19 ene 2020

ANIMALES VENENOSOS, GUÍA GUASÓN Y VISITA A KASBAH TOURIRT





La noche llegaba y con ella nosotros entrabamos en el camping para pasar la noche, un lugar tremendamente agradable cercano a la kasbah, donde ya teníamos preparada una agradable cena junto a la piscina ¡Más majos!

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Nos disponíamos a explorar las instalaciones, cuando David decidió darnos unas indicaciones básicas que, a Marisa y a mí, nos causó cuando menos, cierta incertidumbre.




DAVID GUÍA Y
CULPABLE DE ESTE
INCREÍBLE VIAJE
-          ¡Chicos, ya podéis disfrutar y relajaros! Hay piscina para el que le apetezca un chapuzón antes de la cena. – Hasta aquí bien, pero prosiguió con la misma alegría y sonrisa embaucadora, como el que no quiere la cosa.
                     
-          ¡Ha, por cierto! No dejéis las zapatillas en la entrada de la auto y mirar bien por donde pisáis, hay que tener mucho cuidado. La zona está llena de serpientes venenosas y escorpiones, no vayamos a tener un disgusto que termine en tragedia. ¡Venga a disfrutar! – Y se quedó tan ancho, como si fuera equiparable disfrutar de la piscina a morir por la picadura de un animal venenoso.

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En ese momento, Marisa me miro entre incrédula y acojonada, aunque sin perder su contagioso buen humor, para decirme en tono solemne.

MARISA
-          ¡A disfrutar dice el tío! Qué nos relajemos ¿Qué vamos a disfrutar? Si, a poco que nos descuidemos, nos envenena un bicho y lo que es peor, en el botiquín no tengo antídoto y aunque dicen que el ibuprofeno vale para todo, yo no lo termino de visualizar.

Su elocuente ironía, hizo que Antonio y yo estalláramos en risas y termináramos con dolor de barriga y guardando las zapatillas a buen recaudo, no fuera a ser que no llegáramos a la cena.


A eso de pasadas las doce el trauma había desaparecido por completo y andábamos como peces en el agua en chanclas, ahí arriesgando. Andábamos tan contentos, que no necesitábamos ni las linternas para movernos por la oscuridad. Es más, si se nos cruza un escorpión y sólo con echarle el aliento le hubiéramos dejamos seco. Es lo que tiene cenar con un buen vino. Te vienes arriba y te da por buscar serpientes a ver si tienen escamas para atacarte.


A la mañana siguiente te levantas y te preguntas, si no sería buena idea dejar el alcohol, mientras sigas viva. Por cierto, a día de hoy sigo mi investigación, dónde demonios guardaban esta gente, tanto vino y licores variados.


Después del descanso, sin bajas en las filas. Va a ser que no nos quieren ni los bichos, a eso de las ocho y media estábamos preparándonos para nuestro nuevo destino.

  
SOLE, M\ª JOSE, TOMÁS, TOÑO, BORJA UNO DE NUESTRO FOTOGRAFOR Y M ª ÁNGELES.

En Ouarzazate donde visitamos una famosa Kasbah Taourirt. En este caso, nos la mostró una mujer guía, con más paciencia que el “santo Job” Aprovechando su buena disposición para contestar a nuestras preguntas, no paramos de interrogarla. El tema de la mujer en Marruecos nos producía un montón de curiosidad y ella fue un encanto contestándonos a todo, incluso a las preguntas políticamente incorrectas, dándonos una visión, más amplia de la vida de la mujer en este país.



Además del interrogatorio, nos mostró y nos introdujo en la historia de está Kasbah, una de las mejor conservadas del Atlas y en la que se han rodado multitud de películas.


Terminamos la visita y volvimos a emprender la marcha para llegar a nuestro nuevo destino. De camino, pudimos observar cómo se notaba que el pueblo estaba regado por el dinero del cine. Los bancos se amontonaban a los lados de las calles principales, con su asfalto casi a estrenar y sus aceras empedraditas y todo. Los edificios parecían recién inaugurados, nada que ver con otros pueblos por los que habíamos pasado, en los cuales, la diferencia entre acera y carretera se delimitan, por las huellas que dejan los vehículos en la tierra.

También hay que tener en cuenta la intervención de la picaresca ya que nos pudimos encontrar multitud de casas que aparentemente estaban en construcción y que contrarrestaban las magníficas e impolutas edificaciones que acabábamos de pasar. La realidad no era otra que un simple espejismo o truco. Realmente su interior era de lo más confortable, pero como solo se pagan impuestos cuando la casa está completamente terminada, al dejarlas como si estuvieran en obras, se libran de pagar este impuesto.

11 ene 2020

LA GARGANTA DE TODRA Y LA KASBAHS AMRIDIL



Me fascinó el paisaje que teníamos bajo nuestros pies, donde la roca escarpada formaba una pared de altura considerable, que dividía aquella seca tierra y nos daba paso en caída libre a un valle donde el cauce del rio, se convertía en un vergel frondoso y fértil. Cuyos cultivos alimentan un pueblo, acostumbrado a vivir con los justo y necesario, incluso a veces con menos.


Aquella carretera serpenteante, que acompañaba nuestro viaje y nos llevaba derechitos a lo más profundo de la garganta, era como para perderla el cariño, no acta para sensibles al mareo. Al final de la misma, como surgido de la nada. Aunque por sus características, ya te digo yo que unos cientos de siglos les a costado tanta excavación en la tierra. Lo mejor era el paisaje dejado por la naturaleza variopinto y curioso. 



¿La carretera era mala? Sí, pero el paisaje era increíble y fascinante, sólo por ello merece la pena.
            

Fotos, un señor pidiéndonos cervezas, que no sé por qué se las dieron fresquitas, con la crisis de frigoríficos que teníamos. Si las dejo al sol, el muy cazurro. Que ganitas me dieron de decir: ¡Hombre de Alá! Si bebe a pesar de tus creencias, por lo menos no se fustigue bebiéndola del tiempo, que los 40º a la sombra, no son precisamente la mejor temperatura este apreciado néctar.  Según me han explicado, mis compañeros de viaje y su buen paladar.


Sin embargo, los niños nos pedían golosinas y chocolate (manteca de cacao con leche), no nos llamemos a error, por mucho que existan mitos al respecto y creo que os imagináis por donde voy. A cambio, los pequeños nos regalaban unos camellos hechos de hojas de palmeras, que quedarán estupendos como marca páginas.


A la hora de comer aparcamos en las Gargantas del Todra, un lugar increíble, donde la roca se abre para dejar que fluya el agua cristalina y pura entre ambos acantilados. Donde las gentes de la zona, vienen a pasar el caluroso día de fiesta, mientras los niños se zambullen entre gritos, risas y juegos.


Cualquier lugar es bueno para colocar un puesto de regalos y en esta bucólica garganta, no podía faltar. Paco decidió ponerse el traje oficial de Marruecos y colocarse una chilaba que acaba de comprar y le convirtió en menos que canta un gallo en un autóctono, le faltaba algo de colorcillo dorado en la piel, pero lo completaba con mucho arte y una gran disposición para los idiomas.



Comimos a la sombra de aquellos gigantescos salientes de roca, entre los que nos resguardamos. Con la panza llena y con retraso, seguimos nuestro viaje hacía Skora. Donde llegaríamos más tarde de lo previsto y es que nos entretenemos con cualquier cosa digna de ser perpetuada, o sea sé todo, hasta el cabrero que anda entre los riscos con su rebaño a puntito de despeñarse, el pobre hombre. Tú te llegas a preguntar, donde demonios ven la hierba está gente. 
El resultado fue miles de fotos que circularan por nuestros saturados wassap, plasmando momentos y situaciones, que será la delicia de nuestros recuerdos el día que la nostalgia nos envuelva y necesitemos mirar atrás, para mantener vivos esos momentos, que tanta felicidad nos produjeron.




Llegamos al atardecer y fuimos directamente a visitar la Kasbah Amridil. Junto con un guía encantador que disfrutaba de la historia, más que un niño con una bolsa de caramelos, cuyo sentido de humor nos sacó más de una sonrisa y algún que otro sobre salto a lo largo de la visita.



Entre las curiosidades, nos explicó por qué en muchas construcciones de kasbahs marroquíes, los escalones tienen diferente altura. Aplicando una lógica aplastante y es que sí en algún momento, alguien decidía invadir, se tropezarían en más de una ocasión, lo que produciría ruido y les dejaría tiempo para huir o prepararse a luchar.



No faltaron las anécdotas sobre la logística y la forma en que se dividía la casa, nada se dejaba al azahar, todo tenía alguna razón de ser, desde cómo defenderse, hasta donde colocar las cocinas o las habitaciones destinadas para el ganado.






Llegamos a la parte superior, justo cuando el atardecer, se empeñaba en mostrar todos sus matices y colores, los últimos destellos del sol, iluminaba nuestras fotos, en aquel lugar mágico lleno de energía.


       

Con cada anochecer moríamos un poco, al igual que nuestro viaje nada es para siempre, de ahí mi empeño en seguir contando mis andanzas, con la esperanza de que algún día renazca de mis cenizas y sea capaz no sólo de rememorar aquellos días, si no de volver a vivir más aventuras…


16 dic 2019

DEL DESIERTO DE MORZOUGA A LOS POZOS DE FEZNA





Ocho de la mañana y todos en pie para desplazarnos a un nuevo destino. Si ya se lo que estaréis pensando; ¡Por fin, salimos del desierto! Pues no os lo vais a creer, pero apuntito estuvimos de quedamos allí.


 No podíamos irnos del desierto sin liar alguna. ¿Quién fue el ilumínati que decidió hacer una foto con todas las caravanas alienadas y el hotel de fondo? No quiero mirar a nadie, para que no me llamen acusica, pero a tenor de cómo se desarrollaron los acontecimientos, creo que no fue la mejor de las ideas de este viaje, aunque debo reconocer que nos reímos unas “Jarta” con la experiencia.

Nadie se paró a pensar en los bancos de arena, que parece mentira que no fuéramos conscientes de que estábamos en el desierto. Alguien dio la orden y todos comenzamos a situarnos, ahí, como si estuviéramos en el parking de un centro comercial.

 El Karma fue el causante, según algunos, por el cachondeo que tuvimos con el pobre novio y su frustrada noche romántica. El mismo Karma que, causó más de una baja en las neveras de las autos. Había que ver como rulaban esas cervezas de nevera en nevera como la falsa moneda. En nuestro caso el Karma y no las indicaciones de nuestro joven y magnifico fotógrafo Borja, hizo que nuestra caravana se diera un baño, pero de tierra, una vez intentamos sacarla de aquel banco de arena, en el que estaba clavadita.

El desierto nos atrapó, al igual que lo hiciera el cepo de Dubrovnik. Intentaron sacarla marcha atrás, pero viendo que aquello iba de mal en peor, se pasó al plan B. Hubo comité para resolver el problemas, con David a la cabeza, que haciendo gala de su buena preparación, sacó las eslingas de las que, hasta ese preciso instante, no tenía ni idea de lo que eran y el engranaje se puso en marcha.

Tomás ofreció su autocaravana para remolcar y una vez trazada la vía de escape para mi casita-móvil, todos comenzaron a preparar el terreno para tan complicada misión, difícil es sacar un coche, pero una casita-móvil, con todos sus complementos, son palabras mayores.



Retiraron la arena de las ruedas, al principio con manos y palos, creo que fue Manolo o Toño, el que apareció con una pala, mucho más eficiente, donde va a parar. Buscaron maderas y losetas de piedras, para que las ruedas tuvieran donde agarrarse, Paco intentaba inmortalizar el momento, no sin guasa el puñetero.



El mismísimo MacGiver se hubiera sentido orgulloso de este grupo. Tomás se puso al volante, Antonio hizo lo propio y al grito de ya, los motores comenzaron a rugir. Unos segundos después, nuestra casita-móvil salía de las arenas el desierto, cual Laurens de Arabia victorioso.


Nuestro primer destino "Los Pozos de Fezna".


Era viernes y al pasar por los pueblos, pudimos observar, tal y como nos comentó David, que los lugareños, iban ataviados con sus mejores galas de camino a la mezquita, ya que es día de rezó.


En que momento, comenzaron a aparecer a lo largo del camino cientos y cientos de pozos, que emergían de la tierra, cual queso gruyer. No estoy segura, pero si que le daban al paisaje un matiz, nunca visto por mí hasta ese momento. ¿Cómo era posible, que en aquel lugar desértico, hubiera habido tal cantidad de agua, como para abastecer a tantos pozos?  Sencillo, el agua venía del subsuelo, traído hasta aquí, con ingenio y mucho trabajo, a través de galerías desde el subsuelo de las montañas.


Al visitar uno de estos pozos. Fuimos conscientes de la dura y rudimentaria forma con la que habrían escavado de forma manual, aquel laberinto de galerías subterráneas. Controlando el tiempo de permanencia en aquel lugar, a través de su único reloj, “El sol”.


El pozo estaba adornado con cientos de velitas que iluminaban el camino a seguir, el lugar no podía ser más novelesco y bucólico. Caminamos por algunas galerías entre las penumbras de aquel increíble lugar, intentando inmortalizarlo todo, mientras nos imaginábamos a duras penas, lo brutal que habría sido trabajar allí, donde uno termina por perder la noción del tiempo y no es consciente de si en el exterior es día o noche.


Me resulto impactante aquel lugar, lo que es capaz de hacer el ser humano por subsistir. Bajo aquella tierra árida y seca, se hallaba un gigantesco hormiguero, capaz de unir a través de sus galerías, casas y pueblos, por el bien más preciado, el agua.


No faltaron anécdotas y curiosidades que nos fascinaron, en un momento donde las máquinas y la tecnología lo rige todo, el tiempo aquí, había quedado anclado en una forma de vida sostenible. Si hubiera un apagón tecnológico, esta gente seguiría con su forma de sobrevivir, sin ningún problema, mientras nosotros, simples mortales enganchados a la tecnología, terminaríamos volviéndonos locos.

JUICIO LEVE DE FALTAS

  VECTOR PORTAL Como ya os conté, Manuela tuvo un brote y, en plan chungo, me dejo claro que no era su vecina favorita y que, en cuanto me d...