Amaneció un
día totalmente distinto, ni una nube a la vista, era un día fresco, pero
soleado y estábamos cerca de nuestro destino.
Yo iba
preparada para el fresquito y la lluvia de Alemania, era verano, pero mujer
prevenida vale por dos. Me había informado del tiempo en internet y al parecer,
iban a bajar las temperatura y aseguraban lluvías (de leches si los pillo),
típico al parecer de estos lares, ya que Alemania no se caracteriza por su
clima tropical, (al menos eso creía yo) Así que, como estábamos cerca, me puse el chándal gordo de
felpita (no intentéis imaginarlo) la camiseta de manga larga y una buena
chaqueta forrada de borreguito, preparada para lo que pudiera venir y echa un
cristo, pero como aquí no me conoce nadie, aprovecho, para no pasar frio.
Al final del
día, estaba al borde del soponcio, y eso que en la auto hay aire acondicionado, ya había guardado la chaqueta, cambiado camiseta
de manga larga, por camiseta de tirantes y me había arremangado los pantalones,
por encima de la rodilla, no daba para más, si no los dejo a la altura de las
ingles (brasileñas), ¡Qué calores! maldiciendo el puñetero cambio climático y a los meteorólogos de las
10 páginas de internet que miré, antes de hacer la maleta y que tienen el mismo
nivel de aciertos, que yo como bruja en prácticas con mis predicciones, creo
que incluso menos, estos van a hacer daño, que yo llevo armario en mi
casita-móvil, pero ¿y el pobre que viajé en low cost y solo pueda llevar una maleta,
vuelve con sarampión?
Pensamos que
este sería el único día bueno, infelices, pues no nos quedaba por sudar la gota
gorda, no volví a ponerme ni una chaqueta, ni un pantalón largo.
Nuestro
primer destino Friburgo
Mi Lucero se
empeña en que practique mi inglés (todo para guasearse, que lo habló de pena,
penita, pena) me achucha cual yorksire, para que pregunte a todo ser viviente,
en busca de información. Se burla, me mosqueo, le digo “¡Te la has cargao!” y
me ignora. Lo que viene siendo un clásico del verano, que llevo con la
paciencia que me caracteriza, o sea, ninguna.
Majestuosa e
impresionante, la catedral bordeada por una plaza, donde los puestos de flores,
embutidos, frutas, verduras y demás, la hacen más peculiar si cabe. Callecillas
con el encanto de antaño, donde el agua circula por pequeñas canaletas entre la
calzada y la acera, un rio, que cruza parte de la ciudad, a veces rodeado de
parques, a veces por debajo de los edificios y mil curiosidades que uno debe
descubrir por si mismo, porque leerlo no es igual de divertido, que te lo digo
yo.
Ahora si tuviera que quedarme con algo, me
quedaría con su gente, bastante agradable, simpática y paciente, ha sido el
descubrimiento que hemos hecho este año y es que los Alemanes son bastante educados
y cordiales, yo los imaginaba más serios o distantes, lo dicen todo con una
sonrisa, que ilumina sus rostros y te hacen sentir como en casa, es verdad que
no tengo ni idea de que me dicen, pero es muy agradable encontrarte con gente a
la que no le cuesta mostrar su mejor cara.
Visitar
Alemania, creo que ha sido un acierto, era nuestra primera vez y la verdad es
que nos ha roto todos los esquemas que teníamos con respecto a este país y a
sus gentes.
Los niños¿ya no van de vacaciones con vosotros?
ResponderEliminarLos niños preciosa tienen 22 y 19 años, sólo vienen cuando se quedan sin fondos, ja ja ja ja
ResponderEliminarUn besote.