¿Por
qué todo es tan complicado?
Ya
os conté que el jardinero se cargó la farola y empezamos una guerra con la
aseguradora que, a día de hoy, sigue sin pagar. Cinco meses reclamando y ahora nos
piden el parte (Serán…). Eso sí, que tiene guasa.
Mientras
llega la indemnización (Todavía creo en los milagros), yo se la encargué al electricista.
Cuatro
meses han tardado en conseguir una igual. Hemos estado apuntito de ponerle un
altarcito con velas, para que la gente no se tropezara y se partiera la crisma.
Pero, la suerte no me acompaña y se ha puesto a diluviar como si Noe hubiera
terminado su barca.
El
electricista me comenta, que no tenía las mismas bombillas y que nos ha traído
una para alumbrar estadios, pero de led, para no despilfarrar energía.
A
lo que yo pensé: «Antes los vecinos se me quejaban de ir a oscuras y ahora van a necesitar gafas de sol». Y miro al cielo, en busca de ayuda divina,
pero como lo mío no tiene arreglo, en vez de la ayuda divina, aparece Manuela,
preguntando si ya tenemos luz, que no ve nada.
Ahí
es cuando pienso: «A mí, los mensajes me los mandan del mismísimo infierno,
sino, no lo entiendo».
Y
para no defraudar a Satán, pienso maléficamente; «¡Mujer limpie las gafas y verá!».
—No
se preocupe, que le he traído una bombilla tres veces más potente. —Le contesta
la electricista que es la mar de maja.
—¿Qué
no voy a poder ver al de enfrente?
«Esta
pobre, no sólo necesita aumento de dioptrías, también necesita un sonotone»
Pero me lo callo, que llevo un día muy maligno y luego me quejo del Karma.
—¡No
mujer! —Le aclaró en voz alta. —Que van a poner una bombilla muy potente. No va
a necesitar encender la luz de su casa.
Manuela
se queda contentan y el electricista colocan la farola y me llama.
Cuando
llego, hay algo que no me cuadra y levanto la mano. La electricista me mira
extrañada y me dice:
—¿Qué
haces? Puedes hablar sin pedir permiso, que no estamos en el cole.
—No,
si lo que estoy haciendo es medir la farola y esta farola es más bajita que las
otras.
—¿Estás
segura?
—Si
no he crecido cuarenta centímetros de mi casa aquí, sí.
—¡Qué
va! Cinco o diez, como mucho.
—¿Cómo
son los centímetros en tú pueblo, nena? Cómo poco, le falta una parte. ¿No
os lo habréis dejado por ahí?
—¡No!
¿No será el efecto óptico?
—¿Qué
efecto óptico? —Le digo y me voy a la farola de enfrente. —Si puedo cambiar la
bombilla sin escalera y aquí no llego.
—¡Exagerada!
—Y le dice a su compañero. —¡Jorge saca el metro! —
Cuarenta
centímetros le faltaban a la farola y nos pregunta si la deja o la quita. Le
digo que la deje, que ya pondrá la pieza que falta. A lo que Manuela se asoma y
dice. —¿Ya tenemos luz?
—¡Si
no la hemos cortado, mujer!
—Anda
y yo perdiéndome la telenovela. ¡Podías avisar, maja!
Yo
sigo mirando al cielo, pero ni ayuda divina ni meteorito ni nada. Está visto
que es mi sino y no voy a tener ni un
día de calma.
Sin lugara a dudas el tamaño importa y mas aún hoy que las mujeres nos hemos puesto tan visuales
ResponderEliminarUn brindis por vos
Lo complicado querida está en uno-
ResponderEliminarNos complicamos la vida
Un abrazo enorme
Y de que manera... Ja, ja, ja.
ResponderEliminarUn besote.
Trata si tienes un problema que ese problema no esté en tu cabeza todo el tiempo Se aprende con meditación. Caminando a veces encuentras respuestas a preguntas que no la tienen. La repuesta seria siendo lógica . A veces "es lo que es" y de ahi no sales
ResponderEliminarjajajaj Abrazos
Llevas razón, por eso, lo mejor es tomárselo todo con una buena dosis de humor.
EliminarUn besote.
Buenos días, Odry. Me encantó leer esta historia. Los personajes muy graciosos. Es cierto el tamaño o la estatua no importa. Lo de verdad vale es saber estar. La inteligente no se mide por la estatura, sino por la persona. Un cuento muy acoplado para los tiempos que corren.
ResponderEliminarUn abrazo
Mónica
Mil gracias por tus palabras.
EliminarEstoy totalmente de acuerdo. El título, era tan solo una ironía.
Un saludo.
¡Hola! Gracias por compartir este relato tan curioso. Un abrazo ❤️
ResponderEliminarQue linda eres! Pero no te cohíbas, el relato es surrealista, lo peor es que me quedo corta, porque más surrealista es mi día a día.
ResponderEliminarUn besote.
Ya estoy viendo jajaja cada vez estoy más curiosa con saber qué será la próximo sobre lo que escribirás. Un abrazo.
EliminarLos días de calma son los que menos se recuerdan.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Yo, de esos, tengo muy pocos.
EliminarMil gracias por comentar.
Me llamó la atención tu blog, pasaba como una visitante más y me quedé enganchada en tus historias. Me hicieron una ilusión muy grande y así de paso leo un poco en español que, cada día que pasa, se me va olvidando más y más.
ResponderEliminarBien venida a esta casa de locos, espero que lo pases genial, porque de eso van mis historias de momentos en los que no queda otra que reírte.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Gracias! me encanta tu blog! Y me ha hecho mucha ilusión que me leyeras!
EliminarUn placer.
EliminarWow
ResponderEliminarBueno... un empeño más, y quedará perfecto 🏙
En eso estamos.
EliminarUn saludo y mil gracias por comentar.
jajaja
ResponderEliminarpor lo menos ya esta con luz
y a tomárselo con humor, no queda de otra
saludos