FOTOS DE PACO Y BORJA |
Debo reconocer que, David nos ha traído por la calle de la cultura todo el santísimo viaje, pero no por ello, dejamos de lado otras actividades lúdico festivas, es más, debo reconocerle una gran habilidad para organizar saraos y fiestas varias. Sólo él era capaz de conseguir un after en medio del desierto.
Después de organizar las jaimas,
que apenas llegamos a usar. Nos colocaron unas mesas, con velitas y manteles en
tonos rojizos, la mar de romántico para la parejita. El menú consistía en Harira
calentita y cuscús con verduras y pollo.
Me encantaban las veladas
nocturnas, era el momento de día, donde nos sentábamos a comentar todo lo
vivido y entre comida y buen vino, nos íbamos acercando más a nuestros
compañeros de viaje. Al estar en pleno desierto, di por descartado, nuestro
momento de relax. Nada más lejos de la realidad, nuestro David, que es un gran
guía, nos tenía preparada una pequeña fiesta. Había conseguido que nos trajeran
del hotel unas neveras con todo tipo de bebidas, que el mismo había
proporcionado aquella tarde, no olvidemos que es un país musulmán.
Como no teníamos suficiente
calor humano, con todos lo que éramos, encendieron una hoguera, donde los
guías-camareros-cocineros y demás oficios que tenían asignado, hombres
polifacéticos, donde los allá. También tocaban los típicos instrumentos
marroquíes.
Como si de un hechizo se
tratara, entorno a un fuego fatuo chisporroteante, los chicos danzaban sin
parar, mientras la música y los canticos brotaban en la noche, trasladándonos
al pasado, donde las caravanas de nómadas cruzaban el desierto siguiendo la
ruta de los oasis.
A eso de la una y media, ebrios
de felicidad, por no decir otra cosa, comenzaron las bajas. La parejita y el grupo de tres que no se
unieron a nuestra fiesta, fueron los primeros. Poco a poco nos íbamos quedando
solos, cuando todo empezó.
Vimos salir de la jaima al chico
ruso, la noche romántica le debía estar suponiendo un sobre esfuerzo, entre la caída
del camello y los 35 º, como poco, que había dentro de jaimas, aquel pobre
hombre, iba a necesitar algo más que una buena hidratación, para pasar la
noche.
David que está en todo y no para,
comentó
- Yo hoy
duermo en el desierto.
– ¡No hay huevos! - Contesto
Toño
– Esa si, que es buena. -
Replico mi Lucero, que le falta tiempo para unirse al sarao.
Dicho y hecho, David que tenía a
los guías en el bote, les comento la idea y si, se podían sacar algunas camas.
A poco desmostan el campamento, el pobre de la noche romántica, nos miraba,
como si no entendiera nada, pero para mí que estuvo a puntito de seguirnos.
A las dos, teníamos cinco camas
pegaditas las unas a las otras, con sus sabanitas y todo, a las puertas del
campamento a unos metros de los camellos. David y Sole se cogieron la primera,
le seguía Toño en calzoncillos, acompañado por paz, muchísimo más glamurosa en
su vestimenta, en la siguiente mi chico y yo y en la última Borja. Puede que
allá cambiado el orden, pero entre que estaba piripi y que se nos iba uniendo
gente, no había manera de aclararse, si Paco, estaba en el grupo de los de “No
hay huevos” o se apuntó después. Cuando Mari Ángeles, se asomó y dijo.
-Hacerme hueco, que he estado en saunas más fresquitas, que esta jaima.
Nos costó dormir, al principio por
el cachondeo, entre la asignación de camas, La elección de vestuario y las
ideas, que no se nos ocurría una buena. El sueño no llegaba, cuando por fin,
algo más relajados, nos concentramos en nuestro entorno. Era imposible dejar de
mirar aquel cielo lleno de estrellas, que parecían haber descendido, para estar
cerca de nosotros. Como si de una lamparita de bebes se tratara, las luces de
aquellos astros, nos fascinaban y atraían a partes iguales. Tanto nos relajó,
que después de las últimas bromas. Nos quedamos algo más silenciosos,
disfrutando de aquel universo que flotaba sobre nuestras cabezas. No sé, si fue
David o Toño, le pusieron el broche a aquel magnífico espectáculo con unos precisos
poemas, que nos entregamos directamente a los brazos de Morfeo, en un festival
de ronquidos, acompañados por el soplo incesante del viento, que portaba en
cada ráfaga, arenilla suficiente como para enterrarnos vivos.
A eso de las tres de la mañana,
un fogonazo de luz nos iluminó. Entre adormilada y acojonada por el miedo a la
procedencia de aquella luz intensa y blanca que, irradiaba una especie de
energía especial y omnipotente. Me incorporé, con los ojos como platos,
absorta, observando aquel espectáculo maravilloso, que me hipnotizaba, allí
mismo me hubiera gustado despertarlos a todos, para que no se perdieran aquella
imagen, de difícil descripción.
FOTO DE INTERNET |
La luna colgaba sobre nuestras
cabezas, como si de un globo de aire luminoso y gigantesco se tratara. Haber,
como demonios apagaba aquella luminiscencia, de la cual, no colgaba ni cadenita,
ni interruptor. Al final entre imaginación e ideas varias, la noche daba para
mucho, conseguí conciliar el sueño, con la capucha puesta y abrazada a mi
Lucero, que el viento comenzaba a refrescaba.
A las tres y media, nuestro
guía, vino a salvarnos de aquel fresquiviri, con un montón de mantas que había traído
de las tiendas. Arropándonos, uno a uno, con las mantitas, como si de una madre
se tratara, ya sólo por esto, era como para llevártelo a casa.
David y Sole, han conseguido a través de su
pasión por esta tierra y este pueblo, trasmitirnos un sinfín de emociones, que
nos han hecho conectar con este entorno, en principio tan árido, pero en
profundidad, tan fascinante y maravilloso. Así que, no puedo dejo de dar las gracias
a la persona que nos permitió sumarnos a este regalo de viaje, que el destino o
quizás el Karma, que este año he sido muy buena, puso en nuestro camino…
Me alegro de que lo disfrutaras tanto.
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