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Este
año, la Navidad se presentaba algo más tranquila que la del año pasado. En aquel momento, a nuestra mesa se sentaron dos parejas de recién divorciados, dos cubanos
(Madre e hijo) recién llegados de Rusia, que habían huido de la guerra, mi
familia y mi madre. ¿Qué podía salir mal…?
Pues
la verdad es que nada. La velada resulto de lo más agradable, nadie se tiró los
trastos a la cabeza y eso que, mi indiscreta madre, hizo algunos comentarios en
los que hubiéramos agradecido que nos tragara la tierra.
Esta
Navidad la situación había mejorado, una de las ex-parejas ha vuelto a ser
pareja, no sé, si por no aguantar los comentarios jocosos de mi santa madre o
por amor, que también se puede dar el caso. La madre cubana de mi nuera se ha
echado un novio argentino que es un encanto y todo apuntaba a una cena de lo más agradable.
Mi
casa empieza a parecer la ONU, sólo nos faltan los cascos azules, que, andando
mi madre por medio, no nos hubieran venido nada mal. Aunque dudo mucho, que ni
ellos pudieran frenarla.
Superadas
la nochebuena y la Navidad con éxito y con una nevera llena de sobras, comencé
la semana con algo de malestar que achaqué a los empachos por comer demás. ¡Infeliz! No lo vi
venir, y eso que mi tía María no había dejaba de toser durante toda la cena, mientras aseguraba haber
dado negativo en la prueba del Covid. La pobre no está en su mejor momento,
seis meses tosiendo, hace que al final desconectes y es justo cuando una baja
la guardia, cuando se lía parda. Tres bajas, ha causado la puñetera, mi
nuera cubana, su novio argentino y yo. Que dicho así parece un chiste, pero no
señores, es la gripe A, que está pasando por nuestros cuerpos como una
apisonadora y nos está dejando hechos unos zorros.
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A
mí, no me tocó la lotería (tampoco echo y sería raro) no, a mí me ha tocado la gripe
A (Que para está, tampoco tenía boletos, si nos vamos a poner tiquismiquis).
En
fin, que estoy en racha, tengo la cabeza como un bombo, llevo cuatro días comiendo
sobras, la fiebre me está matando y para colmo de males, mi sistema digestivo
ha petado. En un primer momento, pensé que sería un empacho por comer tanta sobra,
pero puede que sea por el jarabe para la tos que guardaba en la nevera. Pensé, que lo había comprado el año pasado, pero según mi chico, caducó en 2019 y al parecer no le pasa como a los vinos, que mejora con los con los años.
¡El tiempo pasa volando! Y lo único que me reconforta, es que ya solo me
queda ir a mejor. Algo bueno me tiene que pasar en el próximo año y espero poder contarlo.
¡FELIZ AÑO A TODOS!