5 sept 2023

CAMINO A SAN SEBASTÍAN.



Con una salida de vacaciones tan atropellada, Conseguimos llegar a la hora de la cena. Que dada la velocidad crucero que le pone mi Lucero a nuestra casita móvil, es todo un milagro.

Sobre las siete de la tarde, estábamos dando vueltas como una peonza en torno a la universidad de San Sebastián, buscando algún sitio donde pernoctar. No íbamos solos, otras seis o siete autocaravanas tenían el mismo plan y había que estar ojo avizor para que no nos levantaran el sitio.

Como suele ocurrir en verano y más, si es fin de semana, el área de Donostia estaba desbordada y no había forma de encontrar un hueco donde dejar nuestra casita móvil. Tres vueltas más tarde a la universidad (yo apuntito estuve de matricularme). Encontramos un hueco bajo unos árboles. Aunque la noche era fresca, viendo el cambio climático, no está demás buscar una sombra para el día siguiente.

Nos duchamos y pusimos de tiros largos que los de San Sebastián, siempre van muy guapos y bajamos la moto de la autocaravana para ir al centro de la ciudad.

Antes íbamos en bici. Había que ver como corríamos en las bajadas, ni Induráin en sus mejores tiempos. Ahora las subidas, las subidas eran otra cosa. He visto abuelitos con andador en mejor forma que nosotros. La de veces que he subido yo la bici, en vez de subirme la bici a mí.

La culpa no es mía, por no practicar ningún deporte. La culpa es de la gastronomía vasca que va a hacer daño. A ver quién se resiste a una barra llena de colores, olores y sabores actos para todos los públicos. No os lo recomiendo si estáis a dieta, porque allí, el que no peca, es que no está en plenitud de sus facultades.

Todos los años me digo lo mismo: —Odry, con moderación que tienes todo el fin de semana. —Pero no hay manera. Sé que me estoy poniendo gocha, pero sigo probando, hasta que el botón de los pantalones, se dispone a salir disparado. Por si comer no fuera suficiente, una tiene que beber algo para limpiar el paladar y no mezclar sabores y se toma unos, dos o tres txakolis que entran como agua, pero suben como vino.

Al final de la noche, no eres capaz ni de subirte a la cama. Que, en el caso, está muy bien traído porque duermo en las alturas, encima de la zona del conductor. Para llegar, he tenido que practicar la escalada, no os digo más. Lo malo es que cuando bebes demás, te olvidas de la técnica. En más de una ocasión, mi lucero ha estado a puntito de ponerme un arnés de seguridad. Una ya no está para literas, aunque con el precio que tienen las autocaravanas, no me va a quedar otra, que no llega el presupuesto para una integral.


En fin, que me disperso. La ciudad estaba rebosante, literalmente hablando. Entrar en cualquier bar, restaurante o taberna, era una misión imposible, solo acta para los más osados. Y, hay estaba yo, abriendo codos y saludando como si fuera de la casa, para que me fueron dejando hueco, que una está curtida en bares y hay que echarle mucha cara.


Aunque de pie, los pinchos nos supieron a gloria. No sé, la de veces que brinde con mi Lucero. Hasta que el pobre me aclaró que no quería brindar más, que lo único que él necesitaba, era que le sujetara la copa para poder pinchar en el plato. A lo que yo le dije algo decepcionada:

—Ya decía yo, que estamos muy romántico.

—¿Romántico? Más de cien personas en diez metros cuadrados gritando, no dan para tanto, reina.

—Eso es porque no le echas imaginación…

Nos recorrimos todo el paseo marítimo y el puerto, en pos de bajar un poco la cena, Después volvimos a nuestra moto y dimos tres o cuatro vueltas a la ciudad. No por admirar Donostia de noche, que debo reconocer, estaba preciosa, sino porque han cambiado de sentido la mitad de las calles y no hay manera de llegar a la universidad.

Que sería de un viaje sin contratiempos, que no sería Odry, desastrosa y sin remedio.

1 sept 2023

ELECCIONES GENERALES

 

La gente normal, el día que sale de vacaciones, simplemente coge la maleta y se va, pero yo, yo no debo de ser muy normal. 

Lo mío no tiene arreglo, debe ser porque soy Odry, desastrosa y sin remedio.

Cada vez que escucho en las noticias, que podría haber unas segundas elecciones, a mí se me pone el pelo como escarpias y ganitas me dan de salir corriendo.

No es que no me guste ejercer mi derecho al voto, es que la última vez que lo hice, se dieron una serie de catastróficas desdichas que convirtió mi inicio de vacaciones y me derecho al voto en una misión imposible de Tom Cruise, pero con mi Lucero, que tampoco está nada mal.

Os pondré en antecedentes:


Una semana antes de salir, ya teníamos nuestra casita móvil como los chorros del oro, que llevábamos mucho tiempo sin usarla y estaba llenita de polvo. Hasta una arañita había tejido su tela en medio del mini salón.

Eran las seis de la mañana (que diría Juan Luis guerra) Cuando abrí mis ojitos y me puse en marcha. Con todo preparado muy mal se nos tenía que dar para no llegar a Donostia a la hora de comer (ilusa).

Os prometo que solo había que meter cuatro trastos he ir a buscar la autocaravana, pero, cuando nos quisimos dar cuenta, eran cerca de las once.


Qué yo me preguntó a mí misma: «¿Odry, para qué demonios madrugas tanto? —Y me contesto. —Para desayunar». Porque es lo único que consigo hacer en condiciones.


Yo había solicitado el voto por correo, el mismo día en que el presi convoco las elecciones, pero la cosa iba con retraso y yo no iba a perder tres o cuatro días vacaciones por votar. Al fin y al cabo, lo llevo haciendo más de treinta años y ni soy más alta ni más rica ni vendo más libros.

A penas llevábamos cinco kilómetros y me llama mi hija

—¡Mama! ¿Dónde estás?

—Donde voy a estar, camino de Donosti a tomarme unos pinchos. ¿Qué te pasa, que te acabo de dejar?

—Qué está aquí el cartero con tú sobre para votar, que dice que si te das prisa te espera.

Miró a mi lucero y le digo: —Vámonos a casa que está el cartero esperando.


La autocaravana anda, pero no vuela, como mínimo diez minutos.

—Eso es mucho. —Nos contesta la voz de un hombre y mi lucero y      yo, nos quedamos a cuadros.


—¡Perdón! ¿Usted es?

—El cartero. Me ha pasado el teléfono su hija.

¡Hay Dios! Había oído lo mucho que había mejorado el servicio de correos, pero esto, era otro nivel.

—Mucho gusto en conocerle. —Le digo y paso a preguntarle. ¿Por donde reparte usted que le vamos a buscar? Para que no pierda más tiempo hombre.

—Voy a estar por el barrio una hora más o menos.

—Perfecto, Hay alguna forma de localizarlo

—No es lo normal, pero les daré mi teléfono.

Que pensé para mis adentros: «Pobre hombre, llama a mi puerta, pensando que somos gente normal. En cuanto llegue a la oficina pide el traslado.»

MI lucero da la vuelta, yo le llamo en cuanto llegamos al barrio, hombre que nos dice por dónde anda, mi GPS que nos putea, lucero que pone el suyo y diez minutos más tarde, veo cruzando la calle a un señor vestido de amarillo con un carro a juego.

Sin pensármelo dos veces, levanto las dos manos y me pongo a hacer aspavientos, rezando para que sea el cartero y no algún vecino-na daltónica.

—¡Señor! ¡Señor! —Grito como si me fuera la vida en ello y señor que se para en medio de la calzada mirándome como si estuviera majara. Imagino que no debía de haber muchas locas por el barrio llamándolo a gritos, ni siquiera, cuando entregan una multa o un requerimiento de hacienda. Qué hay lo llamaran, pero otras cosas…



Cartero que me entrega la carta, Lucero y yo que corremos a la oficina de correos que está en la otra punta de villa de Vallecas. Pasamos dos mítines, tres súper mercados y millón de tiendas y cuando llegamos está cerrada por que era sábado.

Que me preguntaba yo; «¿Quién será el lumbreras que refuerza la plantilla y cierra las oficinas?»

Con el voto y el disgusto, nos ponemos de nuevo en carretera, rumbo a nuestra amada Donostia, que ya votaremos allí el lunes siguiente.

Cuando miramos el reloj, ya pasaban de la una y no habíamos salido de Madrid.

¡Menos mal, que este año lo teníamos todo preparado, si no, me quedo sin vacaciones! Pero votar, voté en todos los sentidos…





Mi agradecimiento publicdomainvectors.org y Vector, por dejarme usar sus imagenes.





19 jul 2023

TAROT, DESTINO Y OTRAS CASUALIDADES.

Las imágenes son de https://www.publicdomainpictures.net


Creo en el destino.

Sí, estoy lo suficientemente tarada para creer que, a veces, las cosas pasan por algo. Al menos a mí me han ocurrido. También, tengo que decir, que algunas cosas pasan porque de una u otra forma las provocamos, las buscamos o luchamos para que ocurran. Creo que en eso consiste la vida.

Después de este pensamiento tan profundo, vamos a lo frívolo que este no es un blog científico.

Tras el último blog, algo polémico, podríamos decir, para lo que se escribe en esta mi casita. He tenido algunos comentaros que mostraban cierta curiosidad por el tartot.

Mi historia, no sé si alguna vez la he contado, es tan rocambolesca como todo lo que me suele suceder y hay que retroceder en el tiempo para situarse en ese momento de enajenación mental, no transitorio, que me hizo echar las cartas.

No sé, si se casaba mi prima Raquel o mi prima Beatriz. Lo que sé, es que mi hermana iba de damita de honor y mi tía Carmen y yo andábamos cosiendo los vestidos.

Por aquel entonces, mi tía estudiaba el tarot y, entre puntada y puntada, practicó conmigo y con mi madre.

La mujer me dijo que veía algo oculto en mis cartas. Con el humor que me caracteriza, le dije que serían unos cuernos.

La pobre se lo tomó en serio y me hizo dos tiradas más, al final se rindió porque no veía los cuernos, pero sí, que en las cartas había algo oculto. Al final, lo dejó por imposible y porque a ese paso, mi prima se casaba y las niñas iban a tener que ir en enaguas.

Dos semanas después, justo el día de reyes, me llamó por teléfono y me dijo:

—Ya se lo que ocultas. Tú ves cosas que nunca has querido contar.

—Como no sean las motas de las gafas, que siempre andan llenas de mierda. —Le dije, intentando quitarle profundidad, que me estaba acojonando.

—No, ves cosas que te hacen daño, por eso las ocultas.

—Tía que no soy el niño de sexto sentido. Quizás, alguna vez he tenido alguna sensación, pero de ahí, a ver cosas. Son palabras mayores.

—Ese, ese es tú secreto, que sientes que van a suceder cosas, que luego ocurren.

—Tía que eso lo hace media humanidad. Mi madre sin ir más lejos, le dice a mi padre; Manolo no abuses del picante que te dolerá el estómago por la noche y vamos que si le duele.

—No seas guasona, que no es eso. Son cosas más graves.

Tuve que reconocer, que algo de eso había, pero ni soy vidente, ni tengo ningún tipo de virtud adivinatoria, tan solo sensaciones que te fastidian el día y que cuando llega la tragedia, no han servido para nada. Vamos, lo que viene siendo una “M” gigante, por ser fina y elegante.

La solución de mi tía, fue que echara las cartas para intentar ver qué era lo que iba a pasar y yo con las mismas, me fui al quiosco y compre un fascículo con una baraja de veintidós arcanos mayores para practicar. Todo muy profesional como podéis ver.

A partir de ahí, me hice con una mini colección de distintas barajas y me compré algún que otro libro. Con esto quiero dejar claro mi escasa profesionalidad y mi limitación a la hora de acertar cualquier cosas con o sin cartas. No soy de las que engañan o se dan postín y por supuesto, no cobro por ello. Yo simplemente soy Odry, desastrosa y sin remedio…



25 jun 2023

EL CUARTO OSCURO

 

Hace unos días, recordaba con una amiga, las fiestas de Chon y Lydia en las que terminaba en la cama de uno de los dormitorios, recibiendo uno por uno a todos los invitados de la fiesta que hacían cola para verme.

No penséis mal. A esas fiestas no acudía sola. Iba con mi lucero y aunque todos pasaban por la cama, nunca hicimos ni tríos ni cuartetos ni bacanal romana. La cosa era más surrealista. Ya me conocéis, normal, lo que se dice normal, no soy.


Lo mejor de aquellos encuentros, es que llegaba a conocer a todas aquellas personas de una forma muy íntima. Entre ellos y yo, se generaba un extravagante vinculo que perduraba de un año para otro, cuando me volvían a invitar y volvíamos al dormitorio, con la luz de una pobre lamparilla que alumbraba los más ocultos secretos que cada uno guarda.

  Año tras año, a eso de las doce, cual cenicienta deshechizada, me dirigía al dormitorio, donde en vez de magia, me dedicaba a dar ánimos o consuelo según la cosa resultara.

   Eso no implica, que más de uno se pusiera a la cola de la entrada con otras intenciones. Es lo que tiene recibir en una cama, pero al llegar y ver el percal, casi se alegraban de haberse equivocado. Podía estar a oscuras, pero no estaban lo suficientemente ciegos como querer algo más conmigo, que ya tengo una edad y, allí había mucha chiquillería.

Bromas aparte, lo mejor era volver al año siguiente y ver pasar a todos de nuevo por aquel cuarto oscuro. Algunos incluso, traían apuntadas sus peticiones.

Muchos de aquellos amigos, lo siguen recordando como una de las fiestas más originales en las que hayan estado. Al parecer, a pesar de ser una tarotista en prácticas, hacerte muchas de mis predicciones.


Aunque, si soy sincera, a esas horas y después de haberse tomado más de un par de copas. Si le hubiera puesto la lamparilla del dormitorio a la imagen de la santísima, hubieran salido de allí, creyendo en los milagros.


No me dedico a echar las cartas del tarot. Aunque, en cierta ocasión me contrataran para ello, pero eso, eso tiene otro post.











11 jun 2023

EL TAMAÑO IMPORTA.

 



¿Por qué todo es tan complicado?

Ya os conté que el jardinero se cargó la farola y empezamos una guerra con la aseguradora que, a día de hoy, sigue sin pagar. Cinco meses reclamando y ahora nos piden el parte (Serán…). Eso sí, que tiene guasa.

Mientras llega la indemnización (Todavía creo en los milagros), yo se la encargué al electricista.

Cuatro meses han tardado en conseguir una igual. Hemos estado apuntito de ponerle un altarcito con velas, para que la gente no se tropezara y se partiera la crisma. Pero, la suerte no me acompaña y se ha puesto a diluviar como si Noe hubiera terminado su barca.

El electricista me comenta, que no tenía las mismas bombillas y que nos ha traído una para alumbrar estadios, pero de led, para no despilfarrar energía.

A lo que yo pensé: «Antes los vecinos se me quejaban de ir a oscuras y ahora van a necesitar gafas de sol». Y miro al cielo, en busca de ayuda divina, pero como lo mío no tiene arreglo, en vez de la ayuda divina, aparece Manuela, preguntando si ya tenemos luz, que no ve nada.

Ahí es cuando pienso: «A mí, los mensajes me los mandan del mismísimo infierno, sino, no lo entiendo».

Y para no defraudar a Satán, pienso maléficamente; «¡Mujer limpie las gafas y verá!».

—No se preocupe, que le he traído una bombilla tres veces más potente. —Le contesta la electricista que es la mar de maja.

—¿Qué no voy a poder ver al de enfrente?

«Esta pobre, no sólo necesita aumento de dioptrías, también necesita un sonotone» Pero me lo callo, que llevo un día muy maligno y luego me quejo del Karma.

—¡No mujer! —Le aclaró en voz alta. —Que van a poner una bombilla muy potente. No va a necesitar encender la luz de su casa.

Manuela se queda contentan y el electricista colocan la farola y me llama.

Cuando llego, hay algo que no me cuadra y levanto la mano. La electricista me mira extrañada y me dice:

—¿Qué haces? Puedes hablar sin pedir permiso, que no estamos en el cole.

—No, si lo que estoy haciendo es medir la farola y esta farola es más bajita que las otras.

—¿Estás segura?

—Si no he crecido cuarenta centímetros de mi casa aquí, sí.

—¡Qué va! Cinco o diez, como mucho.

—¿Cómo son los centímetros en tú pueblo, nena? Cómo poco, le falta una parte. ¿No os lo habréis dejado por ahí?

—¡No! ¿No será el efecto óptico?

—¿Qué efecto óptico? —Le digo y me voy a la farola de enfrente. —Si puedo cambiar la bombilla sin escalera y aquí no llego.

—¡Exagerada! —Y le dice a su compañero. —¡Jorge saca el metro! —

Cuarenta centímetros le faltaban a la farola y nos pregunta si la deja o la quita. Le digo que la deje, que ya pondrá la pieza que falta. A lo que Manuela se asoma y dice. —¿Ya tenemos luz?

—¡Si no la hemos cortado, mujer!

—Anda y yo perdiéndome la telenovela. ¡Podías avisar, maja!

Yo sigo mirando al cielo, pero ni ayuda divina ni meteorito ni nada. Está visto que es mi sino y no voy a tener ni un día de calma.

8 jun 2023

LA FERIA DEL LIBRO

Como todos los años, tenía que visitar la feria del libro en el parque del Retiro de Madrid. Donde además de encontrar un sin fin de editoriales y autores, puedes pasear por una arboleda centenaria, visitar el palacio de cristal, el palacio de Velázquez, La fuente del Ángel Caído o dar un paseo en barca por el lago.

         ¿Qué más se puede pedir? En mi caso, poder participar en ella algún día y firmar en alguna caseta, aunque sea la de la limpieza.
         Y si no lo consigo, el próximo año cogeré mis tres novelas y una caja de cartón decorada y me pondré al lado de los grandes, a ver si se me pega algo.

De momento, me conformaré con comprar algún que otro libro para seguir aprendiendo, que nunca está demás.

¡Hala! A seguir soñando, aunque sea despiertos. Porque la imaginación es la mejor medicina para el aburrimiento. Con mucho trabajo y una buena dosis de fantasía, uno puede conseguir que su vida sea extraordinaria.

                



3 jun 2023

INUNDACIONES PROVOCADAS.

 


Día lluvioso y yo que no veo el peligro me voy con mis amigas de compras a una conocida tienda sueca, cuyos nombres son impronunciables.

Apenas habíamos recorrido la mitad, cuando una llamada me puso en alerta.

—¿Mami, tenemos seguro? —Y la llamada se corta.

Mi corazón da un vuelco y comienzo a marcar desesperada. A ver qué demonios está pasando que, con la que estaba cayendo en esos momentos, tampoco era muy difícil de imaginar.

En la tienda no hay cobertura y a mí me va a dar un parraque. Mi amiga me deja su móvil y consigo hablar de nuevo con el pequeño monstruito, no por edad, sino por tamaño, que ha salido a su madre.

—¿Me puedes decir, qué demonios está pasado? Que no respondes ni a los WhatsApps.

—Estaba recogiendo agua mami, que se ha inundado el salón.

Yo cuento a tres y como veo que no es mucho, cuento dos más antes de intentar aclararlo.

—¿El salón? —Pregunto contenida y vuelvo a contar… ¿No serán goteras en los dormitorios?

—No mami, se ha inundado el salón.

—¿Y por dónde a entrado el agua si no hay balcón? 

—No mami, si no ha entrado. !Ha salido!

Ahí, es justo donde colapso.

—A ver nena, que eres la inteligente de la familia. ¿Por dónde demonios está saliendo el agua, que me va a dar algo?

—Por el radiador, iba a cerrar la ventana y me he apoyado sin querer, con tan mala suerte que se ha salido el tubo.

Es en esos momentos, es cuando piensas: «Casi prefería inundación que lo cubre el seguro». Y sigues preguntando.

—Pero, ¿cómo te las has apañado, alma de cantaro? Vete corriendo al baño y cierra la llave de vaciado, para que deje de salir el agua del radiador.

Se vuelve a cortar y yo me caguen en toooo, en el sueco que puso la tienda, en la niña, en el radiador y en la cobertura de este barrio que, en pleno siglo XXI, va a pedales. ¿Para qué narices queremos el 5G, si nos hemos saltado el 1, el 2, el 3 y el 4?

La niña vuelve a llamar, cuando nosotras íbamos en el coche. Mis amigas veían como me salían humo de la cabeza y temían que fuera a explotar.

—¡Mami!

—¡Qué? —Le digo cabreada como una mona.

—No te preocupes que Cristian ha metido él tuvo y ya casi no sale agua.

—¡Cómo va a salir, so besuga! Se habrá vaciado el circuito cerrado de la calefacción.

—¡Aaaahh! Entonces, llamo al seguro o…

—¡El seguro no cubre hijas manazas! —Le interrumpo antes de que termine la frase. —Seca bien el suelo para que no se levante.

—Creo que eso, si lo incluye el seguro. —Me dice mi amiga Olga.

—¿Estás segura? —Le preguntó entornando los ojos y ella se encoge de hombros.

—¡Niña, seca el suelo, por tu madre! —Le digo y salgo corriendo, en cuanto Olga aparca.

En el suelo podrían nadar patos y con dos fregonas no dábamos abasto.

Movimos el sofá, quitamos la alfombra de lana que pesaba un quintal. Saqué el tuvo, que estaba mal colocado, lo enrolle con teflón como si no hubiera un mañana y lo metí hasta al fondo para que no goteara.

Decir que llevo una mala racha es quedarse corto, por eso, al que esté haya arriba pasándoselo pipa a mi costa:

—¡Reparta, por Dios, reparta…!

JUICIO LEVE DE FALTAS

  VECTOR PORTAL Como ya os conté, Manuela tuvo un brote y, en plan chungo, me dejo claro que no era su vecina favorita y que, en cuanto me d...