¡No tengo remedio! imagino que os suena, pero es que mi
Lucero tampoco, que “una tiene la fama y el otro escarda la lana”.
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¡MÁQUINA DEL DEMONIO! |
Llegamos
al área de autocaravanas de Baden Baden, no sin complicaciones, que estos alemanes,
tienen espíritu albañil y les ha dado por la construcción, de lo que sea y
donde sea. El Tom Tom de las narices, que nos tira por una calle cortada.
Nosotros que intentamos pasar por otro lado, la cosa que se complica. Hay atascos
y más obras, conseguimos encontrar un acceso y aparcamos nuestra casita.
Mientras
yo preparo algo para comer, que eran cerca de las tres y está gente come muy temprano,
mi Lucero busca la máquina para pagar la estancia.
-
¡Nena!
-
¿Qué?
-
No encuentro la máquina, ven conmigo, que sólo
he visto la de rellenar agua.
Bajo de la auto y nos ponemos
como dos peonzas a dar vueltas.
-
¿Seguro que, en la máquina de agua, no tiene
para el parking?
-
No ¡Míralo tú!
Voy a la máquina, la miro de
frente y sólo vi lo de rellenar agua, tal y como él decía
-
Voy a preguntar por el interfono de la caseta de
entrada. - Aprieto el aparatero, rezando para que, el que contestara hablara algo
de español.
-
¡Gunter Tag! O lo que viene siendo ¡Buenas
tardes!
-
Do you speak spanish? - ¿Habla usted español?
-
No
Hay trague saliva y en mi inglés
(sólo yo me entiendo) le dije que hablaba muy poquito inglés y que no encontrábamos
la máquina del parking, por ningún sitio. Él me dijo, que, si veía la máquina
de agua y yo que sí, y me decía cosas (no creo que bonitas) pero se tronchaba cada
vez que yo le decía eso de:
-
I do not know
Un buen ratito estuvimos de
chachareta, hasta que, en vista del empeño del señor en la máquina de agua y el
cachondeo a mi negativa, me dio por echarle un vistazo. Por delante, nada; por
detrás; nada, pero al mirar uno de los laterales, lo veo, mire a mi Lucero:
-
¡Con que lo habías mirado todo!
-
Hombre, como iba a imaginar que estaba hay.
-
¡Llevo cinco minutos hablando en un dialecto, que
ríete tú del zulú! ¡se ha reído de mí, hasta el señor del interfono! Sabes que
cualquier día te escorgorcio vivo ¿No?
-
¡Jolín Nena, que carácter! Tú quédate con lo
importante, lo hemos encontrado y has practicado inglés, es más yo creo que
deberías ir al interfono y explicarle que ya lo hemos encontrado.
-
¡Si, eso! Encima guaséate de mí.
Después de aquello nos tocó
investigar cómo iba lo de la luz, que ya le dije yo a mi Lucero:
-
Investiga, que esto sale.
-
Si yo le meto la moneda, pero no hace nada, creo
que tienes que preguntar al señor del interfono. - Le eche una mirada, que casi
lo fundo, y no por los 40 graditos, que llevamos padeciendo. Que tengo unas
ganitas de echarme a la cara al Primito de Rajoy, para explicarle en que
consiste un cambio climático, que la que te cuento.
Con tal de no llamar al interfono,
investigué y le metí una de moneda de 50 céntimos, mano de santo, encendimos el
aire y comimos en la gloria.
Cuando salíamos en bici, para
visitar la ciudad, nos encontramos un francés, dale que te pega al euro, para
conseguir conectarse a la luz. Mi lucero me miró, con cara de te toca, yo negué
con la cabeza:
-
No te da penilla, que hace calor.
-
Ya no hace tanto.
-
Que tiene perrito.
-
¡Jolín! Otra vez a guasearte de mí. – Y para
allá que fui.
Le pregunté si hablaba español,
pero no hubo suerte, así que vuelta a las andadas, el hombre me miraba raro,
pero entendió lo que le decía, aunque el pobre no tenía monedas y yo le cambié
un par, hice la buena obra, y nos fuimos a visitar la ciudad.
Baden Baden es muy bonita y sus
calles muy limpias y eso que algunas estaban levantadas por obras, se la veía
una ciudad que desprendía cierto glamur, en una de sus calles encontramos un
coche muy antiguo, que le daba el pequeño toque que necesitaba, para
trasladarte a otra época y soñar.
Pasamos una tarde encantadora,
paseando entre risas, mientras disfrutamos, de un empalagoso helado de mango,
que se fundía más rápido de lo que mi lengua era capaz de absorber, terminé
como las niñas pringada hasta riba, pero feliz de poder disfrutar un día más.