con la recompensar de terminar justo donde empieza el mar.
Si vais por la carretera y veis coches aparcados, no falla hay algún caminillo que te lleva al mar, intransitables la mayoría de ellos, debido a lo escarpado del terreno.
Las playas no existen, tal y como las conocemos en España, es la roca la que ocupa el lugar de la arena, o en muchos casos, el hormigón, haciendo del mar una gran piscina natural, con escaleritas y todo.
En fin, quizás lo único que me da pena, es que mientras estaba allí no pude disfrutar tanto como recordándolo. Siempre nos pasa lo mismo, no somos capaces de ver todo que tenemos o podemos disfrutar hasta que no se acaba.
Sus ciudades tienen unos cascos históricos, dignos de mencionar y visitar, Zadar, Spilt, Dubrovnik, etc.
Entramos en Dubrovnik por la mañanita, de lo más felices para ver la ciudad, que dicho sea de paso, no me extraña que la llamen la joya del Adriático, la ciudadela rodeada por la muralla y salida al mar es una autentica maravilla.
Nos alejamos del centro para aparcarla nuestra casita móvil, encontramos un lugar ideal, con sombrita y sin ningún tipo de placa, preguntamos a los señores de la zona y nos dijeron que no había ningún problema en dejarla allí (cabritos, por no decir algo más fuerte).
Cuando mis hijos dicen que Dubrovnik nos atrapó, no se refieren al sentido ideal de la palabra, si no al más puro sentido literal, me explico:
Llegamos extenuados, por habernos pasado todo el día andando de aquí para allá y en las ruedecillas de mi casita móvil había unos flamantes cepos y en el limpia parabrisas unos papelillos, en los que nos decían que nos habían multado, por que en Dubrovnik, no dejan aparcar a las casitas móviles (Gañanes)
La odisea fue de órdago, en la comisaría que estaba a un par de calles, no sabían quien nos había multado, nos mandaron al parking municipal. Allí no sabían nada y había un par de listos, que querían que les pagáramos a ellos, volvimos a la comisaría, después de ponerles caritas a la señora policía, nos indico donde podíamos pagar y llamo por teléfono, más maja ella.
En fin que en cuestión de una horita el tema estaba solucionado, aunque tuvimos la tentación de no pagar hasta el día siguiente y seguir disfrutando de la ciudad, ya que las multas de allí no son como las de aquí, algo bueno tenía que tener.
Nuestra visita a Croacia termino En Zagreb, una ciudad que recuerda a las ciudades imperiales, pero con el infortunio de la guerra que ha marcado muchos de sus edificios, a pesar de la pintura amarilla, con la que quieren borrar, el fuego del infierno.