El calor era
intenso y decidimos que era buen momento para visitar Triberg, un pueblecito
adentrado en la montaña, con una gran casa cuco y unos saltos de agua en el
bosque, todo aparentemente muy fresquito y tentador.
Poco o nada
sabíamos de la arquitectura de sus casas o de lo que nos íbamos a encontrar,
que no fuera lo anteriormente mencionado, así que cual Dora la exploradora,
blusita sin mangas (desde que estamos en Alemania, no bajamos de 38 graditos)
pantalón corto y sandalias. Y mi Lucero que me mira y se atreve a decirme:
-
A ver que yo lo entienda, ayer que fuimos a una
ciudad la mar de cuqui, te plantas las playeras, camiseta y peto vaquero y hoy
que vamos a caminar por el bosque, te pones sandalias y monísima de la muerte.
¿Me estoy perdiendo algo?
-
¡Sí, una leche! ¡Calla y anda! - Aunque tenía
razón, la verdad es que no me había parado a pensarlo siquiera, sólo que hacía
mucho calor y yo iba quitándome complementos.
Lo primero
que hicimos, fue dirigirnos a la oficina de turismo, donde nos dieron el plano
y nos mandaron al bosque, para disfrutar de los saltos de agua, además de
decirnos donde se encontraba “la casa cuco”, según el señor ¡5 minutos!
Vimos un
grupo de gente que caminaba hacía al bosque y nosotros les seguimos como
corderitos, entusiasmados por la visita y el frescor que venía del riachuelo
que bajaba, entre árboles y arbustos, hicimos un montón de fotos, como si no
hubiéramos visto un árbol en nuestra vida.
Hay dos
caminos, uno corto, para personas con problemas o simplemente vagos y uno
largo, estuve indecisa (soy vaga ¿y qué?) pero mi Lucero me dio un empujón y me
dijo
-
¡Andar!
-
¡Que sólo estaba mirando cual era el más bonito!
- no coló.
-
Tu si que
eres mona ¡vamos!
El paseo fue
de lo más agradable, aunque casi me da un pasmo, cuando vi correr lo que
parecía una rata, en realidad eran ardillas, que iban y venían en busca de
cualquier fruto seco, que muchos visitantes les iban tirando.
Por lo visto,
en este salto se comenzó a aprovechar la energía que genera la caída del agua,
hace mucho tiempo, por ponerle a tanta locura un poquito de historia.
Lo peor fue
la salida (cualquier día me da algo), cuando me di de bruces con el cartel de 4
euros la entrada, nos habíamos colado sin querer No imaginamos que los alemanes,
le pusieran puertas al campo, pero es que tampoco había nadie en la puerta, sólo
la caseta con un señor, como todo el mundo pasaba, pensamos que sería el guarda,
y si que era el guarda y el cobrador. Cualquier día termino entre rejas por hocicona
y cegatona (palabrita, que un día de estos, me vuelvo a poner las gafas).
Fuimos a dar un paseo por el pueblo y sus peculiares tiendas de regalos, al cual más extravagante y de paso buscar la dichosa casa cucho, lo de los cinco minutos de esta gente, es para
hacérselo mirar, como llega está gente a los sitios, volando, porque si no, no
me lo explico. A no ser que en vez de 5 dijera 50, que pa mí que su
pronunciación no era muy buena.
Después de
una búsqueda infructuosa, volví a mirar el mapa,
-
Te digo yo, que esto no está a escala
- ¡Que
brutita eres!, no será que está escondida.
-
¿Dónde, en los saltos de agua, por qué tú me
dirás? ¡Si son cuatro casas!
Comenzamos a
dejar el pueblo, cuando nos encontramos la dichosa casa cuco, frenazo y visita ultra
rápida, porque es “cuqui”, pero tampoco como para quedarse a vivir.
Lo peor es
que después descubrimos que había dos, somos unos turistas penosos…
hola odry jajaja que bien me lo paso con cada historia que nos cuentas y tu con sandalias monisimas para caminar y quitandote tus complementos jajaja jajajaa me he jartao de reir como decimos en mi tierra estás zembrá jajajaja besitosssssssssssssss
ResponderEliminary que bonita es tu tierra y que bien se come, ja ja ja
EliminarUn besote
¿Y con quién estás en la primera foto?
ResponderEliminarAutóctonos de la zona, formaban parte de la fotografía.
ResponderEliminarMe encantan las fotografías, y tú eres muy guapa, ODRY.
ResponderEliminarBesos.