A veces me pregunto: ¿Habrá alguien allá arriba divirtiéndose a mi costa…?
Es la segunda vez que me sucede. De la noche a la mañana, la
compañía telefónica, cambia la tarifa. Siempre, bajo la premisa de una
mejora, mejora que solo les beneficia a ellos. Parecen tener barra libre para hacer lo
que les venga en gana.
La primera vez, pensé que era cosa de mi hija.
—¡Nena! ¿se puede saber a
dónde llamas? Me han cobrado diez euros de más.
—Pues solo llamé a
información, Los del Uber, me habían cobrado tres euros de más.
—¡Pues, la próxima vez,
se los deja de propina! Que, con lo que cuesta el teléfono de información, me
pago un traje.
—¡Que exagerada eres!
Dos meses más tarde, Me di cuenta que cobrar diez euros de más, se había convertido en una mala costumbre.
Cuando pregunté, me dijeron que habían cambiado mi contrato para
beneficiarme.
«¡Serán cara duras! —Pensé.
—¿Y a los que quieren
perjudicar…? ¿Qué les hacen
ustedes?¿La tortura china? —Le pregunté con retintín.
—Se ha subido a 300
megas.Es una gran mejora, debería valorarlo. —Me dice la señora y se queda tan ancha.
—Lo malo es que solo
mejora su compañía. Yo sigo sin internet, porque mi rúter va a pedales.
—Solo se garantizan los
megas si está conectado por cable.
—¿Entonces para que
quiero el wifi y tantos megas?
—La señal de wifi
necesita que no haya obstáculos. —Me dijo de forma monótona.
Que pensé: Estoy hablando con la IA, porque esta señora no es un ser
humano.
—En esta planta no hay
tabiques y el único obstáculo que hay en estos momentos, soy yo.
—Lo ha colocado frente a
un espejo.
—¿Porqué? ¿Si el rúter se
ve guapo, va más rápido?
—
No, todo lo contrario, la señal rebota. Tendrá que ponerlo en alto.—Como no lo empotre en el
techo…
—Ha pensado en cambiar de
rúter, tenemos unas ofertas...
—No reina, lo que voy a
cambiar es de compañía.
Cambio de compañía y la cosa sigue igual. 300 Megas, me aseguraron. He visto caracoles más rápidos que mi rúter.
Llamo y vuelta a empezar.
Y yo que soy muy dispuesta, en pos de arreglarlo me dispongo a escalar.
—Espere un segundo que
cojo la escalera.
Coloco la escalera y subo con el móvil y el portátil. He visto números circenses menos arriesgados que mi maniobra. Apoyo el portátil en la parte superior de la alacena, junto al rúter, a ver si se le pega algo y pongo el móvil en manos libres.
Sigo todas las instrucciones: Apague wifi, encienda wifi, pulse el reset
con un palillo o similar.
«¡Me Cagüen en tooo! No tengo palillo y pienso rápido no me vaya a colgar.
Me quito el pendiente para resetear.
La escalera tiembla (Bueno, puede que la que temblara fuera yo),
instintivamente me agarró; el portátil que se tambalea por soltarlo; la mujer
que sigue dando instrucciones y yo que no llego, porque sólo tengo dos manos y
me debato en quedarme sin dientes o sin portátil, pero el rúter es sagrado.
Consigo equilibrarme, que tal y como ando, mi psiquiatra estaría encantado.
Reseteo el rúter y volvemos a comprobar.
No llega ni a cien y me dice la señorita:
—Tendría que ponerlo en
alto.
A lo que pienso: «Mar contrólate y vuelve a explicarlo».
—Como no lo inserte en la
escayola… —Le digo en tono sarcástico.
—¿Seguro que está cerca?
—¡A ver, si te pongo en
situación, tesorete! Estoy en lo alto de una escalera, pegadita al rúter que
está encima de la alacena y a puntito de partirme la crisma.
—¿En serio? —Y oigo como se descojona de risa.
—Me dijisteis que lo
pusiera en alto. —Digo controlándome.
—Si mujer, pero… —No termina la frase y prosigue con el manual —¿No tendrán tabiques de hormigón? —Me pregunta en tono jocoso.
—Encima de la alacena,
no. —Le contesto entornando
los ojos, que echaban fuego.
—Pues lo mismo necesita
más megas o un repetidor.
Justo cuando voy a decirle que es lo que necesito, aparece mi querubín.
—¡Mama, que haces!
—Arreglar el rúter.
—¿En serio? —Muevo la cabeza de arriba abajo con resignación. —¡Genial! ¿Me dejas grabarlo…?
Sólo tuve que mirarla para que saliera pitando.
Conclusiones: La señorita no tenía solución, yo no tengo equilibrio y mi hija es una cachonda.
A día de hoy, Sigo reseteando el rúter cada vez que me quiero conectar,
parece que, si no me subo a la escalera, el puñetero no va.
Bella Bonita e Inteligente
ResponderEliminarEntre los renglones de tu obra, camuflas con simpatía esa impotencia que hemos experimentado todos (alguna vez) ante el uso y abuso de la “todo poderosa” empresa de “internet y telefonía”
ResponderEliminar“Reír por no llorar” es la moraleja que encuentro en esta historia que es tan cotidiana en nuestros tiempos... Pero, además entre los renglones de tu texto he podido confirmar que… Leerte es una buena medicina para levantar el ánimo.
¡Gracias por ello!
Gracias a ti, por tus comentarios. Llevas toda la razón del mundo. Ante la impotencia solo queda reír por no llorar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
jajajaja buena historia, tambien suele suceder que por ubicación geográfica no entra bien la señal, y ahí no hay nada que hacer, solo cambiarte de casa....
ResponderEliminarsaludos
Felicitaciones por el arte de tus letras
ResponderEliminarGracias cielo.
Eliminar: «Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.»
ResponderEliminarLlevas toda la razón, por eso yo, no pienso mucho e intento reírme de todos esos pequeños problemas que nos encontramos en el día a día.
EliminarUn saludo y gracias por comentar.
Bravo chica palante siempre
ResponderEliminarHacemos lo que podemos, que tal y como está el mundo, no es poco.
EliminarUn besote.
Wow...
ResponderEliminarQué lata, esto de las conexiones Internet.
Buen domingo, ODRY. Un gusto 🏙
Ni te imaginas, pero al mal tiempo...
EliminarUn saludo