Llevo
dos meses escribiendo sobre este viaje y en realidad tan solo duró quince días,
pero eso, eso tiene un montón de blogs, que espero tener tiempo de contar,
porque no tienen desperdicio.
wikipedia |
Lo
peor no fue subir, sino tener que bajar viendo todos los tejados del pueblo anclado
en la montaña, incluida la torre de la iglesia abacial
de Santa Fe y
eso que mide más de 26 metros de altura.
Deviantart |
La noche se cernía sobre nosotros y apuntito estuve de decirle a mi lucero que pasáramos la noche en un recoveco junto a un tramo escarpado, hasta que nos dimos cuenta de que, a pocos metros, anidaba una pareja de buitres tordos no nos quitaba ojo. Dejamos de buscar un nueva área en google y nos pusimos en marcha, no fuera a ser que les entrara hambre.
Es
lo que tiene visitar las cumbres, te encuentras con una fauna de lo más diversa.
Lo que no encontramos, fue el área que andábamos buscando. Resultó que lo
habían trasformado en parking de vehículos donde estaba prohibido el aparcar a
las autocaravanas. Como si la auto, no tuviera motor y cuatro ruedas como todos
los vehículos, pero el negocio es el negocio y nosotros teníamos que buscar
otro lugar donde pasar la noche.
Bajamos
la montaña y buscamos el camping situado en la orilla del río. Como no podía
ser de otra manera estaba cerrado. Nos dirigimos a las afueras en busca de
algún lugar tranquilo donde poder descansar, pero no encontramos ni un recoveco
donde parar.
Siete
u ocho kilómetros más tarde, encontramos el paraíso. Entre césped recién
cortado y unos árboles que daban intimidad al lugar, se hallaba el área más
cuqui que hemos encontrado en este viaje. Y lo mejor de todo, con plazas
libres. Apuntito estuve de bajarme de la autocaravana y besar el césped.
A
la mañana siguiente nos desplazamos en moto al pequeño pueblo, serían cerca de
las ocho y media cuando llegamos y ya había grupos que volvían de su visita
comiendo bocadillos gigantescos y cantando.
Que
yo pensé para mis adentros: «¿A qué hora se ha levantado esta gente?». Con lo
que me ha costado a mí, levantarme a las ocho menos cuarto.
Pensábamos
que después de Rocamadour, no volveríamos a ver nada tan bonito, pero Rodez merece la pena ser
visitado. Puede que no tenga la misma belleza, pero tiene algo muchísimo encanto,
ya sea por su estilo, por su arquitectura o por el paisaje que le rodea, pero
al terminar la visita ya nos había atrapado.
