9 may 2011

LOS OJOS DEL DESIERTO VII

            Mientras el coche avanzaba hacía la ciudad, María no podía evitar un sentimiento de culpa, que le rasgaba el alma, por muy fuerte que ella intentara ser, no dejaba de pensar en los últimos momentos vividos con Qasid, en sus manos dibujando su cuerpo, sintiéndole en lo más hondo de su ser.

            Y si todas aquellas palabras hubieran sido ciertas y si el realmente la amaba, podía haberla matado, pero hizo todo lo contrario, la pidió que fuera su mujer, vivir siempre juntos, por que no quería perderla otra vez.
 
            Maria secó sus lagrimas, el la había dado la libertad para elegir y ella le había pedido un poco de tiempo, aunque tenía muy claro lo que tenía que hacer. Le había dado al chofer la dirección de su supuesta amiga en Trípoli, aunque realmente fuera la amiga de Misab, cogería su pasaporte y saldría en el primer vuelo a España que hubiera, dejando atrás todo lo que la atormentaba.

            En la casa de Helen, la única persona que la esperaba era Mibsan y eso la desconcertó, no esperaba encontrárselo allí.

            -¡Hola María! No sabes lo que me alegra verte – El se acercó a ella para darla un abrazo, pero ella se apartó de una manera suave.
- Hola Mibsan! ¿Dónde esta Helen?
            - Tenía trabajo en la embajada, ¿Estás bien?
- No, no lo estoy, pero no creo que te importe ¿Cómo sabías que iba a venir aquí?
            - ¡Sí que me importa! Sabes que estábamos vigilándote, no íbamos a dejarte sola eso ni lo cuestiones ¿Te ha hecho daño?
- No, me lo has hecho tú, con tus mentiras, el no quería matarme, eras tú, así que haz lo que tengas que hacer o déjame marcha, por que yo no voy a ser tú juguete nunca más- Observaba como se dibujaba en la cara de Mibsan la sorpresa y su mirada se volvía interrogante llena de incredulidad, serio como si no pudiera creer entender la duda sobre el.
            - ¡Maria! ¿Qué estas diciendo? ¿Te lo ha dicho el?
            - El no ha tenido que decir nada, sólo que no me quería muerta, me ha pedido que me case con él. ¿Crees que si me quisiera muerta lo habría echo?
            - No, imagino que no, ha debido cambiar sus planes con respecto a ti o lo que es peor se ha enamorado de ti.
            - ¿Peor? ¿Cómo puedes ser tan malvado? El me ha querido siempre y has sido tú el que me ha utilizado para destruirle.
            - Te equivocas María, pero eso da igual ya has entrado en su juego y ahora nada de lo que te diga te va a hacer cambiar de opinión, permíteme una pregunta ¿Le amas?
            - Sinceramente no lo sé, estoy confundida, creo que lo mejor es que me olvide de todo y si no me quieres muerta, cogeré lo poco que conservo y me iré a mi casa a lamer mis heridas sola, una vez más. – El tono de voz se iba quebrando, como si fuera a romper a llorar en cualquier momento.
            - Yo no te quiero muerta María, para mí esta ha sido la peor noche de mí vida, no por que pensará que podías morir, sabíamos que no eran esas las instrucciones, sobre todo cuando salió de la fiesta contigo, hubiera sido un error y Qasid no comete errores, créeme, lo que no soportaba era la idea de verte en sus brazos.
            - ¿Qué estás diciendo?
            - Que eres una mujer increíble y es muy difícil estar cerca de ti y no terminar enamorándose, no puedo culpar a Qasid, pero si puedo odiarle por haberte conquistado, se que todo lo que diga no va a ser creíble después de está confesión, pensaras que todo es por que te quiero para mí, por eso no puedo, ni quiero retenerte aquí, quiero que estés a salvo, aunque sepa que así te perderé para siempre, nunca tuve que haberte metido en esto, te avise de que era muy peligroso.
            - Tú no me amas y tengo la sensación de que Qasid tampoco, me da la impresión de que estoy en una competición de egos masculinos y por alguna extraña razón me he convertido en el trofeo.
            - Piensa lo que quieras, de cualquier manera te he perdido, aunque para que engañarme, jamás te tuve.
            - ¡Tengo que salir de aquí! No quiero oirte más. Eso es lo único que quiero.
            - Helen lo dejó todo preparado, está en esa bolsa de viaje, cuando estés lista llamaré a un chofer para que te acompañe al aeropuerto, no quiero que Qasid sepa que hemos hablado, no le gustaría ¿Puedo darte un beso de despedida? Le preguntó Mibsan con la voz quebrada y la mirada puesta en el suelo.
            - ¿Nunca sabré en que consistía este juego? ¿Verdad?
            - No fue un juego por mi parte, fue la casualidad.
            - Alguien me dijo alguna vez que las casualidades no existen.
            - Créeme, yo no lo planee, sólo tenía instrucciones de averiguar en que bando esta Qasid, nadie sabe cual es su juego o lo que es peor si juega en los dos bandos y tú eras la única que podía desestabilizarlo o cuando menos estar cerca de él, para poder avergiguarlo, nunca imagine que todo fuera a ser tan complicado.
- ¿Complicado?.
            - Sí, por que si el no te quiere muerta, ¿Quien es el que ha intentado matarte?, tanto en el hotel como en la persecución, te recuerdo que te dispararon, mis hombre no fueron de eso estoy seguro y yo tampoco, aunque tú no me creas.
            - Quieres volver a liarme, ¡Hay dios! ¿No vas a parar nunca?
            - Te equivocas, sólo quiero ayudarte y protegerte.
            - ¡Así no se ayuda a nadie, asustandome, esto es un juego no se de quien y la verdad es que no me importa, sólo quiero volver a mi casa, no quiero jugar a ser lo que no soy!.
            - Lo entiendo, dejémoslo aquí, se que estás agotada y llevas razón, es mejor que vuelvas y te pongas a salvo.
.
            Se acercó a ella con intención de darle un beso en los labios, pero María desvió la cara, ofreciendo su mejilla.

-         Lo siento, me he tomado una confianza que tú no me has dado.
-         No importa, lo único que quiero es salir de aquí de una vez por todas, antes de volverme loca.

            Mientras esperaba el vuelo a Madrid, con escala en París, María decidió olvidarse de todo, había sido un juguete en manos de dos enemigos que lo único que querían eran destruirse mutuamente y para ello la habían utilizado, no creía que supieran que es amar ninguno de los dos y mucho menos que sintieran algo así hacía ella, estaba segura de que todo había sido un miserable juego.
 
            Sóla en la cafeteria, le faltaban 2 horas para el vuelo Paris-Madrid y María estaba agotada, no había comida nada en todo el día, y el viaje con escala le estaba resultando agotador.

-         ¿María Vázquez?
María se dio la vuelta, para saber quien la llamaba, se encontró con dos hombres trajeados, uno de ellos le mostraba discretamente una placa.
-         Sí, pasa algo.
-         Tenemos que hablar con usted.
-         ¿Conmigo? ¿De qué?
-         Buscaremos un lugar más tranquilo, ¿puede acompañarnos?
-         No, no puedo, mi vuelo sale ya.
-         Su vuelo sale dentro de dos horas y seguramente usted no irá en él, podemos hacer esto de forma tranquila o podemos llevarla esposada, usted decide.
-         Tranquila.

4 may 2011

LOS OJOS DEL DESIERTO VI

           INCERTIDUMBRE


 Ya en el coche Qasid no dejaba de hablar alegremente le explicaba que en su casa estaría como una reina y que aplazara el viaje de vuelta a España, para poder pasar más tiempo juntos, comentaba que nunca la había visto tan bella, he incluso tuvo un momento en que le hizo a modo de confesión una advertencia, sobre su amigo Mibsan, que a ella la dejo algo perpleja, por no decir muerta.

-         Creo que le gustas a Mibsan. Le dijo en un tono algo más serio.
-         Si apenas hemos cambiado un saludo.- Dijo ella temiéndose el haber sido descubierta.
-         Ya, lo se, pero le conozco y no te ha quitado ojo en toda la noche, como si estuviera esperando el momento en que yo desapareciera para poder abordarte, nunca le había visto así.
-         Creo que exageras, no se ha acercado a mí para nada.
-         Por que yo estaba a tú lado, créeme, le conozco de hace mucho tiempo y no es trigo limpio, ten cuidado si en un futuro intenta acercarse a ti, no me gustaría que te ocurriera nada.

María fingió una sonrisa, pero por dentro había estallado.

-         ¿Qué te preocupa que me pase algo? Se gritaba hacía sus adentros, ¡Después de ponerme una bomba en mi habitación y perseguirme por toda Trípoli para matarme!

No entendía nada, sus pensamientos iban y venían desde la incredulidad al pánico con tanta facilidad que llegados a un punto no sabía que pensar.
 
¿Cómo iba su asesino a convertirse en su protector? ¿Por qué hablaba así de Mibsan cuando se suponía que era su amigo? ¿Cual de los dos decía la verdad?

Llegados a este punto, su cerebro comenzó a desarrollar otra teoría, ¿No sería todo una estrategia de Mibsan para matar a Qasid? Sería todo una mentira, ¿Quién demonios puso la bomba realmente? ¿Quién de los dos era el verdadero verdugo? Y ¿Quién sería su verdadero amigo? Si es que alguno había intentado ser amigo suyo, por que empezaba a pensar que era una mujer de paja entre los dos hombres.
Un suspiro se le escapo de los labios, Qasid la miró y le dijo:

-         ¡Vaya suspiro! ¿Estás bien?
-         Sí un poco mareada por el champán.
-         No te preocupes que ya estamos llegando.
-        
María, ya no podía estar más preocupada, ahora estaba realmente sola y nadie la ayudaría, si es que realmente alguien la había ayudado.

La casa de Qasid era una autentica fortaleza, hombres de armados en la verja de la entrada los recibieron y a lo largo del camino a la casa, pudo ver varías patrullas a pie que iban con perros.

- De aquí no me escapo ni con alas.- Se dijo para sus adentros


La presión que las manos de Qasid ejercían sobre la cabeza de María, hizo que está abriera los ojos sobresaltada, tardó unos segundos en acostumbrarse a tanta oscuridad, apenas intuía la habitación en la que se encontraban y que tan amablemente le había mostrado unos minutos antes el mismo.

            Se encontraba desconcertada y aterrorizada, pensando si era necesario pasar por aquello o lo mejor hubiera sido gritarle que lo sabía todo y que acabara con ella cuanto antes. Se sentía tan indefensa, tan vulnerable, tan sucia por llegar a esos extremos con tal de salir con vida. Aunque en sus pensamientos era consciente de que igual que la había utilizado en su momento, lo estaba haciendo ahora y ella estúpidamente le servía en bandeja de plata su cuerpo y su vida.

Quería creer que no era Qasid el que la quería muerta, pero como dudar de Mibsan, el la había entrenado y si la quiera muerta lo podía haber echo sin ningún problema.

Qasid ajeno a sus pensamientos recorría con sus fuertes manos el cuerpo de ella, tan pronto se cernían sobre el cuello de María, como las pasaba por su nuca, mientras ejercían presión sobre ella, como si en algún momento quisiera que sus bocas terminaran fundidas en una sola, después las deslizaba a lo largo de su espalda, para seguir recorriendo todos y cada uno de los recovecos de su cuerpo haciéndola sentir mucho más desprotegida si cabe.
 
            No podía evitar estremecerse cada vez que el hacía un movimiento y el pánico se apoderaba de ella, según el iba poseyendo de su cuerpo, la situación comenzaba a sobrepasarla, el corazón iba a más de mil por hora y su cerebre en alerta por el peligro que sobre ella se cernía estaba apunto de estallar en mil pedazos, no podía alejar de su mente la imagen de su cuerpo desnudo tirado en el suelo y su cara destrozada llena de sangre.

            El la llevo hasta la cama, el peso de su cuerpo impedía que pudiera respirar con normalidad, sin poder apartarle, ya que sus manos estaban firmemente sujetas por las de él sintió una extraña mezcla de sentimientos, por un lado se sentía forzada y le resultaba despreciable, quería escapar a todo costa, pero por otro el recuerdo de el amor que había sentido por el, la invitaba a abandonarse a su suerte y disfrutar, ¡Por qué no! De una ultima noche de pasión.

           

28 abr 2011

OJOS DEL DESIERTO V

Cuando Maria llego a la Embajada de Francia en Trípoli, se sentía fuera de lugar y eso que hubo un tiempo en el cual se hubiera sentido como pez en el agua, pero una decepción amorosa y tres semanas de entrenamiento en el desierto, habían bastado para cambiarla su forma de verlo todo.
 
            Al mirarse en el espejo de la entrada se sonrojo, nunca se había puesto un vestido tan ajustado, la verdad es que apenas se reconocía, su piel dorada y su cabello más rubio de lo habitual, hacia que resaltaban sus ojos verdes, dándole una mirado un tanto felina los labios pintados de rojo pasión, el mismo color que su vestido conseguirían que no pasara inadvertida aquella noche en la fiesta, que al fin y al cabo era de lo que se trataba.

            El mayordomo la acompaño a la sala y lo primero que hizo fue dirigirse al camarero que tenía las copas de Champán, necesitaba beber algo para poder hacerle frente, hacía dos meses que no le veía y después de saber que la quería muerta, pues hubiera preferido no venir a buscarle.

            Después de beberse dos copa, decidió que ya había llegado el momento. Recorrió algunas de las salas y lo encontró en la sala de villar, le sorprendió que Mibsan y el estuvieran jugando, mientras mantenían una animada charla, la verdad es que Mibsan parecía otro hombre, se había afeitado y vestía como un occidental.

            Por un instante pensó que no sería capaz, pero se sorprendió así misma diciendo.

-         ¡Qasid, te he estado buscando por toda Trípoli! – Le dijo mientras observaba como el quedaba totalmente fuera de sitio.
-         ¡Ho-la Maria! – Le contesto a trompicones por la sorpresa.
-         ¡Qué alegría de verte!, después de tú ultima llamada en la que me pedías ayuda, me temía lo peor y no ayudaba nada el que al llegar aquí no te encontrarse, pensé que te había sucedido algo, ahora estoy feliz de volver a verte, no sabes todo lo que me ha pasado en estas tres semanas, ni te lo imaginas.
-         Fui al hotel a buscarte, pero me contaron lo sucedido y que tú desapareciste sin dejar rastro alguno de tú paradero.
-         Sí, fue horrible, menos mal que todo quedo en un susto, no sabes la suerte que he tenido y lo bien que me han acogido aquí.
-         ¡Vaya Qasid! ¿Conoces a la única mujer guapa de la fiesta y no me la vas a presentar? – Mibsan intervino, estaba totalmente metido en su papel.
-         Perdón Mibsan, ella es María.
-         ¡Preciosos nombre, para una preciosa mujer! – Le dijo mientras le besaba la mano.
-         ¡Vaya! que galante es usted.
-         ¡Por Dios! Dejemos las formalidades, creo que podemos tutearnos, ¿verdad?
-         Por supuesto.
-         Veo que te has bebido tú copa, ¿Quieres que te traiga una? Le dijo Qasid, mientras le cogía la copa vacía.
-         Muchas gracias, eres un amor, tan atento como siempre. – Lo decía con segundas, pero el seguramente ni lo imaginaba.
En el mismo instante en que se alejo por la puerta, Mibsan se la acercó, para hablarla.
 
-         ¡Has estado fantástica!
-         Muchas gracias, tú tampoco has estado mal, crees que sospecha algo.
-         No, lo que creo es que ahora mismo, esta avisando de donde te encuentras, así que hazte un favor, ni se te ocurra beberte la copa que te traiga.
-         Vaya que rapidez.
-         Que esperabas, eres su mejor carta.
-         No te preocupes, soy consciente de todo y no me dejare llevar por tonterías.
-         Eso espero por el bien de todos.

Cuando Maria iba a protestar por el comentario, un gesto de Mibsan la hizo girarse, Qasid había vuelto con las copas.

-         Perdona que me la lleve Mibsan, pero llevo dos meses sin verla y me muero de ganas de estar con ella a solas.
-         Nada parejita a lo vuestro, estáis perdonados.
Qasid la agarró por el brazo y un escalofrío la recorrió todo el cuerpo, pero le respondió con las mejores de sus sonrisas.

Mibsan se paso el resto de la noche vigilando los pasos que Qasid iba dando, cada vez más sorprendido por su comportamiento, no podía entender nada, de la sorpresa del principio había pasado a una euforia desbordante. Iba de un lado a otro por toda la fiesta presentado a María a diestro y siniestro orgulloso como si fuera un trofeo.
Un camarero se acerco a Mibsan.
-         ¿Quiere otra copa, señor?
-         Si, creo que la necesito, que tal va la cosa.
-         Mal, acabo de oír como le pedía que se fuera con el esta misma noche.
-         Y ella que ha contestado.
-         Ha cambiado de tema, imagino que espera una respuesta, por nuestra parte.
-         Esto lo cambia absolutamente todo.
-         Habrá que pasar a un plan B.
-         No existe un plan B, pensábamos que intentaría quitársela del medio en cuanto la viera, ahora todo cambia, si ella se va con él, adiós a todo el operativo, no servirá de nada, además del peligro que para María eso implica, no podríamos protegerla sin quedar todos al descubierto y si no lo hace, él puede empezar a sospechar.
-         Vamos que se ha cargado de un plumazo nuestro único cartucho.
-         Tengo que hablar con ella, debe saber como está la situación.
-         Intentaré avisarla.
 
No tardo el camarero en acercarse a María para cambiarle la copa y disimuladamente le comento que se acercara al baño.
María sólo tubo que ver la cara de Mibsan para saber que algo malo estaba ocurriendo, no tardo en confirmar sus sospechas.
-         Yo lo tengo todo perdido, ahora que me ha visto no tengo escapatoria, por que no seguir con el operativo, yo me iré con el, que mejor manera de seguir sus pasos.
-         Te olvidas de que te quiere muerta.
-         ¿Entonces por que me ha presentado a todo el mundo?
-         No lo se. – su voz sonaba a derrota y su aspecto era el de un hombre que lo acaba de perder todo.
-         No te preocupes, se lo que estoy haciendo, deséame suerte, la voy a necesitar. Me alegro de haberte conocido. – María se acercó, dándole un beso de despedida
-         No puedes alegrarte, al final te he servido en bandeja de plata.
-         Así es la vida, además no puedes seguir salvándome, al final morirás en el intento, está vez déjame que lo haga por mi misma.
-         ¡Lo siento!
-         Todavía no estoy muerta, tanta desconfianza es muy humillante.
-         No sabes lo peligroso que es Qasid.
-         Tampoco Qasid sabe lo peligrosa que soy yo, te veré pronto.
Le dio la espalda y se dirigió hacía la gran sala de baile, allí agarró por el brazo a Qasid y le dijo algo al oído, este la miro sonriendo, la beso en la mejilla y momentos después salieron juntos de la fiesta, bajo la atenta mirada de Mibsan, que no sabía porque tenía aquel sentimiento de rabia y culpa, que hacían que estuviera a punto de perder el control.

15 abr 2011

LOS OJOS DEL DESIERO IV

Mibsan fue muy sincero con ella, eso era de agradecer, después de tanto misterio resultaba que se había convertido en una mujer de paja y por primera vez era consciente de toda la situación. Iba a morir, por supuesto, pero por lo menos ahora sabía porque y estaba dispuesta, seguiría hasta las ultimas consecuencias.

-       ¿Me estás escuchando? – Le preguntó Mibsan cuando fue consciente de que la mirada de Maria estaba fija en algún punto y su rostro era inerte como el de una estatua.
-       Sí, perdona.
-       Se que no tengo derecho a pedírtelo y entenderé que te niegues a seguir adelante.
-       No te preocupes, lo haré.
-       Quiero que sepas que estaré a tú lado en todo momento y que nuestra prioridad será mantenerte con vida.
-       Después de todo lo que me acabas de contar, querido ni tú saldrás de está con vida.
-       Lo se, estamos condenados, pero aún así no perdemos la esperanza.
-       Te veo optimista, pero no debes preocuparte por mí, en mi vida he estado más tiempo muerta que viva y cuando he vivido me han hecho tanto daño que e deseado morir, ahora por fin voy a ser útil, el precio es lo de menos, el me trajo aquí con un fin, pues ahora tendrá que tomar un poco de su propia medicina.
-       La venganza puede cegarte y lo importante es conseguir desenmascararle.
-       Entonces te has equivocado de mujer, yo me quede ciega en el momento en que fui consciente de todo.
-       Tanto daño te ha hecho.
-       Me resucito para matarme, mientras fingía que me amaba y yo pensé que mi vida había cambiado definitivamente, pero en fin no perdamos más tiempo, necesitare un arma ¿no?, si no vaya birria de espía, voy a ser el hazme reír de la profesión.
-       ¿Sabes como se manejarla? – Le dijo Mibsan mientras sacaba una de entre sus ropas.
-       No, la verdad es que ni siquiera e visto una.
-       ¡Ay Dios! No has disparado nunca.
-       Estuve a puntito de comprar una para cargarme a mi ex-marido, pero se me paso enseguida.
-       Quizás será mejor que no vayas armada, no crees, piensa que te vamos a proteger de todos modos.
-       Ni hablar, yo quiero un arma.
-       ¡Que Dios nos coja confesaos!
-       Pero tú no eres musulmán.
-       No reina, mi padre era libio y mi madre española, aunque la verdad siempre he vivido a caballo entre Francia y EE.UU.
-       ¡Hijo ni la ONU!
-       Anda vamos a ver donde demonio hacemos las prácticas, tendrás que ponerte está ropa, para pasar desapercibida, he intenta estar calladita, ten en cuenta que no van a dejar de buscarte hasta que aparezcas viva o muerta.
-       Me encanta tú sinceridad.

Mibsan se sorprendió, María lo cogía todo al vuelo, era rápida y eso le tranquilizó bastante, puesto que no había tiempo que perder, pensó que mientras siguiera llena de rabia sería mucho más útil, pero tenía serías dudas de conseguir el objetivo marcado, aún así era su último cartucho.

12 abr 2011

LOS OJOS DEL DESIERTO III

Maria compendió cual era el síndrome de Estocolmo, en el mismo instante que vio como se abría una portezuela de madera y distinguió entre sombras lo que parecía ser una mujer con Hiyab. Sobre todo cuando descubrió que lo que llevaba en su mano era una bandeja con comida y una jarra.
            Lo primero que la pidió en cuanto la hubo soltado, fue agua, después comida, estaba muerta de hambre y luego intento averiguar que era lo que iba a ser de ella.
-         ¿Cuándo me van a matar? – Le pregunto muy sería, quería saber de cuanto tiempo disponía, aunque la verdad no tenía ni idea de para que.
-         Primero mi nombre, Nalim y segundo ¿Por qué estás tan segura de que vas a morir? ¿No crees que si te quisieran matar, ya lo habrían echo?
-         Si no quieren matarme, entonces ¿Qué hago aquí?
-         La verdad no lo se, estamos esperando a Mibsan, llegara está noche, el te dirá lo que quieras saber.
Maria no dijo nada, pero una vez sólo recordó ese nombre le resultaba familiar, en más de una ocasión Qasid lo había mencionado cuando hablaba por teléfono, el siempre le decía que eran cosas de negocios, ahora empezaba a entender a que tipo de negocios se refería.
Se levanto de un salto con el corazón a mil por hora, en su cabeza se agolpaban un montón de recuerdos, era como si una descarga eléctrica la hubiera despertado de su letargo.
Comenzaron a tener sentido aquellas escapadas que había echo junto a Qasid, el siempre le mandaba los billetes de avión y la hacía inscribirse en el hotel con su nombre, el siempre llegaba más tarde, habían ido a Túnez, Egipto, Yemen, Marruecos, Israel, Francia, Gran Bretaña e incluso EEUU, pero ella nunca le acompañó en sus famosas reuniones, que el preparaba someramente.
Por fin tomaba sentido el ultimo viaje que la propuso, tenía que contactar con alguien de su confianza y el la llevaría al hotel, sólo tenía que preguntar en el aeropuerto
Recordaba como todos sus problemas comenzaron, justo cuando ella había seguido sus indicaciones, la habitación del hotel voló por los aires, justo en el momento en que ella había bajado a recepción, por que no funcionaba el aire y nadie la cogía el teléfono.
La mirada de horror del hombre de la recepción y como ella echo a correr por las calles, con la certeza de que iba a morir, por mucho que intentara escapar.
Un sudor frío le recorrió la espalda, de alguna manera y sin tener clara la razón Qasid la quería matar.
Se dejo caer en la cama, como un fardo inerte y sin vida, creía a ver encontrado el amor y ahora era consciente de que había sido utilizada, no sabía muy bien ni ¿Por qué?, ni ¿para qué?, pero una vez más un hombre la había destrozado la vida, en este caso incluso, se la había intentado quitar.
Cuando la puerta se volvió a abrir, Maria no hizo ningún movimiento, estaba tumbada en posición fetal, con las manos cubriéndose la cabeza, como si quisiera desaparecer.
Una voz suave la habló y la agarró para ayudarla a incorporarse.
-         Maria, ya esta aquí Mibsan, quiere hablar con tigo, tienes que levantarte.
-         ¿Para qué? Puede matarme aquí.
-         ¡Que empeño en morir chica!
-         ¿Y qué otra cosa me queda? Me han utilizado una vez más y me han destrozado el corazón.
-         No se de que hablas, pero Mibsan quiere, que subas y tiene prisa.
-         Bueno pues no le hagamos esperar, haber si terminamos de una vez por todas con esto.
Subieron las estrechas escaleras, Maria seguía a Nalim en silencio, despacio, cabizbaja y a punto de derrumbarse y ponerse a llorar, no tuvo tiempo.
Al entrar en una estancia amplia, rodeada por cojines donde sentarse se encontró de frente con un hombre.
Se sorprendió por que no era exactamente como ella lo hubiera imaginado, era castaño y sus rasgos eran occidentales, no parecía ni siquiera musulmán, a pesar de vestir como tal.
-         Mi nombre es Mibsan. Le dijo en un tono cordial, mientras le ofrecía su mano para saludarla.
-         Creo que ya sabe el mío.- Le respondió sin entusiasmo mientras bajando la mirada hacia la mano, que se negaba a estrechar.
-         ¡Vaya! Veo que no empiezo con buen pie, es que no la han tratado bien.
-         ¿Qué entiende usted por bien? Golpear, atar, encerrar, no cree que es una forma un tanto especial de tratar a un ser humano.
-         No hubo otra manera de salvarla la vida, la iban a matar y hubo que intervenir directamente.
-         Y tan directamente, todavía me duele la cabeza.
-         ¡Lo siento! Creo que fueron más sutiles en el hotel.
-         ¿Cómo, poniendo bombas?
-         ¡No! Cortando el teléfono, para hacerla salir de la habitación.
-         ¡No entiendo nada!
-         Intentare explicárselo de manera rápida. Qasid la ha utilizado.
-         ¡Noticia fresca! – Exclamó sarcástica.
-         Veo que ya ha llegado usted solita a la conclusión. En fin que una vez todo el servicio de espionaje Libio puesto en movimiento, para matarla por alta traición, nosotros teníamos que protegerla.
-         ¿Nosotros? ¿quiénes? Y ¿por qué?
-         Por que es la única manera de destruir a Qasid y romper las fuerzas de espionajes Libias.

Maria le miro sorprendida, sin poder articular palabra alguna y sin entender como demonios había terminado metida en esto.

5 abr 2011

SIN PRISAS.

      Se me acumula el trabajo, la historia sin terminar y ahora recibo este reto, de http://40aneraunamas.blogspot.com/  por supuesto, yo que no me pierdo una, aquí estoy intentando dar el do de pecho, bueno de pecho no que no doy la talla, mejor a pecho descubierto. ¡Huí! Eso tampoco que suena a destape y no estoy pa trotes, lo mejor será que empiece de una vez y me deje de majaderías, por muy bien que estas se me den.

-         ¿Cuántas preguntas puedes contestar inteligentemente?
- Depende, como digo lo que siento y hablo sin pensar, menos de las que me gustaría, eso seguro.
-         ¿Una duda?
- Una sola, por dios, que soy una cotilla integral, el mundo es una incógnita y me encanta.
-         ¿Y una certeza?
- Como mi amiga Morgana dice, la muerte.
-         Un color
- El verde, por lo de la esperanza y por que no hay nada como pasear con los pies descalzos por la hierba fresca.
-         Un deseo.
- Lo de la paz en el mundo sería lo suyo, pero como eso ya lo piden todas las mises y el mundo va de mal en peor, lo mismo es mejor pedir, que desaparezcan todos los corruptos, dictadores, pretenciosos y egoístas del mundo y a ser posible de la política también.
-         Una virtud
- Saber ponerme en el lugar del otro.
-         Una frase
- Que vello es vivir
-         Un sueño
- Viajar por todo el mundo.
-         Un defecto
- Uno solo, si soy completamente defectuosa e imperfecta, bueno, hablar sin pensar.
-         ¿Qué significado tiene para ti una hoja en blanco?
- Una historia por contar.
-         ¿Escribes por necesidad o por afición?
-  Iba a poner las dos, pero me he dado cuenta que lo necesito más de lo que imaginaba...
-         ¿pones música en tú blog?
-         No, por dos razones.
  1. – Mi jefe no sabe que escribo en la oficina, sólo faltaba banda sonora.
  2. – No tengo ni pajolera de idea en manejar el potencial de mi blog y mucho menos ponerle música, tampoco tengo tiempo para investigar el tema, lo que viene siendo un desastre.
-         ¿Eres una persona sentimental?
- Más de lo que me gustaría, lloro hasta con los anuncios, sobre todo si son de detergentes para marujas, hay me pueden.
-         Una pregunta
- ¿Por qué el ser humano se complica tanto la existencia?
-         ¿Si necesitaras algo que pedirías?
- Tiempo, para disfrutar de la vida y de todos los que me rodean
-         ¿Cuándo escribes que sientes?
- Me siento libre ya que despojo de todos mis miedos y miserias
-         ¿Eres creyente?
- No en la religión, creo que son la causa de la mayoría de las guerras que ha habido en el mundo. Si en las personas individualmente, sin clasificaciones de ningún tipo
-         ¿Si no fueras creyente, en que creerías?
- En el potencial que tiene el ser humano, no solo para hacer el mal, que es el que más se usa, si no para hacer el bien.
- ¿Qué esperas de la vida?
- Yo de la vida lo he obtenido casi todo, lo bueno y lo malo, pero me gustaría envejecer con dignidad y no terminar postrada en una cama inmóvil, eso me aterroriza.
-         Tienes un blog, ¿Por qué?
- Alguien me mostró un mundo maravilloso y yo no me pude resistir, necesitaba contar y transmitir todo lo que llevo dentro.
-         ¿Crees que eres una persona que reconoces tú valía?
- Bueno la gente cree que no que siempre me infravaloro, creo que se equivocan lo único que hago es valorarme justamente y hablar de mis defectos sin temor, asumiendo todos mis errores.
-         ¿Qué esperas del amor?
- De mi amor espero que no me abandone, que siga caminando de mi mano.
-         ¿Qué le pedirías a la vida?
- Que no se guarde lo peor para el final.

Una vez echos los deberes ahora le toca a los siguientes, si ya lo habeís echo perdonar mi mala memoria y si no, pues ¡A la! a trabajar un poco.


JUICIO LEVE DE FALTAS

  VECTOR PORTAL Como ya os conté, Manuela tuvo un brote y, en plan chungo, me dejo claro que no era su vecina favorita y que, en cuanto me d...