15 ene 2023

¡MADRE MÍA!


 

Creo que mi madre está perdiendo vista. Ella dice que es capaz de enhebrar una aguja sin problemas y la creo, con tal de no ponerse las gafas, es capaz de hacerlo hasta con los ojos cerrados. Aunque hay momentos…

Llegamos mi hermana y yo a casa de mi madre y la vemos trajinando como si no hubiera un mañana.

A la típica frase de: — ¿Qué haces mamá? Le sigue un monologo de diez minutos, que ya quisiera “Dani Robira”, y que se puede resumir en que, la mujer, se había pasado toda la mañana limpiando y cambiando las cosas de sitio. ¡Vamos! Lo de todos los días. Entre los cambios de ese día, una fotografía que, mi querida hermana, odiaba con toda su alma.

— ¡Para que luego digas que no te hago caso, Sandra! Mira la nueva fotografía que he puesto en el salón. ¡A ver si esa te gusta!

Mi hermana se va al salón y cuando veo que no vuelve, me puede la curiosidad y me asomo a ver que foto a puesto mi madre en su altarcito.

— ¿Qué haces? — Le preguntó a mi hermana, al ver que miraba la repisa de las fotos como si fuera la primera vez en su vida que la viera.

— ¡Buscar la foto!

— ¡Nena que es una foto, no la aguja del pajar!

— Échale tú un vistazo, que yo no me encuentro.

— ¡Jolín! ¿De qué época, ha puesto la foto nuestra madre?

Le echo un vistazo y hasta dos, para terminar por decir:

— ¡No te encuentras, porque no estas!

— ¡Mamá! — Dice a gritos mi hermana. — ¿Dónde dices que has puesto mi foto, que en el altarcito no está?

— ¡Qué altarcito ni que ocho cuartos! ¡Está puesta en el marco blanco que hay en la estantería del mueble!

Mi hermana y yo nos miramos y volvemos a mirar en la estantería del mueble. Todos los marcos son blancos y allí está toda la familia, menos mi hermana.

— ¡Mama! ¡Qué yo no estoy!

— ¡¡Me vas a hacer ir para nada!! ¡Es que no ves que estoy cocinando, como se me pegue la sopa te vas a enterar!

Madre que viene por el pasillo como un miura en la salida de chiqueros. Se limpia las manos en el trapo de Maricastaña que, hasta que no se hacen buenos agujeros, mi madre, no lo cambia, y cogiendo la foto de una desconocida, le dice a mi hermana:

— ¡Toma! ¡So cegatona! ¡Ves como aquí estás más guapa! Si esta no te gusta, te aguantas, que ya no las cambio más.

Mi hermana aparta la foto para verla mejor y me la muestra. Ambas nos miramos y nos volvemos hacía mi madre.

— ¡Que pasa! ¿Qué tan poco os gusta está? — Dice mí madre, poniéndose en lo peor, al ver nuestras caras.

— ¡Mama! ¿quién es? — Le preguntó, mientras le ofrezco la foto.

— ¿Cómo, qué quién es? ¡Es Sandra! Aquí tenía dieciocho años.  Le contesta mi madre tan fresca. Que pensé yo, para mis adentros, encima dale datos.

— ¡Mamá! Esa no soy yo. — Le dice mi hermana, que no hace más que mirar la foto, como si no se lo pudiera creer.

— ¿Cómo no vas a ser tú? 

— ¡Mama que es mi amiga, Tania! Con la que iba a la guardería.



— ¡Ahh! Pues no sabía yo, que os parecíais tanto.

— ¡Claro! ¡Porque no nos parecemos!

6 ene 2023

LISTA DE BUENOS PROPOSITOS.

      




Antes de las Navidades, decidí cambiar el enfoqué de mi vida, para ello, preparé una lista de proyectos y buenos propósitos de cara al nuevo año. Ya me veía yo, capaz de cualquier cosa y lo más importante, terminarla. La imaginación es lo que tiene, que vuela libre como el viento, hasta que te estrellas con la triste realidad.

Normalmente, una se da cuenta de que no va a poder cumplir sus listas de buenos propósitos a las dos o tres semanas, en mi caso, tan sólo necesite un par de horas. No es que fuera muy descabellada, es que el destino me la tiene jurada, y cada vez que lo intento…

LISTA DE BUENOS PROPÓSITOS.

1.       Irme de fiesta o practicar sexo en año nuevo.

¾     Ni me fui de fiesta ni practiqué sexo. Me cogí una infección de toma pan y moja y me pasé toda la noche de romería yendo y viniendo de la cama al baño y del baño a la cama, echando pestes por no haberme terminado las dichosas uvas de la suerte.

2.       Organizar el tiempo.

¾     Cinco horas y media, me pasé en urgencias para que metieran una tira en un vaso de orina y confirmaran que tenía la dichosa infección. Con lo cual, ya empecé con un día de retraso y con lo malita que he estado, voy camino del segundo y estamos a día cinco.

3.       Encontrar un trabajo remunerado.

¾     Tengo dos trabajos y mi sueldo hay meses que no llega a las tres cifras. Es verdad que la profesión de escritor está en vías de extinción, así que, no os podéis ni imaginar la de contadora de historias (Que es lo que yo me considero, no llegó ni a escritora en prácticas).

Tengo cincuenta y dos años, y los dos últimos contratos de trabajo han sido en prácticas. No sé, si se me están tomando el pelo o tengo el síndrome de Benjamín Button, pero sin rejuvenecimiento que joroba más. Así que, de momento, seguiré firmando en la oficina de empleo, hasta que el karma, el destino o el que sea que se está descojonando allá arriba de mí, me dé una oportunidad.

4.       Practicar el desapego, tirando todo lo que no me valga.

¾     Dado y como he comenzado el año, estoy por irme directita a la basura; porque no hay hueso que no me duela, ni musculo que no tenga contracturado. Pero la ropa y los zapatos, ni se te tocan que están impecables y se merecen una segunda oportunidad.

5.       Hacer deporte.

¾     Si cuentan las rebajas, ayer tuve mi primera sesión y única sesión de esta temporada. No encontré ni una sola cosa de lo que buscaba, pero sudé la gota gorda y terminé exhausta.

6.       Aprender a hablar inglés.

¾     Llevo intentándolo dos años y no hay manera. Quizás me vine arriba y confundí los buenos propósitos con los milagros.

7.       Terminar de escribir el libro “La pluma del escorpión”, mi tercera novela.

¾     Es la segunda vez que la reescribo y mucho me temo que no será la última, pero este propósito lo consigo.

8.       Publicar todas las semanas un post en mi blog.

¾     Estamos a jueves y esto es lo que me ha salido, no sé yo, si es buena idea atormentar a la gente con mis historias, para mí que esto me va ha hacer perder puntos.

9.       Ponerme las pilas con las nuevas tecnologías.

¾     Ayer descubrí como poner un Hashtags, lo mismo para noviembre, consigo publicar un vídeo en tic toc. 

Esta era mi lista de despropósitos, no tiene probabilidades de salir adelante, pero hay que ver lo que me entretengo en intentarlo…

28 dic 2022

AOJAR (CUANDO EL ODIO TRASPASA LA MIRADA)



                        AOJAR (Cuando el odio traspasa la mirada)

AOJAR: Significa echar mal de ojo o malograr.

Es mi segunda novela y a diferencia de la primera, tiene mucho de mí, aunque la historia sea pura ficción. Tan sólo he utilizado todos esos episodios sobrenaturales y situaciones surrealistas que me han sucedido a lo largo de mi vida. Se trata de esos momentos siniestros que solemos ocultar para que no nos tomen por locos, aunque en mi caso, creo que llego tarde. La locura forma parte de mí, hay que estar muy loca para dejarlo todo y dedicarse a contar historias. 

Algunos dirán que me he reinventado, otros que soy una inconsciente y los más, que estoy usurpando la muy noble profesión de escritora. Todos llevan razón y a todos pido disculpas, pero seguiré escribiendo y aprendiendo, que es el mejor regalo que la vida nos puede ofrecer.


Os dejo el primer capítulo de la novela, por si os apetece echarle un vistazo. Espero que os guste. 



                                         1. CAPÍTULO



A

ún era de noche cuando Lys se despertó. Escuchaba a Mario trasteando en la cocina. Pensó que era algo desconsiderado por su parte, no haber cerrado la puerta de la habitación.

Después de cinco años de convivencia, seguía actuando como si viviera solo. ¿Cómo podía hacer tanto ruido para un simple desayuno? Era como meter un elefante en una cacharrería.

Sintió frío en los hombros y decidió darse la vuelta en la cama. Quería hacerse un ovillo con el edredón. No pensaba levantarse hasta que no sonara el despertador.

Se sorprendió al sentir que no podía moverse. Su cabeza mandaba el mensaje, pero algo fallaba en su cuerpo. Era como si estuviera petrificada. Abrió los ojos y se quedó mirando al techo.

Volvió a intentarlo, no podía creer que se hubiera quedado paralizada. No consiguió mover ni un músculo, sus extremidades pesaban como losas de hormigón. Lys sentía aquella rigidez en todo su ser. Estaba atrapada dentro de su propio cuerpo.

«¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué no podía moverse?» Se preguntó inquieta.

Sus ojos iban de un lado a otro, mientras el resto de su cuerpo parecía muerto. Al parecer, tan sólo la vista y su cerebro resistían al letargo que estaba paralizando el resto de sus sentidos.

En un primer momento, pensó en llamar a Mario. Lo descartó para intentarlo una vez más. Mario tendía a mofarse de las cosas que le pasaban, y Lys, no estaba por la labor de quedar como una idiota.

Lo intentó una y otra vez, pero no lo consiguió. Su cuerpo se mantenía tan rígido como una estatua de piedra.

La situación comenzaba a ser muy angustiosa. Lo que le estaba ocurriendo, no era normal.

Dejó a un lado su amor propio y decidió pedir ayuda a Mario. Tendría que aguantar sus gracietas, con tal, de no quedarse postrada en aquella cama de por vida.

Algo estaba fallando en su sistema nervioso, e iba a necesitar ayuda médica. Estaba segurísima de que se solucionaría con algún tipo de tratamiento o rehabilitación, ya que, no había sufrido ningún tipo de traumatismo, al menos, que ella recordara….

La angustia se convirtió en terror, cuando comprobó que no podía emitir sonido alguno. Era como si la hubieran arrancado sus cuerdas vocales. Apenas conseguía emitir algún gemido imperceptible, incluso para ella.

Los nervios de Lys comenzaron a descomponerse por segundos. El pánico no tardó en apoderarse de ella, quería gritar, salir corriendo.

«¡Cómo si fuera posible!» Se decía llena de rabia, mientras buscaba algo a su alrededor. Tan sólo le llegaban los sonidos de la cocina y no podía ver otra cosa que aquel maldito techo.

Intentó respirar, tenía que calmarse, algo podría hacer….

Una idea asaltó en su cerebro. En alguna ocasión, había oído hablar de un tipo de parálisis nerviosa que podía afectar a la movilidad de brazos o piernas.

Sí, tenía que ser algo así, lo que le estaba sucediendo. Tenía que buscar la manera de hacérselo saber a Mario.

Los últimos días habían sido muy estresantes y probablemente, esa sería la causa de su parálisis. Si era capaz de no ponerse histérica, conseguiría recuperar el control de su cuerpo.

La luz del pasillo iluminó el techo de la habitación. Podía reconocer perfectamente todas las sombras que se dibujaban en el.  Desesperada, quiso girar la cabeza, intentándolo una y otra vez hasta la extenuación.

Tan solo, podía controlar sus ojos, y los mantuvo muy abiertos esperando su momento. Quizás, si Mario veía que estaba despierta, podría darse cuenta de que algo no iba bien.

Todos sus intentos, habían sido infructuosos y su desesperación iba aumentando a medida que escuchaba el latido de su corazón. Era como el tic-tac de un antiguo reloj.

Comenzó a perder la esperanza, pensando en cómo sería su vida. ¿Y, si no conseguía recuperar el control de su cuerpo?

Ante aquella terrorífica idea, lo único que podía desear en aquellos momentos, era la muerte.

Su estómago se contrajo, como lo hiciera en aquellos días en los que todo se volvió oscuridad, y las desgracias cambiaron su vida. Pensar en la muerte, la llevó a un escenario dantesco que llevaba años intentando olvidar.

«¡Cómo si eso fuera posible!» Se dijo y la pena brotó como la mala hiedra.

El peor de los presagios parecía hacerse más real que nunca. La muerte se presentaba en busca de su siguiente víctima. Tal y como se encontraba, sólo esperaba que esta vez, viniera a por ella. No soportaría perder a nadie más, tan sólo le quedaba Mario. Era toda su familia y le quería con toda su alma.

Sintió miedo, angustia, y unas fuertes ganas de llorar. Estaba atrapada en su propia cama y no veía la forma de escapar. ¿Cómo podría llamar su atención?

Esperaba, que en algún momento él se diera cuenta. Quizás, cuando volviera del trabajo y no viera hecha la cena. No era el mejor de los escenarios, pero tampoco tenía ninguna otra opción. Tendría que pasarse todo el día mirando al techo y a la espantosa lámpara que Mario se había empeñado en comprar.

 Aquel pensamiento, la llevó a recordar que no podría ir al baño y le aterró la idea de ser encontrada entre heces y orín. Aquella visión tan desagradable le revolvió las tripas. No podía quedarse así, tenía que llamar su atención antes de que se fuera al trabajo.

Las sensaciones se iban acumulando dentro de ella, angustia, desesperación, miedo, rabia.... Su sistema nervioso estaba a punto de colapsar y ella, iba perdiendo toda esperanza.

Pensó en el despertador y rezó para que sonara. Así, Mario podría escucharlo. Era lo único que la podría salvar.

Las consecuencias de no aparecer por el trabajo, era otra de sus preocupaciones. Resultaba irónico, viendo su situación, pensar en un trabajo ingrato y mal pagado que, lejos de apasionarla, la decepcionaba cada día más.

Laura, había conseguido hacerse con el departamento, y estaba al borde del colapso por los cambios que se estaban acometiendo en la empresa. Cada día entraba en su despacho con la misma cantinela. Presionándola constantemente, para conseguir sacar más trabajo que el resto de departamentos.

Según ella, tenían que demostrar lo competitivas que eran. Era el único departamento controlado totalmente por mujeres y eso jugaba en su contra.

Laura no paraba de mencionar los posibles despidos. — Quizás nosotras estemos a salvo, pero ¿y nuestras compañeras? Pagaran ellas por nuestros errores. — Solía decirle. Sabía que tecla tocar, para que ella bailara hasta la extenuación.

En más de una ocasión, Lys, se había preguntado ¿Cómo había conseguido Laura, hacerse con las riendas del departamento? Ambas ostentaban el mismo puesto y tenían las mismas funciones, pero una mandaba y la otra obedecía como un corderito.

Ella sabía la razón, pero le costaba reconocerlo. Se pasaba la vida evitando la confrontación y eso, siempre terminaba perjudicándola.

Había pensado cambiarse de trabajo, pero la situación no estaba como para embarcarse en nuevas aventuras. Era una locura que ella no se podía permitir en aquellos momentos.

También sabía, que las cosas podrían ser diferentes, pero temía sus consecuencias….

Respiró hondo. Ningún pensamiento, la iba a sacar de la trampa humana en la que se había convertido su cuerpo. Si era estrés o agotamiento, le daba igual, tan sólo, quería que Mario la ayudara a llegar a un hospital.

De repente, se dio cuenta de que los ruidos en la cocina habían cesado. Quizás, Mario ya se hubiera ido al trabajo. Aquello le produjo una sensación muy desagradable, algo más fuerte que la angustia.

Con todas sus fuerzas, intentó revolverse en la cama, pero al cabo de unos momentos, volvió a rendirse. La oscuridad había vuelto a la habitación. Tan sólo, quedaba esperar que alguien la echara en falta. Era como para volverse loca.

El estómago volvió a contraerse. Esta vez, la sensación la dejó vacía, cómo si se le fuera la vida… A punto estuvo de suplicar por ello, pero, ¿a quién? Estaba completamente sola.

No quería sentir aquello que algunos consideraban “un sexto sentido”. Ella no veía muertos, tan solo, presentía su llegada. Más que un “Don”, era un castigo que le provocaba un sufrimiento indescriptible.

Intentó concentrarse de nuevo en su respiración. De algo tenían que servir las clases de relajación, a las que era derivaba una y otra vez por su médico de cabecera.

Respiró y respiró, pero su cuerpo siguió sin reaccionar.

Hubiera preferido la muerte a semejante quietud. Cualquier cosa sería mejor que vivir enclaustrada en una cama el resto de su vida. Pensó, como se deterioraría su cuerpo, mientras esperaba día tras día, a que alguien se ocupara de quitarle los pañales.

«¿Quién la iba a cuidar?» Reflexionó sin poder contener las lágrimas.

Mario la dejaría, no podría ocuparse de ella, nadie podría hacerlo. Estaba sola, completamente sola, y terminaría en alguna residencia, con la mirada perdida en algún techo.

Por su mente pasaron las imágenes de la película “Mar adentro”. En aquel momento, entendió perfectamente el sentimiento del protagonista. La muerte, era la salida menos dolorosa. El único camino hacia la libertad.

Intentó revolverse, mover sus brazos y zafarse de aquel edredón que se estaba convirtiendo en su mortaja. Llena de rabia y dolor, se iba desalentando por momentos, con cada intento, con cada segundo, sumergida en aquel sufrimiento.

Escuchó algo y puso toda su atención. Quizás, Mario no se había ido… Un haz de esperanza, que apenas duró unos segundos.

Era el latido de su propio corazón, haciéndose más y más intenso. El torrente sanguíneo golpeaba en su garganta, en su pecho y en todos los recovecos de su piel. Tuvo la sensación, de tener en el interior de su cuerpo una bomba que estallaría en cualquier momento.

Dejaría las paredes perdidas de sangre y vísceras. No pudo evitar sonreír mentalmente ante lo irónico que resultaba. ¿Qué le importaba a ella, la mugre que quedará tras esparcirse sus vísceras por la habitación? ¿Acaso lo iba a tener que limpiar? Por una vez que limpiara Mario, no pasaría nada. Aunque con lo señorito que era, llamaría a una empresa de limpieza.

Sintió algo cálido que rozaba la piel de su cuello, era sutil como una caricia. Lys se estremeció y volvió a ponerse en alerta.

Más que miedo, sentía impotencia. Fuera lo que fuese, haría con ella lo que le diera la gana.

Percibió de nuevo aquella sensación, seguida de una respiración acompasada, tranquila, y profunda.

Desesperada busco una explicación. No, no se había vuelto loca. Mario debía estar a su lado. Seguramente, se habría dado cuenta de lo que la pasaba y estaría preocupado.

No conseguía escucharlo. ¿Se habría quedado sorda? Rápidamente reflexionó, si estuviera sorda, no podría escuchar su respiración. Cerró los ojos unos segundos. La sordera no sería el peor de sus problemas, comenzaba a tener falta de lucidez. El miedo la estaba dejando tan aturdida, que ya no era capaz de pensar con claridad.

«¿Si Mario estaba a su lado...? — Pensó angustiada. —  También podría estar paralizado como ella»

Quién estuviera en la casa, les habría inmovilizado con alguna droga o gas para robarles. No sería el primer caso.

— ¡Ayuda! — Gritó de forma más mental que física.

«¡Malditos ladrones, malditos todos…!» Pensaba llena de rabia.

De repente, recordó algo que le heló la sangre. Mario no había dormido en casa, había salido de viaje. Recordó con estupor, su beso de despedida, mientras le decía:

— No se te olvide hacer la transferencia del alquiler. ¡Te quiero!

¡Si Mario no estaba! ¿Quién respiraba a su lado? ¿Quién la estaba torturando de una forma tan cruel? Los enmarañados pensamientos se iban sucediendo, como si de una película a cámara lenta se tratara. La incredulidad de lo ocurrido, chocaba de bruces con la puñetera realidad. No tenía escapatoria. Harían lo que quisieran, sin que ella pudiera evitarlo.

Volvió a percibir aquel siseo en sus oídos.

«¡No, por favor!» Imploró en sus pensamientos.

Su vello erizado, intentaba defenderse de algo o alguien, al que ni siquiera podía mirar. Indefensa, inmóvil y aterrorizada, se veía incapaz de poder soportarlo.

¿Hasta dónde llegarían? ¿Por qué no robaban y se largaban de una vez? Pensaba de forma angustiosa.

 Les hubiera dado todo, sin necesidad de hacerla pasar aquel calvario.

La montaña rusa de emociones en la que estaba presa, la estaba consumiendo. No sabía si reír como una loca o llorar desesperadamente. Tan sólo, quería recuperar el control de su cuerpo, y que la pesadilla terminara de una vez por todas.

La habitación comenzaba a iluminarse con las primeras luces del alba. Su despertador, seguía sin sonar

Aquel macabro juego seguiría, y ella, poco o nada podía hacer. Quizás debía rendirse, abandonarse a su suerte y suplicar porque todo fuera lo más rápido posible. Sin embargo, no podía cerrar los ojos, a pesar de sentir que hubiera sido lo más sensato: hacerse la dormida, simular estar inconsciente.

«¡Maldita sea!» Pensó, mientras sentía como una lagrima rodaba por su cara. Se sentía tan estúpida, como impotente. ¿Por qué no la mataban de una vez por todas?

Cerró los ojos vencida por el agotamiento. No podía escapar, y la cabeza le iba a estallar. Estaba sola, y no la quedaban más fuerzas para luchar.

¡Quizás, era su vida la que se apagaba…! 

29 oct 2022

UN VIAJE DESASTROSO.

 


Qué mi vida es un desastre, no es un ningún misterio, pero a veces, me da mucho en que pensar…

Había escrito mi primera crónica del viaje a Galicia con muchísima ilusión. Acababa de terminar mi segunda novela y quería retomar el blog, para contar todas esas desventuras, que no me dejan de suceder, aún quedándome en casa. Lo que nunca imaginé, es que mi viaje a Galicia, iba a ser un viaje de ida y vuelta, sin apenas escalas.

Al día siguiente de estar en Galicia, mi chico se puso malísimo, tenía fiebre muy alta, tosía y se encontraba fatal. En ese momento me temí lo peor...

Busqué una farmacia e hice acopio de test de Covid, como si se fuera a acabar el mundo. Ni las vacunas, ni las precauciones, apenas rozó el líquido del palito, la plantilla del test, dio positivo en toda regla. Yo tuve algo más de suerte, pero claro, estamos en una autocaravana, los virus hicieron su agosto y no necesitaron ir muy lejos para que yo terminara infectada.


Para los asintomáticos que tuvieron la suerte de padecer la enfermedad sin síntomas, decirles que no arriesguen. Tuve todos los síntomas y sus contrarios. Pase por todas las fases y terminé echa un cristo.


Así, pasamos siete largos días, hasta que los síntomas remitieron, al igual que nuestros días de descanso.

Siento que el viaje os haya dejado tan insatisfechos como a mí. A sido un coito interruptus en toda regla, que en algún momento habrá que retomar en mejores condiciones, al menos eso espero. Porque ya se sabe, lo que no me pase a mí…







 

 

17 jul 2022

FOZ Y EL PRIMER DESTINO DE UN VIAJE DESASTROSO

 La ola de calor a punto a estado de fundirnos y nosotros almas inquietas hemos puesto rumbo a Galicia, tierra de meigas, frondosos bosques, magnífica comida e impresionantes playas.

Nuestro primer destino, Foz en A Coruña. Encontramos un maravilloso área con todos los servicios, frente a la playa y "gratuito" algo raro en estos días. La página áreas ac, no mentía y tenía más de cincuenta plazas. Qué más se podría pedir? Qué la feria del pueblo no estuviera a doscientos metros.

Lo bueno, a mis zapatos nuevos no les dio tiempo a hacerme rozaduras, lo malo tuvimos concierto hasta las cinco de la mañana.

Nosotros nos quedamos dormidos igualmente, estábamos reventados del viaje y no nos teníamos en pie. Eso sí, de vez en cuando, nos despertaba algún que otro gallo de los agotados cantantes que después de seis horas dándolo todo, lo raro es que pudieran afinar. !Qué energía y tesón! Seguro que no cobran lo suficientemente, aunque si los pillo anoche, les hubiera dado hasta propina, pero para que acabarán de una vez. No sé cuántas veces les escuché decir que era la última...

Aún así, mereció la pena visitar el bonito pueblo y ver esos barcos engalanados para homenajear a la virgen del Carmen, patrona del mar. 

No hay fotos de bello lugar, para seguir en mi línea de desastres sin remedio, se me bloqueó el Pink del móvil y no conseguí el punk hasta el día siguiente. Espero poder continuar mis desventuras con imágenes, ahora que he conseguido reiniciarlo.





7 dic 2021

EGO

 



La semana pasada, me invitaron al estreno de “EGO”. Película protagonizada por María Pedraza, Marián Álvarez, Pol Monen y Alicia Borrachero.

https://www.youtube.com/watch?v=6OUl4zFvhP0

María Pedraza, está impresionante, metiéndose en la piel de una joven que, en plena pandemia, busca pareja de su mismo sexo a través de una red de citas. Allí se encontrará con alguien idéntica a ella que, parece querer suplantar su identidad.

 La película va de menos a más y en más de un momento te deja sin aliento, tratando un tema que, muchas familias han tenido que sufrir y seguirán sufriendo.

Yo no soy crítica, pero se lo que me gusta y lo que no. Está película me gusta, sobre todo y teniendo en cuenta, lo mucho que costó llevarla a cabo en plena pandemia. La rodaron en tiempo récor, una semana. Muy pocos se atrevían a gravar por el miedo al virus.

Tras la fiesta, os fuimos a tomar algo y allí, me encontré con Jota Linares. Director de cine al que yo conocí hace algunos años, en las maravillosas fiestas de cumpleaños de Chon y Lidia.

Me hizo muchísima ilusión, no sólo porque sea un gran tipo, sino, porque me trajo recuerdos de aquellos días, en los que se hacían fiestas sin mascarillas, sin distancia social y sin miedo a los virus (Vamos, como ahora los universitarios).

No es que yo bailara mucho, la verdad. Normalmente, después del tentempié me invitaban a meterme en una de las habitaciones. Y me sentaba sobre la cama a esperar.

Sacaba mis cachivaches y bajo la luz de una lámpara cubierta por un pañuelo comenzaba a recibir, uno por uno a todo aquel al que le apeteciera una tiradita.

Visto desde fuera, podría llevar al error, ver aquellas colas ante la puerta de un dormitorio. En mi favor, diré que mi Lucero, también estaba en dichas fiestas, aunque imagino que eso tampoco da mucha garantía.

En más de una ocasión alguno-a preguntaba, porque demonios había cola y que daban en aquel cuarto. Es más, nunca sabré, si después de ciertas horas, estaban en la cola por vocación o por equivocación.

Para mí lo mejor de todo, es que al final de la fiesta, conocía en profundidad a todos y cada una de las personas que pasaron por allí. Llevándome el mejor recuerdo de cada uno de ellos. Es más, creo sin ánimo de ser pedante que, más de uno se acordara de mí; sobre todo, a los que no les acerté ni una. 

Es lo que tiene ser una pitonisa amateur. 


 

 


30 nov 2021

CON LA MAFIA EN LOS TACONES

 


https://leer.amazon.es/kp/embed?asin=B09K5GZ62Q&preview=newtab&linkCode=kpe&ref_=cm_sw_r_kb_dp_6BN8VAZ9Y55PG4DVE6WM

   Hace mucho tiempo que deje de publicar y no por falta de historias. En realidad, soy un pozo sin fondo. Nunca conseguiré entender, como una maruja en horas bajas como yo, puede tener esta capacidad para meterse en tantos follones y encontrarse en situaciones tan surrealistas. Todo ello, sin apenas haber salido de casa.

   Y sí, he dicho “maruja”, por lo visto ahora es políticamente incorrecto. Y es precisamente eso, lo que me ha empujado a volver a escribir.

   En un momento de empatía sin igual. Comencé a pensar en todas esas historias que me gustaría contar y descubrí que, en casi todas, siempre podría haber algún colectivo, persona, animal o cosa que, se sintiera ofendido.

   Con lo cual, comencé a censurarme y llegué a hacerlo de tal forma que, perdí mi esencia, he incluso la gracia (Si es que alguna vez la tuve).

   Y no, no es que fuera a volverme loca, metiéndome en política, religión o insultando a todo ser viviente. Nada más lejos de la realidad. Mis historias son de andar por casa, salen de mis desventuras que no son pocas y de mi entorno que, dicho sea de paso, es de lo más peculiar.

   Lo malo era que, necesitaba escribir, como el que necesita oxígeno para vivir. Al final, decidí dejar de lado mis pequeñas historias reales y pasé a la ficción, donde para mi sorpresa, encontré un mundo en el que me he movido como pez en el agua.

   De aquellos barros, este libro: CON LA MAFIA EN LOS TACONES.

                       

   Lleva más de un mes a la venta en Amazón, pero no me he atrevido a contarlo, hasta ahora. Cuando algunas personas ya lo han leído y me han dicho que les ha gustado.

   Sé que me queda mucho por aprender, en realidad, tan sólo soy una contadora de historias que, aspira a poder ser una escritora.

  Aquí comenzó mi aventura y aquí es donde tenía que volver para dar las gracias, por todo lo que aprendí de mis compañeros y por todo lo que he conseguido con sus ánimos.

   Espero que os guste.


JUICIO LEVE DE FALTAS

  VECTOR PORTAL Como ya os conté, Manuela tuvo un brote y, en plan chungo, me dejo claro que no era su vecina favorita y que, en cuanto me d...